?Es Trump un fascista?
El presidente no tiene la coherencia intelectual e ideol¨®gica para ser etiquetado as¨ª
En la conversaci¨®n pol¨ªtica que se reproduce ahora en todo el mundo se ha introducido un debate permanente ante las ideas y las pr¨¢cticas adoptadas por el presidente de EE UU desde que lleg¨® a la Casa Blanca: ?es Donald Trump un fascista? Existe una divisi¨®n entre quienes as¨ª lo creen, y por lo tanto admiten de hecho una coherencia intelectual e ideol¨®gica en el mandatario republicano, y quienes tan solo lo consideran un personaje vulgar con ideas ultraderechistas y supremacistas, que banalizan el concepto hist¨®rico del fascismo. No es lo mismo: en el primer caso se le denomina fascista como una descripci¨®n, mientras que en el segundo se hace como un insulto. Tambi¨¦n hay quienes creen que ¨¦sta es una pol¨¦mica est¨¦ril y que ante Trump hay que aplicar el principio de parsimonia conocido como la navaja de Ockham: la explicaci¨®n m¨¢s sencilla es probablemente la explicaci¨®n correcta.
En uno de sus ¨²ltimos n¨²meros, la revista brit¨¢nica Prospect dedica uno de sus tradicionales duelos a dos intelectuales que mantienen esta discusi¨®n. El que cree que Trump est¨¢ asociado al fascismo arranca explicando que su eslogan ¡°Am¨¦rica primero¡± hab¨ªa sido utilizado antes por algunos de los peque?os grupos fascistas o criptofascistas que hab¨ªan aparecido en EE UU en las d¨¦cadas de los a?os treinta y cuarenta.
Es un personaje autoritario y demagogo, pero no un fascista en sentido estricto
En su fant¨¢stica novela La conjura contra Am¨¦rica, Philip Roth cuenta c¨®mo en el a?o 1940 un aviador bastante iletrado, aislacionista y antisemita gana las elecciones presidenciales a Franklin Delano Roosevelt, el dem¨®crata vencedor de la Gran Depresi¨®n. Ha comenzado en EE UU la ¡°era Lindberg¡±. Charles Lindberg, un h¨¦roe que hab¨ªa cruzado en avi¨®n el oc¨¦ano Atl¨¢ntico por primera vez sin escalas, era el portavoz de un comit¨¦ llamado ¡°Estados Unidos primero¡± y hab¨ªa manifestado ampliamente sus simpat¨ªas por Adolf Hitler. El intelectual que desarrolla la idea de que es demasiado r¨ªgido calificar de fascista a Trump sostiene que posiblemente el presidente no conoc¨ªa estos precedentes y utiliz¨® su eslogan tan solo como s¨ªmbolo de su patriotismo, que contagi¨® a sus seguidores, la mayor parte de ellos desconocedores de la historia.
El supremacismo blanco, el trato a la mujer, los rasgos de racismo, la calificaci¨®n de la prensa como ¡°enemigos del pueblo¡±, el trato inmisericorde a los inmigrantes y la separaci¨®n de sus hijos en la frontera, la insensibilidad ante el sufrimiento de los m¨¢s d¨¦biles, sus pol¨ªticas a veces contradictorias e inconsistentes, el negacionismo del cambio clim¨¢tico, su neutralidad ante los disturbios de Charlottesville (un grupo de extrema derecha desfilando con antorchas encendidas que atac¨® a los contramanifestantes, defensores de los derechos civiles, con el resultado de una treintena larga de heridos y una v¨ªctima mortal). Trump conden¨® estos sucesos pero sin se?alar la responsabilidad principal de los supremacistas, sino repartiendo impl¨ªcitamente las culpas entre ellos y los contramanifestantes. Todos ellos son s¨ªntomas de un personaje autoritario y demagogo, pero no de un fascista en sentido estricto.
El fascismo es una ideolog¨ªa cerrada y un movimiento pol¨ªtico de car¨¢cter totalitario y antidemocr¨¢tico que ha tenido mucha m¨¢s presencia en Europa que en EE UU, donde una gran parte de la poblaci¨®n manifiesta desinter¨¦s, e incluso rechazo, ante las ideolog¨ªas compactas, que se ejemplifica en la ambig¨¹edad con la que en muchas ocasiones se diferencian los partidos Dem¨®crata y Republicano.
El fascismo tiene un significado preciso, con unas ideas, una est¨¦tica y un r¨¦gimen espec¨ªfico, aunque con el paso del tiempo se haya degradado y se haya utilizado en el lenguaje cotidiano como un agravio m¨¢s, que funciona muy bien. Trump es un personaje arbitrario y xen¨®fobo con muy mala reputaci¨®n, pero etiquetarlo de fascista ser¨ªa otorgarle una coherencia que no posee. Aunque quien as¨ª le describe supone que llamar fascista a un fascista sirve para verificar pronto sus acciones, antes de que ellas puedan hundirse hasta el fondo de este concepto pol¨ªtico. La Administraci¨®n de Trump se ha ganado a pulso, desde el principio de su mandato, su papel de heredera de los peores instintos y acciones de la historia estadounidense.
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