Zaragoza, capital urbana
El Festival Asalto, un veterano encuentro de arte callejero, promueve retazos de modernidad en la ciudad aragonesa. ?rabe y romana, obstinada y abierta, la urbe respira el futuro en sus calles gracias a artistas y colectivos dispuestos a transformar cada nuevo a?o el paisaje de asfalto
MIENTRAS LOS turistas resisten el calor en la cola de entrada de la bas¨ªlica del Pilar, a pocos metros de all¨ª se alza otra obra de inspiraci¨®n religiosa. La corona de la Virgen enmarca un ojo que todo lo ve descompuesto en p¨ªxeles. El emblema ¡°Technologia Omnipotens Regnat¡± acaba por poner la obra en contexto. Este mural de ocho metros de alto, creado por el colectivo madrile?o Boa Mistura, hace referencia a ese otro credo moderno, la tecnolog¨ªa. Tambi¨¦n a los contrastes de una ciudad, Zaragoza, ¨¢rabe y romana, obstinada y abierta, tradicional y moderna.
La de Boa Mistura es una de las muchas intervenciones en espacios urbanos que se extienden por la ciudad surgidas del Festival Asalto, el m¨¢s veterano de los encuentros de arte urbano del pa¨ªs. A pocos minutos de la bas¨ªlica del Pilar, fuera del l¨ªmite que marcaba la muralla romana, se extiende el barrio de San Pablo, conocido como El Gancho por la hoz con la que se desbrozaba el camino hasta su antigua ermita. En sus calles estrechas y zigzagueantes, pensadas para romper el bierzo cuando azota sin clemencia, dio sus primeros pasos este festival en 2005.
¡°Este era un barrio deprimido, con muchos problemas. Ha sufrido una transformaci¨®n¡±, explica V¨ªctor Domeque, t¨¦cnico de Cultura del Ayuntamiento. All¨ª las paredes comenzaron a servir de lienzos, mientras se desarrollaba un proyecto de recuperaci¨®n de espacios en el que se implicaba a los vecinos. ¡°Esto estaba lleno de jeringuillas¡±, explica Domeque se?alando uno de los recintos del programa Esto no es un ?solar. Ahora es una pista deportiva en la que se conservan algunas de las obras de artistas urbanos, entre ellas una bailarina flamenca creada por el estadounidense Above. Otras han ido desapareciendo, como marca la naturaleza ef¨ªmera de este medio de expresi¨®n.
¡°Empezamos utilizando zonas abandonadas porque nadie se iba a quejar. La gente agradec¨ªa la mejora de los espacios¡±
Junto a otro enorme mural, obra del c¨¢ntabro Okuda, y a pocos metros del Centro Cultural Las Armas, se agrupan una serie de talleres de artistas, como el del brit¨¢nico Steve Gibson, cuyos dibujos al carboncillo y esculturas toman como modelo a los habitantes del barrio. All¨ª tambi¨¦n tienen su estudio los integrantes del Festival Asalto, dise?adores gr¨¢ficos interesados en el arte urbano en su expresi¨®n m¨¢s amplia. Pronto se percataron de que, a trav¨¦s de sus intervenciones, el entorno cambiaba m¨¢s all¨¢ de la est¨¦tica. ¡°Empezamos utilizando zonas abandonadas porque nadie se iba a quejar¡±, explica Luis Garc¨ªa, uno de los organizadores. ¡°Muchas veces ten¨ªamos que limpiar los solares en los que se iba a trabajar y vimos que hab¨ªa una reacci¨®n, que la gente agradec¨ªa que se mejorasen los espacios. Nos dimos cuenta de que el arte urbano pod¨ªa servir de palanca de cambio¡±. Desde entonces, cada a?o re¨²nen a grandes nombres internacionales, del italiano Blu al alem¨¢n Boris Hoppek o los espa?oles Zeta y Sebas Velasco, para que intervengan distintas zonas de la ciudad.
A seis kil¨®metros al suroeste del centro se encuentra el barrio de Valdefierro, uno de los m¨¢s desfavorecidos de Zaragoza. Entre casas bajas, herencia de una zona que recibi¨® a trabajadores extreme?os y andaluces en las d¨¦cadas de 1950 y 1960, encontramos seis gigantescas mariposas pintadas por el franc¨¦s Mantra. Es el poso de la pasada edici¨®n, que eligi¨® esta zona de la ciudad para trasladar el epicentro del festival a la periferia. A pocos metros, unas palomas se posan sobre las fachadas formando constelaciones, en referencia a nombres de calles como Osa Mayor, creadas por Jofre Oliveras. Y siguiendo un poco m¨¢s, unas escaleras que conectan dos calles han pasado de ser una mole de cemento a una explosi¨®n de color gracias al franc¨¦s Zest. Son ejemplos de c¨®mo han cambiado lugares semiolvidados tras el paso del arte urbano.
¡°Se crea una interacci¨®n entre los artistas y los vecinos, que al final son los que nos piden que vayamos a sus barrios¡±, explica Sergio Beltr¨¢n, otro de los coordinadores de Asalto. Ellos trabajan con asociaciones vecinales y otras organizaciones locales para encontrar espacios, comprender las necesidades de la zona y escoger a los artistas que la transformar¨¢n. Como la ¨²ltima parada del viaje, el colegio Fernando el Cat¨®lico del cercano barrio de Oliver, el lugar elegido para la edici¨®n de este a?o, que ha concentrado sus actividades entre el 8 y el 16 de septiembre.
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