La hora de Brasil
No se trata de elegir entre opciones pol¨ªticas sino entre democracia o no
La rotunda victoria del ultraderechista Jair Bolsonaro en la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el pasado domingo en Brasil coloca al electorado brasile?o ante una decisi¨®n radical. En la segunda vuelta, prevista para el pr¨®ximo d¨ªas 28, ya no se trata de elegir entre dos opciones pol¨ªticas diferentes pero ambas democr¨¢ticas, sino entre un candidato que entiende y cumple con los est¨¢ndares de gobernanza de las democracias occidentales y otro que desprecia y considera inv¨¢lido el sistema de libertades que desde el fin de la dictadura garantiza la igualdad y el progreso de 208 millones de brasile?os.
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Bolsonaro, con un discurso abiertamente xen¨®fobo, racista, hom¨®fobo y laudatario hacia la dictadura militar brasile?a (1964-1985) ha obtenido el 46% de los sufragios muy cerca de la mayor¨ªa absoluta que le hubiera otorgado directamente la jefatura del Estado. Fernando Haddad, del hist¨®rico Partido de los Trabajadores (PT), y candidato sucesor del expresidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva, ha logrado pasar a la segunda con el 29,3%. M¨¢s preocupante que los n¨²meros es que el planteamiento de Bolsonaro ha calado en amplias capas de la poblaci¨®n brasile?a que ven a este militar en la reserva como la soluci¨®n a la profunda crisis institucional y econ¨®mica que asola el pa¨ªs desde hace cuatro a?os y de las que culpa precisamente al PT.
La diferencia de votos entre ambos es grande, pero no insalvable porque lo que est¨¢ en juego es mucho m¨¢s que una victoria electoral. As¨ª deben entenderlo tanto los votantes de cualquier tendencia pol¨ªtica como el mismo Haddad, quien ante la segunda vuelta est¨¢ obligado a realizar un planteamiento integrador y aperturista respecto a quienes hasta el domingo eran sus rivales en el campo democr¨¢tico. Su candidatura ya no es solo del PT sino la de todos los dem¨®cratas de Brasil.
En esta encrucijada quienes fueran rivales de Haddad en la primera vuelta har¨¢n bien en abandonar el exasperante planteamiento que presenta al candidato del PT y a Bolsonaro como dos extremos equiparables. Nada m¨¢s alejado de la realidad. Con todas sus pol¨¦micas, problemas, esc¨¢ndalos y procesos judiciales, el PT es una formaci¨®n que en la oposici¨®n siempre ha respetado las reglas del juego democr¨¢tico, que ha ganado tres elecciones presidenciales de manera absolutamente limpia, bajo cuyo gobierno la democracia brasile?a se ha convertido en un ejemplo de progreso y que ha entregado el poder como marca la ley aunque considerara que el procedimiento ¡ªla destituci¨®n de la presidenta Dilma Rousseff en 2016¡ª fuera pol¨ªticamente ilegitimo. Por el contrario, Bolsonaro habla abiertamente de reformar la Constituci¨®n de una forma ilegal ¡ªmediante un consejo de notables¡ª, quiere dar un papel preponderante al Ej¨¦rcito, carta blanca a la polic¨ªa para matar y su candidato a vicepresidente justifica abiertamente la posibilidad de un golpe de Estado si se dan las circunstancias. No es posible seguir restando importancia a unas declaraciones inaceptables enmarc¨¢ndolas como una estrategia para ganar unas elecciones. No todo vale.
Brasil no es la primera democracia que vive esta situaci¨®n. Ya lo hizo Francia en 2002 cuando Jean Marie Le Pen lleg¨® a la segunda vuelta. Entonces los franceses tuvieron claro que la democracia no tiene atajos y votaron a Jacques Chirac. Ahora es el turno de los brasile?os.
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