Sabios y no tan obvios consejos caninos
?Exageramos al considerar a nuestra mascota como parte de la familia? Se acaba de editar 'El gran libro de los perros', que re¨²ne en 500 p¨¢ginas extractos literarios sobre estos animales. Una excusa para que la autora reflexione sobre el asunto
Para celebrar su libro n¨²mero 100, la editorial Blackie Books ha decidido rendir un homenaje a los perros. No se pod¨ªa esperar otra cosa de un sello cuyas mascotas, Blackie y Lino, ostentan respectivamente los cargos de presidenta-fundadora y editor jefe. El gran libro de los perros, cuya edici¨®n est¨¢ a cargo de Jorge de Cascante, re¨²ne en casi 500 p¨¢ginas una antolog¨ªa en la que caben extractos de los cl¨¢sicos de la literatura canina junto a una selecci¨®n de autores m¨¢s o menos millennials (Alberto Otto, Leticia Sala, Ben Brooks¡) que brindan una mirada in¨¦dita al asunto.
Entre unos y otros, un nutrido arsenal de citas, ese adictivo g¨¦nero que sirve lo mismo para demostrar una cosa que la contraria. De Clarice Lispector (¡°Un instante en la vida de cualquier perro vale m¨¢s que la historia entera de la literatura¡±) a Doris Day (¡°Cuando estoy triste no hay nada que me anime m¨¢s que tener un perro a mi lado¡±); Bill Murray (¡°Sospecho de la gente a la que no le gustan los perros. Pero si a un perro no le gusta una persona, me f¨ªo siempre del perro¡±); Julio Iglesias (¡°Mi perro fue y sigue siendo Hey. Desde que muri¨® Hey ya no tengo perro. Lo tienen mis hijos; ese que hay ah¨ª, que se llama Truh¨¢n, es un perro vagabundo, como yo¡±); Emily Dickinson (¡°Los perros son mejores que las personas porque lo saben todo sobre ti, pero no se lo cuentan a nadie¡±) o Edith Wharton (¡°Mi perrito¡ Un latido a mis pies¡±).
"Sospecho de la gente a la que no le gustan los perros. Pero si a un perro no le gusta una persona, me f¨ªo siempre del perro" Bill Murray
En su pr¨®logo, De Cascante, adem¨¢s de regalarnos sabios y no tan obvios consejos (no, un perro no es una persona) alude al misterioso v¨ªnculo que creamos con estos animales. Lo cierto es que, al menos para m¨ª, no es f¨¢cil escribir sobre perros sin caer en pensamientos embarazosos. Los Cinco, Jorge, Tim¡ A la m¨ªnima me asalta la tentaci¨®n de ponerme demasiado nost¨¢lgica y sentimental. Me veo caricaturizada entre la c¨¢ndida Dorita, defendiendo a su perrito Tot¨® de la Bruja Mala del Oeste, o la mundana Peggy Guggenheim, modelo de se?ora exc¨¦ntrica y solitaria que se consuela con su jaur¨ªa de perros de raza. Quiz¨¢ no resulta tan literario, pero se puede tener un perro y no hablar con ¨¦l, saber que por mucho que te quiera se olvidar¨¢ hasta de s¨ª mismo al oler un rat¨®n o un conejo en el campo, reconocerlo como lo que es, no exigirle ni m¨¢s ni menos.
Si hiciera caso a Bill Murray, sospechar¨ªa de la gente a la que no le gustan los perros, pero tengo grandes amigos que los detestan, o simplemente los temen, y no sospecho nada malo de ellos. Quiz¨¢ mi problema es que aunque siempre he tenido perros, cuando pienso en un relato con perro me surge la historia de un b¨²ho. De ni?a so?aba con tener uno, alimentada mi fantas¨ªa por un cuento familiar sobre una de estas aves. Me ve¨ªa tal cual, paseando por Madrid seguida de cerca por mi sabio y alado amigo.
Un compa?ero de clase que conoc¨ªa mi deseo apareci¨® un lunes en el colegio con un precioso mochuelo que hab¨ªa atrapado en el campo. Mi sue?o hecho realidad. Una semana despu¨¦s de tenerlo en casa, regio, suelto en mi habitaci¨®n, con aquellos ojos amarillos acech¨¢ndome a oscuras, mi madre tom¨® cartas en el asunto y decidi¨® que aquello era una salvajada, que el b¨²ho no era un juguete y que se volv¨ªa a su sitio. Me convenci¨® de forma amorosa, pero supongo que la odi¨¦ igual por separarme de aquel bicho que iba a distinguirme entre el resto de los ni?os del mundo. Una cura m¨¢s de humildad, y a falta de b¨²hos, halcones, leones o leopardos, quiz¨¢ el principio de mi resignado amor por los perros.
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