Trump desmonta el mecano
Ser¨¢ dif¨ªcil que estos Estados Unidos presidan la creaci¨®n de una arquitectura internacional acorde con los tiempos

En la Espa?a de los a?os 50, los ni?os ped¨ªamos dinero con unas huchas de barro pintadas de amarillo para los pobres ni?os chinos. Mao acababa de ganar su revoluci¨®n y China era abismalmente pobre. Thomas Friedman, columnista de The New York Times, cuenta que en la pel¨ªcula Crazy Rich Asians(Locos ricos asi¨¢ticos) un padre chino conmina a sus hijos a que acaben la cena, y que ¡°piensen en todos los ni?os que se mueren de hambre en Am¨¦rica¡±. Han pasado casi 70 a?os desde que a mi generaci¨®n nos forzaban a no dejar nada en el plato porque hab¨ªa chinitos que se mor¨ªan de hambre.
Uso esta an¨¦cdota para significar que China es hoy rica, desmedidamente grande y muy poderosa, y piensa que Estados Unidos no puede seguir definiendo solo, y a su gusto, el orden internacional. Hoy, nueve de las 20 primeras megacompa?¨ªas de tecnolog¨ªa cotizadas son chinas y 11 estadounidenses. Hace 20 a?os, ninguna era china. Xi afirm¨® en primavera que convertir¨¢ a China en una superpotencia tecnol¨®gica. La desenfocada guerra comercial que Trump ha desatado contra China, con los falsos argumentos de provocar una m¨¢gica reindustrializaci¨®n de EE UU, busca sobre todo contener el avance tecnol¨®gico de China.
Todo va muy r¨¢pido y la visi¨®n del gigante asi¨¢tico como la factor¨ªa mundial de bienes sin valor a?adido ya no es cierta. El estratega de uno de los bancos l¨ªderes en Europa explicaba hace unos d¨ªas en Madrid que el primer factor pesimista sobre el crecimiento mundial con el que operan es la incertidumbre de la relaci¨®n entre EE?UU y China. En Washington fragua el consenso sobre la necesidad de pararle los pies a China. El debate no es concluyente sobre c¨®mo hacerlo inteligentemente, sin causar un da?o global y sin que descarrilen las relaciones.
La contenci¨®n, que sirvi¨® frente a la URSS durante la Guerra Fr¨ªa, no es ya posible, como no lo es la utilizaci¨®n de la fuerza. La alarma ha sonado la pasada semana en Nueva York. ¡°Nuestro sistema colectivo se derrumba a pedazos¡± (Emmanuel Macron, presidente de Francia); ¡°El orden mundial avanza hacia el caos¡± (Ant¨®nio Guterres, secretario general de la ONU). Hace dos semanas, Putin y Xi, reunidos en Vladivostok, se comprometieron a reforzar su colaboraci¨®n estrat¨¦gica.
Trump, que ha dado un pat¨¦tico mensaje nacionalista de ¡°yo solo¡± contra el mundo ante la Asamblea General onusiana, disfruta como un ni?o mal criado, desmontando el mecano del orden mundial que EE?UU levant¨® hace 70 a?os. Ser¨¢ dif¨ªcil que estos EE?UU presidan la creaci¨®n de una arquitectura internacional acorde con los tiempos. Trump puede irse en dos a?os, en el peor de los casos en seis. Pero se tardar¨¢ mucho en reparar el da?o causado por este ins¨®lito presidente que pretende sustituir el globalismo por el patriotismo.
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