Blasfemias
Hoy las redes est¨¢n llenas de arrieros inform¨¢ticos
La blasfemia es el reverso de la jaculatoria, una plegaria negra, lo que significa que para ser un perfecto blasfemo primero hay que creer mucho en Dios. La blasfemia surge del sustrato m¨¢s profundo del pueblo espa?ol como un reflejo condicionado para sacudirse de encima a un Dios aplastante que se manifiesta a trav¨¦s del poder eclesi¨¢stico presente en la vida familiar, en la educaci¨®n y en la moral a lo largo del camino que conduce desde la pila bautismal a la sepultura. La blasfemia en el campo expresa la ira de labrador ante cualquier calamidad, el pedrisco que hiere la espiga, la sequ¨ªa que agosta los pastos, las plagas que esquilman las cosechas. El campesino mira al cielo, proyecta su rabia contra el due?o y se?or del universo y le culpa de semejante desaguisado. La blasfemia ha sido cultivada en toda su m¨²ltiple variedad, ro¨ªda, masticada, escupida, por los arrieros que han cruzado durante siglos los caminos de Espa?a; de hecho, todos los asnos y pollinos ib¨¦ricos la llevan interiorizada en su cerebro hasta el punto que el m¨¢s recalcitrante de estos jumentos en cuanto oye la blasfemia se pone a andar. Hoy las redes est¨¢n llenas de arrieros inform¨¢ticos. Las blasfemias han sido han sido asumidas por el software y pronto entrar¨¢n a formar parte constitutiva de la inteligencia artificial. Cuando el ordenador se atranca como un asno obcecado, le das tres veces a la tecla y nada, pero sueltas una blasfemia castiza y toda la tecnolog¨ªa se pone de nuevo en marcha. En contrapartida el pueblo espa?ol trata de calmar la ira divina con infinitas jaculatorias, rogativas y procesiones, que a su vez te llevar¨¢n al cielo mientras con la blasfemia puedes dar con tus huesos en la c¨¢rcel. Se?or juez, tome la blasfemia como lo que es, el rabo atravesado de una plegaria, un ferviente y mal ensalivado acto de fe, una jaculatoria al rev¨¦s.
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