Lo que esconde el broche de la ministra de Econom¨ªa
Nadia Calvi?o utiliza el mismo aguj¨®n que en su momento llev¨® Madeleine Albright, la primera mujer que fue Secretaria de Estado de EE UU
Es habitual ver a la ministra de Econom¨ªa con un broche en la solapa de sus sobrios trajes de chaqueta de dos piezas. Desde una lib¨¦lula, hasta una tortuga con el caparaz¨®n rojo, una enorme flor en tonos p¨¢lidos o una salamandra anaranjada, Calvi?o parece no poder desprenderse de estos ya-no-tan-actuales complementos. No obstante, se trata de una joya que ha ido ligada a la evoluci¨®n de las civilizaciones: ya desde el Antiguo Egipto hay constancia de la utilizaci¨®n de objetos de oro que adornaban las vestimentas. Uno de los momentos de m¨¢ximo esplendor de estos objetos, que la ministra parece querer emular, fue cuando Madeleine Albright, la primera mujer en ocupar la Secretar¨ªa de Estado de EE UU, los convirti¨® en un protagonista m¨¢s de sus apariciones p¨²blicas.
Albright cre¨® un nuevo lenguaje diplom¨¢tico a trav¨¦s de sus agujones, como ella misma explic¨® en el libro Read my pins, publicado en 2009. La pol¨ªtica cuenta en esas p¨¢ginas que la idea se la dio Sadam Husein al referirse a ella como una ¡°serpiente¡± por su intransigente postura ante las armas de destrucci¨®n masiva que pose¨ªa Irak durante la etapa de ella como embajadora de EE UU ante las Naciones Unidas. Al convertirse en secretaria de Estado durante el segundo mandato de Bill Clinton, decidi¨® llevar siempre que se reuniera con ¨¦l un broche de una serpiente enrollada en un ramo.
Con una colecci¨®n de m¨¢s de 200 broches, que ahora pertenecen al Museo de Arte y Dise?o de Nueva York, ten¨ªa uno para cada ocasi¨®n. Llevaba una tortuga para mostrar su impaciencia ante el ritmo lento del proceso de paz en Oriente Medio, pero lo cambiaba por una lechuza o mariposa si las negociaciones en curso evolucionaban favorablemente. Cuando ten¨ªa que dar un mensaje inc¨®modo, usaba una avispa; y cuando estaba molesta con las medidas de Putin aparec¨ªa con un alfiler con un insecto. Tal fue la curiosidad del dirigente ruso que una vez confes¨® a Clinton que siempre que ve¨ªa a Albright le miraba el broche e intentaba descifrar el mensaje y a qui¨¦n iba dirigido.
Durante el conflicto checheno entre movimientos separatistas y las autoridades rusas, la exsecretaria de Estado sol¨ªa aparecer con una representaci¨®n de los conocidos como tres monos sabios (esos que se tapan orejas, boca y ojos). Seg¨²n explica en su libro, quer¨ªa llamar la atenci¨®n sobre el hecho de que Rusia hab¨ªa adoptado la postura de no querer escuchar, no querer ver y no querer hablar sobre las atrocidades que acontec¨ªan en Chechenia.
Una vez que se reuni¨® con el ministro de Exteriores de Corea del Sur, este le dio un abrazo y le dijo, pensando que la prensa no estaba escuchando, que le gustaba abrazarla por la firmeza de sus pechos. "Bueno, tengo que tener algo donde poner estos alfileres", respondi¨® Albright. En el siguiente encuentro, la exsecretaria llev¨® un broche de un zorro en color rojo y solo quiso estrechar la mano al coreano. Ese mismo zorro, aunque en color blanco, es el que la ministra de Econom¨ªa suele llevar.
Su dise?adora es Lea Stein, una artista que naci¨® en Francia en 1936. Era hija de unos jud¨ªos polacos refugiados en el pa¨ªs vecino. Tras una infancia complicada por tener que mantenerse escondida y en contin¨²o movimiento durante la Segunda Guerra Mundial, comenz¨® con una peque?a tienda de botones y hebillas en Par¨ªs. Cuando nadie quer¨ªa joyas de pl¨¢stico porque eran sin¨®nimo de barato, ella y su marido, el qu¨ªmico Fernand Steinberger, desarrollaron un proceso con el que creaban capas m¨²ltiples de l¨¢minas de acetato de celulosa con el que consegu¨ªan color, textura y una ilusi¨®n tridimensional en los objetos. Hoy en d¨ªa, es reconocida como la dise?adora de joyer¨ªa pl¨¢stica m¨¢s notable e innovadora del siglo XX.
La tortuga de Calvi?o, muy parecida a la pieza de Lea Stein que llevaba Albright, el zorro cabeza abajo o la flor en tonos beige, son algunos de los objetos que las dos mujeres de Estado comparten. Si se mantiene en la estela Albright, como parece, ahora solo quedar¨¢ descifrar el mensaje que la ministra quiere transmitir en cada aparici¨®n.
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