Moral tribal
Fue importante que cayera el Gobierno de Rajoy como sanci¨®n pol¨ªtica de la G¨¹rtel y estemos siempre alerta a cualquier desviaci¨®n de lo ¨¦ticamente correcto
Entre los prop¨®sitos del movimiento 15-M hubo uno que qued¨® sin realizaci¨®n pr¨¢ctica, el de la rehabilitaci¨®n ¨¦tica del sistema pol¨ªtico. Se pudo enmendar la crisis de representaci¨®n incorporando a nuevos grupos pol¨ªticos; y el posterior crecimiento econ¨®mico aminor¨® en parte la brecha social. Pero, ya fuera por el peculiar tempo del sistema judicial en resolver los casos de corrupci¨®n anteriores o por la aparici¨®n de otros nuevos, la sensaci¨®n generalizada es que estamos lejos de haber conseguido esa regeneraci¨®n moral de la vida p¨²blica que anhel¨¢bamos.
Tanto nos indign¨® la retah¨ªla de redes de corrupci¨®n, que lo que se produjo en Espa?a fue algo curioso: incorporamos exigencias morales escandinavas para evaluar una realidad de pr¨¢cticas corruptas mediterr¨¢neas. Y, como es obvio, este enorme contraste ha resultado en una sospecha moral generalizada hacia todo lo p¨²blico. Es bueno que as¨ª sea. Lo inaudito hubiera sido que "normaliz¨¢ramos" nuestras patolog¨ªas. Por eso fue importante que cayera el Gobierno de Rajoy como sanci¨®n pol¨ªtica de la G¨¹rtel y estemos siempre alerta a cualquier desviaci¨®n de lo ¨¦ticamente correcto.
Lo que ya no es tan normal es que sean precisamente los m¨¢s inmorales, Villarejo y sus proyecciones medi¨¢ticas, quienes pretendan darnos lecciones de moral. O que aprovechen conversaciones obtenidas fraudulentamente para expandir su propia mierda. No todo vale, y deber¨ªa haber un consenso entre todos los partidos para impedir que esas pr¨¢cticas tengan consecuencias pol¨ªticas. El da?o a la imagen de las personas se?aladas ser¨¢ inevitable, pero es indecente que encima entremos en el chantaje.
Con todo, no creo que sea ah¨ª donde se encuentre la mayor patolog¨ªa de esta hipermoralizaci¨®n de la vida p¨²blica. La fundamental se halla en el diferente rasero con el que evaluamos los comportamientos de unos u otros seg¨²n el partido al que se pertenezca. Parece como si al c¨®digo bueno/malo, el propio de la moral, se le superpusiera el de nosotros/ellos, amigo/enemigo, el m¨¢s propiamente pol¨ªtico. A esto es a lo que Jonnathan Haidt llama "moral tribal". La moral tribal, nos dice, "une y ciega" a la vez. Nos pega al grupo y nos impide ver la perspectiva de los que no forman parte de ¨¦l. Las conductas de los nuestros no se valoran as¨ª de la misma manera que las de los otros; las normas morales importan menos que la adscripci¨®n partidista.
El regocijo y el af¨¢n inquisidor con el que la oposici¨®n est¨¢ recibiendo las acusaciones contra algunos ministros contrasta vivamente con su propia actitud cuando eran ellos los acusados. Por cierto, por conductas infinitamente m¨¢s graves. Y el Gobierno, por su parte, emprende estrategias de defensa que hubiera considerado inapropiadas si hubiera estado en la oposici¨®n. En fin, se supone que los principios morales pueden predicarse con car¨¢cter universal, no hacerse depender de consideraciones situacionistas. Me temo que Escandinavia sigue estando lejos, muy lejos.
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