Tiempo de protesta
Los indignados fueron un s¨ªntoma que debi¨® ser atendido por los gobiernos y partidos protagonistas de los sistemas democr¨¢ticos
En El Antiguo R¨¦gimen y la Revoluci¨®n, Alexis de Tocqueville indic¨® que el impulso por abolir las instituciones medievales no surgi¨® all¨ª donde estas eran m¨¢s duras, como en Alemania, sino donde resultaban m¨¢s insoportables para una poblaci¨®n que en gran parte ya las hab¨ªa superado, caso de Francia. La advertencia resulta aplicable a movimientos sociales posteriores, que no fueron fruto de la miseria generalizada o asonadas de la canalla, seg¨²n pretend¨ªan historiadores tradicionales, ni tampoco de una onda larga de depresi¨®n. Para la misma Revoluci¨®n francesa, resulta ya establecido que surge en una fase de crisis que sucede a un prolongado crecimiento secular y que quienes integraron la multitud revolucionaria en Par¨ªs desempe?aban ante todo peque?os oficios urbanos, no eran los miserables.
Son rasgos que se repiten, seg¨²n las primeras aproximaciones sociol¨®gicas, en el movimiento franc¨¦s de los chalecos amarillos. Se alzan contra un gobierno que asiste pasivo, e incluso agrava, el deterioro econ¨®mico registrado en Francia, como en el resto de Europa, sin que vuelva el bienestar anterior a la Gran Regresi¨®n. No solo en Par¨ªs, sino en esa Francia secularmente deprimida respecto de la capital. Protestan en su mayor¨ªa trabajadores activos, pero tambi¨¦n capas medias y cuadros, coincidentes todos en que Macron no les escucha. Es la rebeli¨®n del franc¨¦s medio, aprobada incluso por el 45% de lectores del conservador Le Figaro, a pesar de la violencia impuesta por los casseurs.
Siguiendo otra vez con Tocqueville, v¨ªa Merton, el esp¨ªritu de revuelta actual procede de un sentimiento de privaci¨®n relativa, del desfase entre lo que un colectivo estima que debe ser la atenci¨®n justa a sus necesidades, y lo que ofrecen los recursos disponibles, restringidos adem¨¢s por una acci¨®n de gobierno que resulta culpabilizada. O de unas instituciones: caso de la movilizaci¨®n contra Europa, tanto por los chalecos en Bruselas, como desde el populismo xen¨®fobo de Salvini.
Europa recuerda a la vestimenta de aquella ministra que usaba dos tallas inferiores a la suya: aqu¨ª y all¨¢, a punto de estallar. Y por todos lados. Los indignados fueron un s¨ªntoma que debi¨® ser atendido, y no solo desde movimientos pol¨ªticos de signo oportunista, sino por los gobiernos y partidos protagonistas de los sistemas democr¨¢ticos, que han contemplado sin reaccionar las derivas hacia los populismos de extremas derecha e izquierda, as¨ª como a su complemento de hoy, la protesta generalizada y ac¨¦fala. Quiz¨¢s atizada por Putin v¨ªa Facebook.
Pron¨®stico: un camino de destrucci¨®n para Europa y la democracia, que entre nosotros registra la variante, neofascista en las formas, de los CDR apadrinados por Torra, y, como amenaza, de Podemos, si insiste Iglesias en el regreso a sus or¨ªgenes.
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