Instrucci¨®n 13
Entienda qu¨¦ es lo que le sucede ¡ªtoda esa desaz¨®n lacerante, esa piedra de la locura¡ª y deje de entenderlo un segundo despu¨¦s
En la cocina, a primera hora de la ma?ana, todav¨ªa adormecida, piense ¡°debo tomar la pastilla¡±. Caliente caf¨¦ con el fuego de la hornalla demasiado alto, de forma que el caf¨¦ se queme. Al servirlo, derrame un poco sobre la mesa. No lo limpie. Trague la pastilla. Si¨¦ntase humillada por necesitar de esa ortopedia qu¨ªmica. Cierre y abra los dedos con crispaci¨®n, como si quisiera romper alguna cosa. Pase por delante del cuarto de sus hijos, que todav¨ªa duermen, y escuche las respiraciones calmas. Preg¨²ntese por qu¨¦ usted no puede sentirse liviana como ellos, como la carne de su carne. Regrese a la cocina. Contemple las tazas blancas, listas para ser utilizadas, y sienta que son la expresi¨®n de un desastre cotidiano, un tedioso desastre de ocho a veinte, de lunes a lunes, mes tras mes. Sienta terror de que todo se derrumbe. Sienta una necesidad intensa de que todo se derrumbe. Entienda qu¨¦ es lo que le sucede ¡ªtoda esa desaz¨®n lacerante, esa piedra de la locura¡ª y deje de entenderlo un segundo despu¨¦s. Lave las cucharas que est¨¢n en la pileta. Sienta un des¨¢nimo descomunal al pensar en todas las cucharas que ha lavado y en todas las que tendr¨¢ que lavar hasta el d¨ªa en que se muera. Escuche que uno de sus hijos entra en la cocina y saluda: ¡°Buenos d¨ªas¡±. Dele la espalda. No le conteste. Es importante que haga sentir su malestar desde temprano, que extienda el lienzo de su descontento desde la ma?ana, que su amargura tenga el espesor y la solidez de las paredes de su casa. Piense que cuando su marido se despierte y entre en la cocina se sentir¨¢ aliviada por esa presencia tan simple y bien hecha como una mesa de madera. Pero cuando ¨¦l se despierte, entre en la cocina y diga ¡°buenos d¨ªas¡±, no sienta alivio. Piense, como Sylvia Plath, ¡°soy el centro de una atrocidad¡±. Pregunte: ¡°?Qui¨¦n quiere tostadas?¡±.
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