Hawking, la inteligencia como efecto secundario
En el esquema del f¨ªsico te¨®rico la probabilidad de vida inteligente en el Universo es baja
No es dif¨ªcil imaginar a Stephen Hawking como un lector atento de ciencia ficci¨®n, concretamente de la hard, es decir, la que tiene una vocaci¨®n m¨¢s cient¨ªfica en sus argumentos. Breves respuestas a las grandes preguntas, su libro p¨®stumo, incluye preocupaciones que solo muy recientemente se han incorporado a la panoplia de las inquietudes cient¨ªficas, como la pregunta tan t¨®pica hoy de si hay vida inteligente en el universo, que, sin embargo, ha formado parte de la cultura popular de H. G. Wells. Hawking no tiene una respuesta precisa a esa pregunta, breve o extensa, ni podr¨ªa tenerla. A cambio, expone hip¨®tesis a las que en el futuro habr¨¢ que ir acostumbr¨¢ndose.
En el Esquema Hawking la probabilidad de vida inteligente es baja. Bien podr¨ªa decirse que es el efecto secundario aleatorio de una evoluci¨®n que podr¨ªa haber terminado de cualquier otra manera. En esto, Hawking sigue a Ludwig Boltzmann para quien el universo era simplemente un fen¨®meno estad¨ªstico. Una colecci¨®n al azar de ¨¢tomos en estado de orden temporal nadando en una inmensidad de desorden permanente. La vida surgi¨® por azar, la inteligencia es un subproducto de la vida y la entrop¨ªa acabar¨¢ por imponer el desorden. Hawking como Boltzmann es pesimista. Si la vida es un fen¨®meno escaso y m¨¢s a¨²n la inteligencia, ya est¨¢ casi explicado por qu¨¦ no hemos tropezado a¨²n con vida inteligente extraterrestre. El pesimismo de Hawking aparece tambi¨¦n en su defensa del impulso colonizador del espacio. No es un pesimismo expl¨ªcito, pero la colonizaci¨®n interplanetaria esconde una duda profunda sobre la capacidad del hombre para dominar su tendencia destructiva hacia el entorno. La civilizaci¨®n explota, esquilma, destruye y luego busca nuevos h¨¢bitats que explotar, esquilmar y destruir. La superpoblaci¨®n ser¨ªa la excusa perfecta para ocultar el car¨¢cter v¨ªrico (parasitario) de la humanidad.
Hollywood lleva d¨¦cadas prepar¨¢ndonos para un encontronazo de civilizaciones gal¨¢cticas. Hasta ahora, hemos ganado en todos los desenlaces. Y, como es improbable que alguna vez tenga lugar, el temor a una destrucci¨®n a manos alien¨ªgenas es equivalente a la probabilidad de que el cielo caiga sobre nuestras cabezas por imperativo de Tutatis. Es m¨¢s probable un apocalipsis provocado por nuestra propia especie, que es lo que Hawking confiaba evitar.
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