Brexit. Hora de dejar de procrastinar
A 190 d¨ªas de que Reino Unido abandone la UE el reloj sigue corriendo contra Londres
Llamamos procrastinar a diferir o aplazar las tareas necesarias para alcanzar una meta mientras dedicamos tiempo a otras irrelevantes. Es una definici¨®n que se puede aplicar a la primera ministra brit¨¢nica Theresa May en lo que concierne al Brexit. Desde que accedi¨® al cargo en julio de 2016 su estrategia negociadora ha sido postergar todo lo posible la toma de decisiones sin plantear una visi¨®n clara, escud¨¢ndose en frases hechas como ¡°Brexit means Brexit¡±. Echando la mirada hacia atr¨¢s, es fascinante el nulo consenso logrado en un asunto tan relevante para el futuro de Reino Unido. Hoy, el propio Gobierno permanece dividido pero tambi¨¦n lo est¨¢ la oposici¨®n. Mientras, crecen las propuestas de un segundo refer¨¦ndum, postergar la salida (29 de marzo 2019) o incluso de ejecutar un Brexit ¡°a ciegas¡± sin esbozar las l¨ªneas maestras de la futura relaci¨®n con la Uni¨®n. En estas condiciones parece que nos encaminamos hacia un Brexit que no contentar¨¢ pr¨¢cticamente a nadie.
Durante estos dos a?os May s¨®lo ha sido capaz de plantear qu¨¦ es lo que no quiere a trav¨¦s una serie de l¨ªneas rojas como restringir la inmigraci¨®n, negociar tratados comerciales en solitario o evitar la jurisdicci¨®n del Tribunal de Justicia de la UE en l¨ªnea con la intenci¨®n de ¡°recuperar el control¡±. Ello ha abocado a una soluci¨®n ¡°Canad¨¢+¡± en la que la relaci¨®n entre la UE y Reino Unido se asemejar¨¢ a la que la Uni¨®n ha forjado con el pa¨ªs norteamericano potenciada con una mayor cooperaci¨®n.
El Gobierno de May tampoco ha querido negociar siguiendo las normas y formas de hacer europeas. En m¨²ltiples ocasiones ha tratado de circunvalar al equipo negociador de la UE27 dirigi¨¦ndose directamente a las capitales europeas. Tambi¨¦n se ha negado a elegir entre los distintos ¡°men¨²s¡± de relaciones de la Uni¨®n con terceros Estados (Noruega, Suiza, Turqu¨ªa) pidiendo una relaci¨®n ¡°a la carta¡± que da?ar¨ªa a la integridad del mercado ¨²nico y sentar¨ªa un precedente negativo. De momento, el resultado de estas estrategias ha sido muy escaso.
La raz¨®n ¨²ltima de que un escenario catastr¨®fico de Brexit sin acuerdo sea hoy plausible no es otra que la principal causa de todo este embrollo: el equilibrio en el seno del partido conservador. El Brexit se origina como una guerra civil tory,y la permanencia de May en su puesto depende de que sea capaz de contentar a conservadores brexiteers y remainers. Para cuadrar el c¨ªrculo May lanz¨® el plan Chequers en julio incluyendo en su Libro Blanco, al fin, una cierta visi¨®n de las futuras relaciones comerciales. La acogida en Bruselas no fue entusiasta al considerarse como poco realista. El ala dura de su partido ha respondido con dimisiones y calificando el plan como ¡°un chaleco suicida¡± (Boris Johnson) o ¡°un Estado vasallo encadenado¡± (Jacob Rees-Mogg).
Se esperaba que en la cumbre informal de la UE en Salzburgo los l¨ªderes se mostrar¨ªan comedidos hacia el plan Chequers debido a que la conferencia anual del partido conservador se celebra el pr¨®ximo 30 de septiembre en Birmingham. La posibilidad que los halcones del Brexit duro puedan iniciar una revuelta en el partido contra la d¨¦bil May es contemplada con preocupaci¨®n. Sin embargo, May no ha conseguido el respaldo esperado.
En estos momentos se negocia el acuerdo de salida. En torno al 80% parece consensuado pero precisamente ese 20% incluye los temas m¨¢s espinosos como evitar una ¡°frontera dura¡± entre la Rep¨²blica de Irlanda e Irlanda del Norte. Y el mantra europeo es que nada est¨¢ negociado hasta que todo est¨¢ negociado. El plan Chequers pretende mantener cierto acceso al mercado ¨²nico en bienes pero sin aceptar las normas comunitarias y la jurisdicci¨®n del TJUE. Algo impensable para la Uni¨®n ya que se trata de ¡°cherry-picking¡±, es decir, beneficiarse de ¨¢reas escogidas del mercado ¨²nico mientras se evitan otras obligaciones, como la libertad de movimiento de personas. De no encontrar una soluci¨®n volver¨ªan los controles aduaneros creando fricciones comerciales y, probablemente, interrumpiendo las cadenas de suministro de las empresas brit¨¢nicas. El problema es que las discrepancias no son t¨¦cnicas sino de principios y el tiempo empieza a agotarse. El presidente del Consejo Donald Tusk ha afirmado hoy que sin soluci¨®n para la frontera irlandesa no habr¨¢ acuerdo y que una declaraci¨®n pol¨ªtica para clarificar el futuro de la relaci¨®n es necesaria.
A 190 d¨ªas de que Reino Unido abandone la UE el reloj sigue corriendo contra Londres. La fecha l¨ªmite para alcanzar un acuerdo deber¨ªa ser el Consejo Europeo del 18 de octubre. De esta forma, el tortuoso proceso de ratificaci¨®n parlamentaria del acuerdo contar¨ªa con tiempo suficiente. Sin embargo, todo apunta a que nos iremos, al menos, hasta mediados de noviembre en un Consejo extraordinario. Adem¨¢s, lo dif¨ªcil est¨¢ por llegar y las probabilidades de tropezar por el camino no son menores, especialmente en la C¨¢mara de los Comunes. Los escenarios de ¡°no acuerdo¡±, sustituci¨®n de May o no ratificaci¨®n parlamentaria no son descartables. Tampoco el de un segundo refer¨¦ndum o nuevas elecciones. Una vez consumada la salida de la Uni¨®n en abril de 2019 comenzar¨ªa el periodo de transici¨®n en el que se negociar¨ªa la relaci¨®n futura antes del 31 de diciembre de 2020. De nuevo, es muy probable que los tiempos se alarguen.
Como un mal alumno que posterga el momento de sentarse a estudiar ahora le toca a Reino Unido recuperar el tiempo perdido. Es hora de dejar de procrastinar y recuperar el pragmatismo brit¨¢nico. Para ello es necesario que conservadores (y en menor medida laboristas) sean capaces de consensuar una postura coherente y realista. No parece una tarea sencilla. En caso contrario los historiadores del futuro ser¨¢n extremadamente duros con la clase pol¨ªtica brit¨¢nica actual.
?lvaro Imbern¨®n es investigador en Quantio y profesor asociado en la Universidad Nebrija.
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