La implosi¨®n del soberanismo
El independentismo conmemora el octubre negro urdiendo una conspiraci¨®n contra s¨ª mismo
Puestos a conspirar, el soberanismo catal¨¢n ha conspirado contra s¨ª mismo. Desde su naturaleza insaciable, ejerce a la vez el papel de gobierno y de oposici¨®n. Y aloja un mecanismo autodestructivo cuya ferocidad ha comprometido el esp¨ªritu conmemorativo del octubre negro. No ya porque las botas de los CDR han pisoteado a las flores del pacifismo, sino porque los partidos indepes se concedieron un rito de implosi¨®n el mismo d¨ªa que de deb¨ªan consumarse los prodigios fundacionales: ni la reprobaci¨®n del Rey ni la reivindicaci¨®n de la autodeterminaci¨®n consiguieron estimular la cohesi¨®n de la grey separatista.
Revent¨® la mayor¨ªa. Prevalecieron las diferencias: desde las ideol¨®gicas y conceptuales que implica el veneno antisistema de la CUP hasta las estrictamente personales. Junqueras y Puigdemont se reencarnan en sus respectivas marionetas -Torrent y Torra- para reprocharse el rumbo err¨¢tico de la nave estelada y el agravio comparativo. El l¨ªder de ERC defiende en prisi¨®n las posiciones conciliadoras, explora el espacio de la negociaci¨®n en la expectativa del tripartito -el martes hubo hasta un acuerdo con el PSC para desautorizar a los diputados suspendidos- y el condotiero exiliado agita desde las comodidades ultraterrenas el desaf¨ªo al Estado a expensas del caos en el Parlament.
El colapso institucional y la par¨¢lisis legislativa son ilustrativos de una endogamia cuya letra peque?a se antoja cada vez m¨¢s herm¨¦tica en la percepci¨®n general. De hecho, las diferencias entre los grandes partidos tanto valen para definir las crisis de idiosincrasia particulares. Por ejemplo el PDeCAT, cuyas huestes se dividen y grad¨²an a la vez entre partidarios y detractores de Carles Puigdemont, titular de la bala de plata que condiciona el recurso estrat¨¦gico de las elecciones anticipadas. Torrent es el carcelero del Parlament: lo abre y lo cierra cuando quiere. Y Torra tiene por imposici¨®n de manos la llave de la disoluci¨®n de la c¨¢mara.
El soberanismo se ha desgastado m¨¢s por s¨ª mismo de cuanto ha sido capaz de desgastarlo el frente constitucional, tan heterog¨¦neo y desquiciado como el adversario, pero m¨¢s confortable estos d¨ªas en el espect¨¢culo justiciero que proporciona la barra brava. Se ha fracturado la familia soberanista. Se ha desquiciado el liderazgo tragic¨®mico de Torra, pero la p¨¦rdida de la mayor¨ªa en el parlamento no conlleva en absoluto la p¨¦rdida de la mayor¨ªa social. La sensibilidad al independentismo engrasa como nunca la maquinaria de la propaganda, prolifera en las nuevas generaciones de votantes y puede exacerbarse en el consenso general del lazo amarillo.
Es el argumento aglutinador que devolver¨ªa al independentismo la argamasa de la cohesi¨®n: sobreponer el proceso judicial de los pol¨ªticos presos a las elecciones, destronar la pol¨ªtica por los sentimientos y recuperar la tierra prometida desde los intestinos.
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