El f¨²tbol, en paz
El ¨¦xito de la gesti¨®n de la Copa Libertadores no debe medirse solo en t¨¦rminos econ¨®micos
El desarrollo sin incidentes de la final de la Copa Libertadores en Madrid el domingo demostr¨® que las barras bravas, los hinchas fan¨¢ticos del f¨²tbol argentino, son menos feroces a este lado del Atl¨¢ntico, pero sobre todo fue la prueba fehaciente de que la capital espa?ola funciona y que en ella las tres Administraciones pueden coordinarse en poco tiempo para garantizar la seguridad de un evento deportivo especialmente problem¨¢tico. Ninguno de los peores augurios se cumpli¨® y los aficionados de Boca y River, as¨ª como los madrile?os, pudieron tener la fiesta en paz.
Aceptar que el partido decisivo de la Copa Libertadores se jugase en Madrid era una apuesta que entra?aba cierto riesgo, no solo porque el encuentro de vuelta se hab¨ªa suspendido en Buenos Aires por los enfrentamientos entre los hooligans, sino porque durante el puente de la Constituci¨®n la capital se llena hasta la bandera. Se movilizaron 4.000 agentes de seguridad de diferentes cuerpos y Administraciones ¡ªde la Polic¨ªa Nacional, Guardia Civil, Polic¨ªa Municipal y hasta guardias privados, adem¨¢s de la Cruz Roja y el SAMUR¡ª y se realiz¨® una labor de informaci¨®n para neutralizar a los 500 hinchas con antecedentes penales. El ¨¦xito de la gesti¨®n del encuentro no debe medirse solo en t¨¦rminos econ¨®micos. Si el Gobierno espa?ol pretend¨ªa enviar un mensaje positivo sobre el funcionamiento de sus instituciones para el control de movimientos de masas, lo ha logrado. No hay que olvidar que el Ejecutivo ha ofrecido una candidatura conjunta a Marruecos y Portugal para que se dispute en estos tres pa¨ªses el Mundial de f¨²tbol en 2030.
Los incidentes que obligaron a trasladar un partido desde Buenos Aires a Madrid, a 10.000 kil¨®metros de distancia, demostraron que el f¨²tbol padece un problema grave de violencia, y los clubs deben compartir con la polic¨ªa la responsabilidad de evitar desmanes de manera preventiva, porque cuando tienen que intervenir las fuerzas de seguridad suele ser demasiado tarde. El imponente despliegue en Madrid demuestra que las medidas de seguridad no son infalibles, pero funcionan.
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