Los cuartos de ba?o y la geometr¨ªa, las obsesiones decorativas del cine de Stanley Kubrick
El hotel Overlook de 'El Resplandor' recoge los mejores desvar¨ªos est¨¦ticos del cine de los ochenta del director estadounidense. Una exposici¨®n en el CCCB de Barcelona recoge objetos, documentos y atrezzo de varias de sus pel¨ªculas
El hiperb¨®lico cineasta Stanley Kubrick (Nueva York, 1928-1999) siempre se confes¨® como un ser mani¨¢tico. La precisi¨®n de su trabajo y su tremenda afici¨®n al puntillismo conceptual (entendido este como una desmesurada atenci¨®n al detalle) le llev¨® a crear escenarios reales, donde la direcci¨®n de arte mandaba m¨¢s que la direcci¨®n de actores.
De hecho, en su t¨ªtulo El resplandor (1980) junto a uno de sus ayudantes, recorri¨® cientos de ba?os en Estados Unidos hasta dar con uno que gustara lo suficiente al director como para que encajara en la pel¨ªcula. Los del hotel Overlook que aparecen en la pel¨ªcula fueron los elegidos para las escenas, especialmente el de la habitaci¨®n 237, al que se le dedic¨® a?os m¨¢s tarde incluso un documental. Lo mismo puede decirse del patr¨®n del suelo o del vestuario, la luz artificial que iluminaba el set de rodaje (cuya potencia caus¨® un incendio en el plat¨®), o las noventa tomas de la misma escena que hicieron que Jack Nicholson perdiera la compostura y estuviera a punto de llegar a las manos con Kubrick.
¡°Kubrick era un perfeccionista a niveles enfermizos. Pod¨ªa pasarse meses investigando una un mueble antiguo, un papel de pared o un cuadro. De ah¨ª su obsesi¨®n por el arte o el dise?o y el amor que muchos dise?adores y artistas sent¨ªan por ¨¦l. Lo mismo puede decirse de su pasi¨®n por la tipograf¨ªa o la fotograf¨ªa. Una vez que algo entraba en su campo de visi¨®n, era imposible que lo dejara ir¡±, cuenta el historiador brit¨¢nico Christopher Frayling, uno de los grandes expertos en la figura.
Este a?o, su obra cumbre, 2001: Una odisea del espacio cumple cincuenta a?os de su estreno, y el Centre de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona (CCCB) aprovecha la efem¨¦ride para traer a Espa?a una de las mejores exposiciones en torno a su figura. La muestra incluye piezas como los storyboards de Barry Lyndon (1975), los ic¨®nicos vestidos de las hermanas gemelas y el hacha de Jack Torrance de El resplandor; el casco con el lema "Born to kill" de La chaqueta met¨¢lica (1986), y las m¨¢scaras de Eyes Wide Shut (1999). Una exposici¨®n volcada en el Kubrick m¨¢s obsesivo, donde dise?o, arte y fotograf¨ªa se dan la mano y a veces se la retuercen.
El estadounidense no era solo c¨¦lebre por su talento cinematogr¨¢fico, tambi¨¦n es recordado por su obsesi¨®n est¨¦tica de sus obras, un imaginario que solo ¨¦l ten¨ªa en su cabeza. Un rol que ejerc¨ªa sin complejos, aunque diez minutos antes hubiera contratado a alguien para completar un trabajo que se supon¨ªa que iba a delegar. Su mansi¨®n de El resplandor, con el papel de flores de las paredes y las molduras cl¨¢sicas representa lo mejor y lo peor del interiorismo de los a?os ochenta en el cine, as¨ª como los terror¨ªficos osos de peluche de Eyes Wide Shut?hablan del consumismo en los a?os noventa.
Aunque Kubrick nunca trabaj¨® con el dise?ador brit¨¢nico David Hicks, pero pocos dudan de su relevancia en El resplandor, especialmente en el caso del archiconocido patr¨®n que puede verse en la moqueta del hotel, y que es una creaci¨®n de Hicks: ¡°Mi padre nunca trabaj¨® con Stanley Kubrick, creo que hubiera sido demasiado ego en la misma habitaci¨®n [risas]. Pero Kubrick copi¨® la alfombra que hab¨ªa creado mi padre y que llam¨¢bamos ¡®el hex¨¢gono". Para Frayling, el patr¨®n escogido por Kubrick reflejaba en cierto modo el filme ¡°una parte tranquila, con encanto; otra que linda con el caos y la rabia¡±.
