El tema de nuestro tiempo
Quien no quiera ver que la democracia est¨¢ en peligro en Occidente es que no quiere ver la realidad. La pregunta es si estamos determinados a defenderla.
LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA: ese es el tema de nuestro tiempo. Por una vez, la palabra ¡°crisis¡± no designa un clich¨¦ vac¨ªo sino una realidad tangible. La realidad es la siguiente. Desde el final de la II Guerra Mundial, sobre todo desde la ca¨ªda de la URSS, sol¨ªa aceptarse que la democracia liberal se volv¨ªa un sistema pol¨ªtico irreversible en pa¨ªses pr¨®speros que cambiaban de Gobierno varias veces consecutivas en elecciones libres; a tal victoria pol¨ªtica sin vuelta atr¨¢s es a lo que Francis Fukuyama llam¨® a finales de los ochenta, en un ensayo m¨¢s citado que le¨ªdo, ¡°el fin de la historia¡±. Ahora es obvio que Fukuyama se equivoc¨®, y que ni siquiera en Europa y Estados Unidos est¨¢ la democracia asegurada. La manifestaci¨®n m¨¢s llamativa de este hecho fue la elecci¨®n a la Casa Blanca de Donald Trump, lo que demostr¨® que los ciudadanos de la democracia m¨¢s antigua y poderosa del mundo aceptan ser gobernados por un hombre que pone en duda de manera continuada y flagrante las m¨¢s elementales normas democr¨¢ticas; pero Trump no est¨¢ solo: las democracias occidentales vienen siendo asaltadas por una oleada de populistas que, casi siempre en nombre de la democracia, violan por sistema la democracia (como entre nosotros ocurri¨® en Catalu?a el oto?o pasado). De hecho, podr¨ªa argumentarse que el populismo global de hoy es la m¨¢scara posmoderna del totalitarismo global de los a?os treinta, y que la democracia tiene que batirse hoy contra ¨¦l como se bati¨® entonces contra el totalitarismo. La pregunta es si la democracia prevalecer¨¢, como lo hizo entonces, y a qu¨¦ precio. Y la respuesta no est¨¢ clara.
Esa es la cuesti¨®n a la que, desde hace unos a?os, dan vueltas pensadores de todo el mundo; el pen¨²ltimo es Yascha Mounk, profesor de Harvard y autor de un libro brillante que acaba de publicar en castellano la editorial Paid¨®s: El pueblo contra la democracia. La tesis b¨¢sica de Mounk es que hoy la democracia liberal se resquebraja porque estamos separando sus dos componentes esenciales ¡ªla democracia, que asegura el respeto a la voluntad popular, y el liberalismo, que asegura el respeto a las leyes y por tanto la igualdad de derechos¡ª, lo que da lugar a dos perversiones de la democracia: por un lado, un liberalismo no democr¨¢tico, que m¨¢s o menos respeta las leyes y los procedimientos, as¨ª como los derechos individuales, pero que apenas tiene en cuenta la voluntad popular, o procura ignorarla; por otro lado, una democracia iliberal, que dice respetar la voluntad popular pero desprecia la ley, los procedimientos y las instituciones independientes que controlan el poder. La primera perversi¨®n conduce a la tecnocracia, y su mejor ejemplo lo tuvimos en verano de 2015, cuando, despu¨¦s de que los griegos rechazaran en refer¨¦ndum el tratado para salir de la crisis que les ofrec¨ªa la UE, Alexis Tsipras acept¨® en Bruselas, obligado por la Troika, un tratado todav¨ªa m¨¢s duro que el que sus conciudadanos se hab¨ªan negado a aceptar. La segunda perversi¨®n conduce al fin de la democracia: ejemplos de ella los tenemos a diario en Polonia, en Hungr¨ªa, en Turqu¨ªa ¡ªno digamos en Venezuela o Rusia¡ª, donde unos gobernantes que alardean de dem¨®cratas y se consideran la encarnaci¨®n del pueblo persiguen a sus rivales pol¨ªticos, ignoran a las minor¨ªas y controlan la justicia, los procesos electorales y los medios de comunicaci¨®n. A esta doble amenaza creciente nos enfrentamos, dice Mounk: un liberalismo no democr¨¢tico (o derechos sin democracia) y una democracia iliberal (o democracia sin derechos). Tecnocracia o populismo. Y lo peor es que la primera no hace m¨¢s que alimentar el segundo, ahora mismo la principal amenaza para nuestras libertades.
El diagn¨®stico de Mounk no parece pesimista: quien no quiera ver que la democracia est¨¢ en peligro en Occidente es que no quiere ver la realidad. La pregunta es si los defensores de ese sistema pol¨ªtico, que ha hecho m¨¢s que cualquier otro por extender la paz, la libertad y la prosperidad en el mundo, estamos tan determinados a defenderlo de sus enemigos como lo estuvieron nuestros antepasados en los a?os treinta. Y aqu¨ª la respuesta tampoco est¨¢ clara.?
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