Envilecer el Congreso
Con el Poder Judicial averiado en v¨ªspera del juicio del 1-O, por la instrumentalizaci¨®n del Supremo y el pasteleo de PSOE y PP, el encharcamiento del poder legislativo es muy conveniente
El verdadero castigo para Rufi¨¢n, tras su ¨²ltima performance bufa en el Congreso, hubiera sido no la expulsi¨®n, sino la indiferencia y si acaso una risa piadosa. Como sosten¨ªa Umberto Eco en su vieja pol¨¦mica sobre la cr¨ªtica literaria, prestar atenci¨®n a un mal libro es un modo de honrar ese libro; y centrar la atenci¨®n en un diputado como Rufi¨¢n, convertido una vez m¨¢s en estrella de la ci¨¦naga, es una manera de honrarlo. En definitiva, hoy ha disfrutado de la m¨¢xima gloria a la que ¨¦l puede aspirar, por m¨¢s que sea una gloria peque?a y mezquina: insultar a un ministro para provocar una marimorena, sumar titulares y por supuesto salir a hombros virtualmente, a trav¨¦s las redes sociales, llevado por sus barras bravas hasta el trending topic. La imagen de Rufi¨¢n, mientras Borrell le reprochaba el vertido de esti¨¦rcol, extendiendo los brazos como si acabara de triunfar en la Scala cantando el Ah, mes amis?de La fille du r¨¦giment?de Donizetti, lo dec¨ªa todo. Era la imagen misma de la felicidad ante el objetivo consumado.
Claro que Ana Pastor ha hecho su trabajo. Rufi¨¢n, ha buscado la tarjeta roja reglamentaria, a sabiendas de que el segundo aviso ya no daba margen. Y Ana Pastor ha intuido que era el d¨ªa de parar no ya a Rufi¨¢n, sino la espiral de invectivas cada vez m¨¢s descarnadas. La acusaci¨®n de fascista se ha convertido en menudeo verbal cotidiano, y de hecho ERC ya despach¨® ayer unos pocos a Rivera. Rufi¨¢n no es una excepci¨®n, aunque s¨ª sea la peor excrecencia en esa din¨¢mica. Hoy, con la mano groseramente en el bolsillo, interpelaba a Borrell dici¨¦ndole ¡°?y m¨ªreme bien!¡±, que es el ?m¨ªrame a la cara! del matonismo tabernario cuando reclama la atenci¨®n colectiva para ejecutar una humillaci¨®n. Ya lo us¨® con Zoido cuando le exhibi¨® las esposas, en una de sus puestas en escena con atrezzo. Otros ministros del PP cobraron tandas largas de ¡°g¨¢nster¡±, ¡°mamporrero¡± o ¡°lacayo¡±. Lo de Rufi¨¢n no es un error, es un estilo. La Real Academia recoge el verbo rufianear¡ªsolo es azar lexicogr¨¢fico¡ª y la rufianada ha llegado a ser el ¡®g¨¦nero chico¡¯ habitual en las sesiones de control.
El efecto colateral para Pedro S¨¢nchez es que no podr¨¢ seguir mirando siempre para otro lado. Rufi¨¢n, el mismo que ha acometido hoy contra Borrell, es un aliado clave de su moci¨®n y su proyecto de gobernabilidad, con quienes ¨¦l trata de componer un tri¨¢ngulo clave para sumar mayor¨ªas. Y no es la primera vez. Otros socialistas no han olvidado aquel ¡°Sr. Felipe GonzaleX. Sres. del PSOE Iscariote¡ Se?ores del PSOE, Sociedad An¨®nima¡¡±. Tratar de gobernar con ese aliado puede obligar a ejercicios de contorsionismo de los que dif¨ªcilmente se puede salir sin una luxaci¨®n moral o incluso alguna fractura antes o despu¨¦s. Sentarse como si nada con quienes han escupido hoy al ministro Borrell va a resultar cada vez m¨¢s desconcertante, porque adem¨¢s nada de lo sucedido es accidental. Ana Pastor, en su intervenci¨®n, ha lamentado que no se honre ¡°la palabra que nos han dado los espa?oles para representarles¡±. Pero probablemente Rufi¨¢n s¨ª cree entender que esto es lo que de ¨¦l espera el electorado al que representa: degradar las instituciones. Con el Poder Judicial averiado en v¨ªspera del juicio del 1-O, por la instrumentalizaci¨®n del Tribunal Supremo y el pasteleo del PSOE y el PP, el encharcamiento del poder legislativo es muy conveniente. Cuanto peor, mejor. Y ha sido un d¨ªa de lo peor.?
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