Catedral con reliquias (corruptas) de dictador
La Iglesia sostiene que no est¨¢ en su mano impedir que la familia entierre en la cripta de La Almudena los restos del dictador
![Naves del interior de la cripta de la Catedral de La Almudena, donde los nietos de Franco quieren enterrar sus restos.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2XVHLVWAYOOIYHHQDK2BVGXUEQ.jpg?auth=0e56113b868d10440ddb9963c1cef8bd975f50a1df0c4f53d2b3b80ba935c20e&width=414)
Hay iglesias que exhiben huesos de santos, calaveras sobadas y tibias, peron¨¦s o reliquias variadas que alguien consider¨® alg¨²n d¨ªa que pod¨ªan pegarnos alguna virtud. El propio Franco guardaba el brazo incorrupto de Santa Teresa en su reclinatorio privado y la suerte quiere traernos ahora sus propias reliquias ¡ªsuponemos que corruptas, no incorruptas¡ª a la catedral.
La Almudena es arquitect¨®nica y socialmente un ¡°quiero y no puedo¡±, como puede comprobarse en su porte hostil a la vera de un Palacio Real que el dictador hizo suyo cual Borb¨®n o Bonaparte. Es una catedral fea, grandilocuente, impuesta, que nunca ha tenido el sentido unificador entre pueblo y Dios que tuvieron las catedrales y que Julio Llamazares tan bien describe en los dos libros que les ha dedicado. Las catedrales eran lugares imponentes y sobrecogedores, s¨ª, pero al mismo tiempo abiertos a los humildes, que pod¨ªan compartir ah¨ª un sentido de pertenencia a una comunidad. Nada de eso tuvo La Almudena, tan tard¨ªa como para carecer de ese valor y tan fea como para perderse tambi¨¦n el siguiente estadio de las catedrales, que es su explotaci¨®n al calor de su belleza y del bolsillo de los turistas masivos.
Pero es que, adem¨¢s, La Almudena se convierte ahora en un ¡°quiero y no puedo hacer nada¡± por frenar el esperpento. La Iglesia sostiene que no est¨¢ en su mano impedir que la familia entierre en la cripta los restos del dictador. El Gobierno se limita a sacar los huesos del Valle de los Ca¨ªdos. Y, vamos a ver, la carretera entre lo que debe ocurrir (la exhumaci¨®n) y lo que puede ocurrir (el entierro en La Almudena) ha perdido alguna se?al de tr¨¢fico.
Hitler se hizo quemar junto a Eva Braun en los rescoldos de su r¨¦gimen (aunque Rusia logr¨® llevarse alg¨²n fragmento, como tan bien relat¨® Antony Beevor en Berl¨ªn). Stalin tiene su tumba en la muralla del Kremlin, un honor que solo la perpetuaci¨®n de su dictadura pudo concederle. Mussolini encontr¨® entierro en su pueblo. Pinochet est¨¢ en una finca familiar. Y Espa?a puede convertirse en el primer pa¨ªs democr¨¢tico con su dictador enterrado en la catedral de la capital del pa¨ªs que enfrent¨®, reprimi¨® y ensangrent¨®.
El tama?o del m¨¦rito para llegar a esto es tan colosal que el Gobierno har¨ªa bien en meditar sus siguientes pasos.
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