Acuerdo decisivo

El acuerdo del Pacto de Toledo para recomendar una revalorizaci¨®n de las pensiones sobre la base del IPC es un primer paso, modesto pero crucial, para afrontar una reforma meditada y profunda del sistema. Para empezar, descarta el m¨¦todo dise?ado en la primera legislatura del PP, que impon¨ªa en la pr¨¢ctica un aumento m¨¢ximo de las prestaciones del 0,25%, equivalente a una congelaci¨®n efectiva de las prestaciones. La recomendaci¨®n, conseguida tras una larga negociaci¨®n que refleja las diferencias de criterio entre los partidos, es un est¨ªmulo para que los negociadores consigan pactar en el plazo de dos a?os una reforma del sistema de pensiones capaz de conjugar el respeto al poder adquisitivo de 8,7 millones de pensionistas con la necesidad, incluso urgencia, de reducir el d¨¦ficit de la Seguridad Social (19.000 millones) y sostener un sistema de cotizaci¨®n en una fase econ¨®mica de elevado desempleo y precariedad salarial.

El acuerdo, redactado en t¨¦rminos pensados para satisfacer a todos los negociadores, requiere algunas explicaciones que aconsejan moderar el entusiasmo. En primer lugar, la aplicaci¨®n concreta de la revalorizaci¨®n conforme al IPC corresponde al Gobierno y a los agentes sociales (empresas y sindicatos). Dadas las dificultades financieras de la Seguridad Social, lo m¨¢s probable es que el Gobierno se vea obligado a introducir otros par¨¢metros distintos de los precios a la hora de calcular la subida anual de la pensi¨®n. Una soluci¨®n ser¨ªa garantizar el poder adquisitivo de las prestaciones en periodos m¨¢s largos que un solo a?o, con el fin de distribuir la carga presupuestaria de la subida durante varios ejercicios.

Adem¨¢s, el Pacto del IPC tiene que completarse con propuestas negociadas sobre financiaci¨®n, definici¨®n de lo que es una pensi¨®n suficiente o el m¨¦todo de c¨¢lculo de la prestaci¨®n, todas ellas de gran complejidad. Para entender la importancia del acuerdo hay que tener en cuenta que, aunque agrava la financiaci¨®n a corto plazo (en los pr¨®ximos dos a?os las prestaciones aumentar¨¢n con los precios), constituye un incentivo pol¨ªtico para negociar con cierta premura una reforma que s¨ª garantice las pensiones a largo plazo. Las pensiones est¨¢n amenazadas por la ca¨ªda relativa de las cotizaciones, por el aumento del n¨²mero de pensionistas, por las prestaciones medias cada vez m¨¢s elevadas y por el hecho incontrovertible de que la prolongaci¨®n de la vida media ampl¨ªa el periodo durante el que se percibe la pensi¨®n. Estos son los problemas estructurales del sistema actual que el Pacto de Toledo y los meses de negociaci¨®n tendr¨¢n que resolver con propuestas razonables.

Gran parte de las soluciones son conocidas, pero deben plantearse en propuestas concretas que est¨¦n avaladas por el consenso pol¨ªtico y social. Es necesario demorar la edad de jubilaci¨®n, ajustar las percepciones a las cotizaciones, regular la posibilidad de seguir trabajando con sueldo despu¨¦s de la jubilaci¨®n (de esta forma subir¨ªan los ingresos de la Seguridad Social) y trasladar costes de pensiones no contributivas al Presupuesto. Queda mucho por hacer; el primer paso ser¨¢ bald¨ªo si no se acompa?a de una reforma completa del sistema aplazada demasiado tiempo. Y, por cierto, tambi¨¦n es una invitaci¨®n indirecta a debatir sobre una reforma fiscal.