Pr¨®ximo destino: el pasado
La pol¨ªtica se ha convertido en una superestructura cargada de ruido y rabia sin incidencia real despu¨¦s sobre la infraestructura
Comentando la locura de esta fase final del Brexit, un periodista ingl¨¦s se?alaba el otro d¨ªa que nunca hab¨ªa asistido a tanto hiperactivismo pol¨ªtico para no llegar a ninguna parte. Esto no es exclusivo de los brit¨¢nicos. El sino de la pol¨ªtica democr¨¢tica contempor¨¢nea parece reducirse a este continuo tejer y destejer. Todo se mueve, el cambio acelerado es ya el nuevo atributo de la democracia. Pero se trata de un cambio virtual, se queda en el limbo de la informaci¨®n, no repercute despu¨¦s sobre la realidad. Sobre la ¨²nica realidad que importa, la vida cotidiana de las personas. Dicho en t¨¦rminos antiguos, la pol¨ªtica se ha convertido en una superestructura cargada de ruido y rabia sin incidencia real despu¨¦s sobre la infraestructura.
La raz¨®n principal estriba en que en todas partes se ha debilitado la gobernabilidad. Sin claras mayor¨ªas para nada, el resultado, a pesar de tanto hiperactivismo, es que todo sigue m¨¢s o menos igual. Y cuando esas mayor¨ªas se consiguen, como en la Italia de Salvini, otros poderes menos hiperb¨®licos pero no menos eficaces, como la UE, se encargan de realizar el ajuste. Lo verdaderamente nuevo de aquello a lo que estamos asistiendo, y esta ser¨ªa mi tesis, es que lo que se propone como novedoso es viejo.
En la Italia populista, se manifiesta en el retorno a una ya imposible sociedad blanca, libre de las ¡°impurezas¡± culturales provocadas en ella por las migraciones. Aqu¨ª lo vemos en el independentismo catal¨¢n, que a?ora, al menos en la ret¨®rica de Waterloo, un modelo de divorcio del Estado inspirado en Yugoslavia. Podr¨ªa hacerlo recurriendo al de Noruega cuando en su d¨ªa se escindi¨® de Suecia, pero ?qu¨¦ tiene que ver Catalu?a con el peque?o pa¨ªs n¨®rdico de 1905? No niego que alg¨²n d¨ªa Catalu?a podr¨ªa alcanzar la independencia, pero para que fuera factible tendr¨ªa que ser algo radicalmente distinto a lo que ya conocemos de otros experimentos anteriores. Y ahora aparece Vox, que aspira a sumergirnos en un neofranquismo de claros contornos centralistas y retornando a la moral cat¨®lica. ?Creen de verdad que algo as¨ª es realizable en la Espa?a del s. XXI?
Hemos creado, pues, un imaginario pol¨ªtico anacr¨®nico. ?De verdad tenemos tan poca imaginaci¨®n como para hacer frente a los desaf¨ªos del futuro con recetas del pasado? Lo alucinante es que funciona, que la gente se lo traga. A pesar de lo que vemos en el Brexit o en la lun¨¢tica corte de Trump. Y lo cierto es que los polit¨®logos ya no podemos entenderlo sin recurrir a la ayuda de los psic¨®logos. Alguien tiene que explicarnos esta psicopatolog¨ªa pol¨ªtica del ciudadano europeo. Ouelebeck lo intent¨®: ¡°Es triste el naufragio de una civilizaci¨®n, (..) empiezas a sentirte un poco inc¨®modo en tu vida y acabas por aspirar al establecimiento de una rep¨²blica isl¨¢mica¡±. O una Eslovenia catalana, o una Espa?a neofranquista, o un Reino Unido neoimperial. Esperemos que quede en eso, en meros delirios coyunturales. ?Pero cu¨¢nto pueden durar los bloqueos sist¨¦micos?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.