Invertir en infancia
Es preciso revisar a fondo el actual entramado de prestaciones y articular un sistema integral de ayuda accesible y transparente
Hay realidades sociales que no son visibles y solo podemos hacernos cabal idea de su extensi¨®n a trav¨¦s de las estad¨ªsticas. Es el caso de la pobreza infantil. El hecho de que no veamos ni?os desvalidos por la calle seg¨²n el imaginario de pobreza heredado de Dickens no quiere decir que no exista, y, de hecho, no solo existe sino que ha aumentado en los ¨²ltimos a?os a causa de la crisis. Espa?a es el tercer pa¨ªs de la UE con mayor pobreza infantil, solo por detr¨¢s de Rumania y Bulgaria. El 28,3% de los menores, seg¨²n Eurostat, est¨¢n en riesgo de pobreza, pero lo m¨¢s preocupante es el medio mill¨®n de ni?os que sufren carencias materiales severas. Carencias en la comida, en la ropa y en cuestiones b¨¢sicas que afectan a su bienestar, como la calefacci¨®n, o a su educaci¨®n, como el acceso a Internet o a la lectura. Disponemos de legislaci¨®n avanzada, como la Ley de la Infancia de 2010, y de instrumentos pol¨ªticos de intervenci¨®n, como el nuevo Alto Comisionado para la lucha contra la pobreza infantil, pero de poco servir¨¢n si no se destinan m¨¢s recursos. Las prestaciones econ¨®micas para ni?os en situaci¨®n vulnerable apenas representan el 0,6% del PIB, cuando la media europea es del 1,2%.
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La pobreza infantil est¨¢ muy vinculada en Espa?a a la situaci¨®n de paro y precariedad laboral que viven muchas familias. El 60% de los ni?os en riesgo de pobreza forman parte de familias monoparentales, es decir, que solo tienen un ingreso. La inestabilidad en el empleo y la temporalidad hacen que la vida de los ni?os sea tambi¨¦n precaria e imprevisible, lo que se traduce en un peor desarrollo f¨ªsico y un peor rendimiento escolar. En los congresos de salud p¨²blica se cita con frecuencia la obesidad infantil como una de las nuevas caras de la pobreza. La mala nutrici¨®n est¨¢ en la base del sobrepeso infantil, una condici¨®n que cuando crezcan les pasar¨¢ factura en forma de diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Pero el mayor impacto de la pobreza incide sobre las oportunidades de futuro de esos ni?os. Por eso es preciso un pacto de Estado que garantice los recursos indispensables para atender las necesidades urgentes, pero tambi¨¦n para abordar pol¨ªticas preventivas que incidan en las causas. Las prestaciones econ¨®micas que las familias pobres reciben apenas alcanzan ahora 24,25 euros por ni?o y mes, una cantidad irrisoria comparada con las necesidades. Muchas de las ayudas se gestionan a trav¨¦s de desgravaciones en la renta, pero las familias m¨¢s pobres ni siquiera se benefician de ellas porque no ingresan lo suficiente para presentar declaraci¨®n. Es preciso revisar a fondo el actual entramado de prestaciones y articular un sistema integral de ayuda, accesible y transparente, que sit¨²e las ayudas econ¨®micas por hijo en cifras acordes con la capacidad de nuestro pa¨ªs, que no deber¨ªan ser inferiores a 100 euros mensuales.
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