Barcos sin honra
En el caso de las bombas saud¨ªes, muchos son los que han preferido la supervivencia a su convicci¨®n moral
Al final, entre la honra y los barcos el Gobierno espa?ol ha elegido los barcos satisfaciendo as¨ª las reclamaciones de los trabajadores de la empresa naval Navantia pero contradiciendo la afirmaci¨®n de aquel marino del siglo XIX que escribi¨® que es preferible la honra sin barcos a los barcos sin honra.
La decisi¨®n del Gobierno espa?ol, que cerraba una semana de pol¨¦mica pol¨ªtica provocada por unas declaraciones de la ministra de Defensa en las que manifestaba haber dejado en suspenso un contrato de suministro de 400 bombas a Arabia Saud¨ª firmado por su predecesor ante el temor de que el Ej¨¦rcito saud¨ª las utilizara en la guerra de Yemen, en la que ya ha dejado muestra de su ferocidad, ha puesto ante el espejo de las contradicciones no solo al Gobierno sino a la sociedad espa?ola en su conjunto. As¨ª, la ministra de Defensa ha quedado retratada en su desaire al aceptar su desautorizaci¨®n por el presidente tras d¨ªas de titubeos sin dimitir a continuaci¨®n en coherencia con sus manifestaciones iniciales (?ha cambiado la opini¨®n de la ministra sobre el comportamiento del Ej¨¦rcito saud¨ª?), y lo mismo ha sucedido con su colega de Exteriores, que ha pasado de respaldarla t¨¢citamente como todos sus compa?eros de gabinete a afirmar que las bombas que el Gobierno espa?ol va a entregar al de Arabia Saud¨ª son de tal precisi¨®n que dif¨ªcilmente pueden matar a gente inocente. Como si los que no lo son (?por ser militares?) no merecieran la compasi¨®n del ministro. El propio presidente ha quedado retratado tambi¨¦n en su contradicci¨®n al respaldar los compromisos del Gobierno precedente en una materia, la de la venta de armas a Estados no democr¨¢ticos, en la que hab¨ªa disentido desde la oposici¨®n. La estabilidad de su Gobierno, suficientemente zarandeado ya por distintos vientos como para a?adirle otro, bien merece unas cuantas bombas, parece haber decidido sin importarle su ideolog¨ªa.
En cualquier caso, y reconociendo que la responsabilidad afecta a todos los espa?oles, no solo al Gobierno, por aceptar de modo mayoritario de forma t¨¢cita o manifiesta la fabricaci¨®n y venta de armas por nuestras empresas a Ej¨¦rcitos de otros pa¨ªses al tiempo que hip¨®critamente nos escandalizamos luego por los da?os que aquellas producen, la contradicci¨®n m¨¢s flagrante que la pol¨¦mica provocada por la ministra de Defensa con sus manifestaciones iniciales sobre el cumplimiento o no del contrato de venta de las 400 bombas a Arabia Saud¨ª ha sido el de los trabajadores de Navantia, la gran empresa naval, que, ante el peligro de ver anulado otro del mismo pa¨ªs para la construcci¨®n de cinco corbetas que garantizaba el trabajo en los astilleros de C¨¢diz durante los pr¨®ximos dos a?os y con ¨¦l su estabilidad laboral, se echaron a la calle exigi¨¦ndole al Gobierno la entrega de las bombas al Ej¨¦rcito saud¨ª sin importarles lo que este hiciera con ellas. Que los propios sindicatos, que uno supone sensibilizados con las clases d¨¦biles no solo en el tema laboral, y no solo con las espa?olas, capitanearan esa rebeli¨®n hace dudar de su ideolog¨ªa al igual que la indiferencia de sus representados hacia el destino de otros como ellos por m¨¢s que vivan muy lejos pone en cuesti¨®n la capacidad de empat¨ªa y de compasi¨®n del g¨¦nero humano salvo excepciones.
En 1865, el almirante espa?ol Casto M¨¦ndez N¨²?ez escribi¨® tras participar en la llamada guerra Hispano-Sudamericana que m¨¢s vale honra sin barcos que barcos sin honra. Por desgracia, en el caso de las bombas saud¨ªes, muchos son los que han preferido los barcos a la honra, la supervivencia a su convicci¨®n moral.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.