Mentiras de doble sentido

Una comunicaci¨®n leal no debe ser ambigua. Usar palabras con dos sentidos a fin de confundir al interlocutor, de modo que entienda uno distinto del que en realidad se emite, para echarle luego la culpa por ello, parecer¨¢ h¨¢bil y gracioso, pero no forma parte de una conversaci¨®n sincera.

Leamos esta frase: ¡°Yo afirmo que la Tierra es plana y estoy diciendo la verdad¡±. En efecto, quien habla dice la verdad porque es cierto que afirma que la Tierra es plana. Pero, como indican Leonarda Trapassi y Jos¨¦ Javier Martos en Los recursos de la mentira (Anthropos, 2008), las palabras tienen la capacidad de indicar varias mentiras y una verdad: ¡°S¨®lo una acepci¨®n de las muchas que posee una palabra es cierta. El resto es mentira¡±. Eso sucede porque todo interlocutor elige en estos casos la opci¨®n m¨¢s f¨¢cil de entender, puesto que presupone en el emisor una intenci¨®n leal.

La vicepresidenta Carmen Calvo declar¨® el viernes 2 de noviembre que ¡°el presidente del Gobierno nunca ha dicho que ha visto un delito de rebeli¨®n en Catalu?a¡±. Tal declaraci¨®n chocaba con la evidencia de que Pedro S¨¢nchez hab¨ªa declarado en Antena 3: ¡°Clar¨ªsimamente ha habido un delito de rebeli¨®n¡±.

Un periodista le hizo ver a la vicepresidenta esa contradicci¨®n, y ella le pregunt¨® la fecha de aquellas declaraciones: el pasado mayo. ¡°?Pasado mayo?¡±, repiti¨® Carmen Calvo. ¡°Usted me ha preguntado por el presidente del Gobierno. Nosotros respondemos de la posici¨®n del Gobierno¡±.

El ensayista luso sobre el lenguaje Adriano Duarte escribi¨® en A partitura invis¨ªvel (Colibr¨ª, Lisboa, 2001): ¡°Desde el punto de vista referencial, decir ¡®Cam?es es el mejor poeta portugu¨¦s¡¯ equivale a decir ¡®el autor de Os lusiadas es el mejor poeta portugu¨¦s¡¯. En uno y otro enunciado tenemos el mismo contenido proposicional, la designaci¨®n de la misma persona y la misma atribuci¨®n¡± por m¨¢s que en la plasticidad material no sean equivalentes.

Los profesores Rafael N¨²?ez y Enrique del Teso (Sem¨¢ntica y pragm¨¢tica del texto com¨²n; C¨¢tedra, 1996) tambi¨¦n estudiaron esta identificaci¨®n entre sujetos, a menudo planteada con el fin de ¡°no repetir las mismas palabras en poco espacio¡±, lo que obliga a crear un ¡°cat¨¢logo de sin¨®nimos¡± de aceptaci¨®n general que no depende de cuestiones cronol¨®gicas.

Por ejemplo, la oraci¨®n ¡°el autor del Quijote se qued¨® manco¡± significa ¡°Cervantes se qued¨® manco¡±, aunque tal circunstancia ocurriera mucho antes de que escribiese el Quijote.

Estas segundas denominaciones adquieren un significado id¨¦ntico al del nombre propio a base de ser reiteradas. As¨ª, ¡°el presidente del Gobierno¡± se entiende hoy en d¨ªa en todo caso como sin¨®nimo de ¡°Pedro S¨¢nchez¡±, por lo que cabe decir ¡°el presidente del Gobierno naci¨® en Madrid¡± aunque en el momento de nacer no fuera ni siquiera diputado.

Por eso mismo, si alguien publicara ¡°el presidente del Gobierno rob¨® dinero de la universidad a los 21 a?os¡±, Pedro S¨¢nchez tendr¨ªa perfecto derecho a querellarse ante esa afirmaci¨®n.

Cuesti¨®n diferente ser¨ªa si Carmen Calvo hubiera dicho: ¡°Desde que es presidente, Pedro S¨¢nchez no considera que se produjera delito de rebeli¨®n¡±. Entonces s¨ª que habr¨ªa mantenido en ese punto una conversaci¨®n leal con los periodistas y habr¨ªa evitado lo que en filosof¨ªa del lenguaje se ha definido con acierto como ¡°la mentira presuposicional¡±.