El grupo
Quien a dedo mata, a dedo muere
Un d¨ªa, hace tiempo, en un nutrido grupo de WhatsApp del que formaba parte por motivos laborales, apareci¨® de madrugada una foto del miembro de uno de sus miembros, y no es redundancia. El miembro en cuesti¨®n era, adem¨¢s, notabil¨ªsimo. El miembro del grupo, digo, no el de la foto, sobre el que no har¨¦ comentarios en atenci¨®n a su propietario y al resto de miembros del grupo, dado que las comparaciones son odiosas, y m¨¢s en ese terreno. El caso es que, en esa ¨¦poca remota, ni se pod¨ªan borrar los mensajes enviados, ni eliminar la confirmaci¨®n de lectura de los mismos, con lo cual todos y todas fuimos abriendo tan suculento documento seg¨²n ¨ªbamos despertando y, encima, fue quedando cumplida constancia de ello. Todos lo vimos. Todos lo ampliamos a todo lo que daba la lupa. Todos comentamos la jugada jeta a jeta, voz a voz o por chat privado. Pero todos callamos e hicimos como que no hab¨ªa pasado nada de cara al interesado, mitad por respeto a su persona, mitad por nosotros mismos.
El s¨¢bado, Ignacio Cosid¨®, portavoz del PP en el Senado, envi¨® ¡ªo reenvi¨®¡ª un whatsapp al grupo de senadores alardeando de poder controlar el Supremo tras el apa?o con el PSOE para poner a Manuel Marchena de presidente. El resto es historia. Alg¨²n miembro del grupo se fue de la lengua y el supuesto controlable se quit¨® de en medio provocando tremenda crisis de Estado. Seamos honestos. El mensaje no sorprendi¨® a nadie. Que un whatsapp puede hacer caer Gobiernos, temblar coronas, quebrar empresas y arruinar parejas no es noticia. Que nadie est¨¢ libre de que se le vaya el dedete a lo tonto, tampoco. S¨ª lo es que en el nuevo PP vuelen las facas. Yo que Cosid¨® iba dimitiendo antes de que me dimitiesen. Porque, mientras el miembro del miembro de mi exgrupo est¨¢ a salvo por la lealtad que suscita su due?o, no doy un euro por el suyo. Quien a dedo mata, a dedo muere.
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