Genios como los directores de arte Ken Adams o Harry Lange dedicaron algunos de sus mejores a?os a tratar de seguir las indicaciones del director brit¨¢nico, huidizo como pocos y capaz de escribir a la Nasa para que le dejaran la lente de un telescopio que pretend¨ªa acoplar a una c¨¢mara convencional y poder as¨ª filmar con la luz de una vela (algo que hizo en Barry Lyndon con un objetivo Zeiss de alta velocidad) o de enviar una carta al Pent¨¢gono para que le explicaran c¨®mo era su sala de emergencias en caso de desastre nuclear y as¨ª poder replicarla en ?Tel¨¦fono rojo?, volamos hacia Mosc¨² (1964), el neoyorquino no se andaba con chiquitas cuando se trataba de poner en pie una pel¨ªcula.
El director, que guardaba su fax en una caja fuerte y acostumbraba a destruir todos los modelos y maquetas que utilizaba en sus filmes para evitar que fueran reciclados por terceros, contrat¨® al mencionado Lange (un ingeniero de la NASA especializado en el dise?o de cohetes espaciales) para que el aspecto de trajes y naves en 2001 fuera cre¨ªble. Luego, se dedic¨® a volverle loco con peticiones cada vez m¨¢s retorcidas, que Lange se tomaba con la calma que la caracterizaba: ¡°Kubrick fich¨® a Harry Lange con un objetivo muy espec¨ªfico: qu¨¦ todo lo que dise?ara pudiera utilizarse de verdad en el espacio. No quer¨ªa nada fantasioso, ni grandes alardes visuales, quer¨ªa algo s¨®lido, quer¨ªa algo que crey¨¦ramos¡±, cuenta Tony Nourmand, propietario de la editorial Reel Art Press y responsable del libro The 2001 files, que relata la historia de Lange y muestra cientos de los trabajos que el ingeniero dibuj¨® y construy¨® para Kubrick.
La exposici¨®n incluye m¨¢s de 600 ¨ªtems, objetos y material de los archivos personales del director (incluyendo guiones, fotos fijas, utillaje, vestuario, maquetas, c¨¢maras y objetivos¡), y la correspondencia con todo aquel que tuviera algo que le fuera ¨²til, aportando ¨Cpor ejemplo¨C buena parte de la documentaci¨®n de Napole¨®n, su gigantesca ¨®pera inconclusa, para la que solicit¨® a un m¨ªtico estudio de Hollywood m¨¢s de 100.000 extras y a la NASA (una instituci¨®n que le obsesionaba) un parte metereol¨®gico lo m¨¢s exacto posible del tiempo que hac¨ªa en Waterloo el d¨ªa de la famosa batalla.
¡°Su obsesi¨®n por los logos, las marcas y las tipograf¨ªas es algo obvio en el conjunto de la obra del director, as¨ª como la b¨²squeda constante de patrones y texturas que encajaran en la escenograf¨ªa de un modo org¨¢nico. Por eso volv¨ªa locos a todos los dise?adores, ilustradores y directores de arte del planeta¡±, afirma Nourmand.
Comisariada por Hans-Peter Reichmann y Tim Heptner, del Deutsches Filmmuseum de Frankfurt, la muestra ya se ha podido ver en Los ?ngeles, Ciudad de M¨¦xico, Par¨ªs o Seul. ¡°Esto naci¨® con una proyecci¨®n de Tel¨¦fono rojo. Invit¨¦ a Jan Harlan y Christine Kubrick (cu?ado y hermana del director) a ver la pel¨ªcula y luego fuimos a un caf¨¦. All¨ª Christine me coment¨® los tesoros que conservaban en su casa, en Inglaterra, y yo ¨Csin venir a cuento¨C le dije que deber¨ªamos hacer una exposici¨®n. Me mir¨® con cara rara, porque no me conoc¨ªa, pero aqu¨ª estamos (risas)¡±, admite Reichmann.
La exposici¨®n de Barcelona incorpora contenidos in¨¦ditos. Entre ellos, entrevistas in¨¦ditas a actores y directores colaboradores de Stanley Kubrick o una instalaci¨®n audiovisual biogr¨¢fica, firmada por Manuel Huerga. La muestra se inaugura el 24 de octubre y permanecer¨¢ en el CCCB hasta el 31 de marzo de 2019.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.