Reino Unido hacia el limbo
Una soluci¨®n para el embrollo del Brexit es que el Gobierno brit¨¢nico solicite que contin¨²e el periodo de negociaci¨®n y que el Consejo Europeo acepte por unanimidad. Es la opci¨®n con menos costes
El desenlace del proceso del Brexit resulta a estas alturas impredecible como lo ha sido durante buena parte de la negociaci¨®n. Existen varios escenarios posibles y cada uno de ellos depende de trayectorias pol¨ªticas incontrolables. Lo que s¨ª resulta claro es que cualquier resultado est¨¢ lejos de ser ¨®ptimo aunque los efectos negativos var¨ªan en intensidad entre ellos. El primer escenario es el de salida ordenada siguiendo el Acuerdo de Retirada. Ello depende de que May consiga que el Parlamento brit¨¢nico lo ratifique. Pasado el escollo de la moci¨®n de censura de su propio grupo pol¨ªtico, lo que ha quedado claro para la primera ministra brit¨¢nica es que, dada la divisi¨®n interna del partido conservador, conseguir una mayor¨ªa a favor del acuerdo depende de los laboristas y otros partidos.
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El partido laborista favorece la permanencia o un modelo de relaci¨®n similar al noruego, aunque en su seno existe tambi¨¦n un alma minoritaria pero poderosa (representada por el propio Corbyn) que considera a la UE la encarnaci¨®n del capitalismo extremo. Por otra parte, un fracaso de May afectar¨ªa de lleno a las expectativas electorales del partido conservador, as¨ª que los incentivos de los laboristas pueden provocar el efecto parad¨®jico de lograr un resultado que solo agradar¨ªa a una minor¨ªa del partido pero mejorar¨ªa sus perspectivas de gobierno. Si el Gobierno de May no consigue ratificar el acuerdo se abren inmediatamente otros escenarios que est¨¢n condicionados por acontecimientos pol¨ªticos imprevisibles.
?Qu¨¦ le conviene a la UE? Los escenarios de permanencia son los m¨¢s ventajosos para los estados y los ciudadanos
El segundo escenario es la denominada ¡°salida dura¡± (hard Brexit) de la UE: ante la incapacidad de obtener un voto mayoritario en el Parlamento, el Gobierno podr¨ªa optar, simplemente, por dejar transcurrir el plazo hasta el 29 de marzo de 2019, fecha que marca la terminaci¨®n autom¨¢tica de la pertenencia brit¨¢nica a la UE. Un sector importante de la opini¨®n p¨²blica brit¨¢nica y del propio partido conservador favorece esta opci¨®n que, adem¨¢s, presenta un coste relativamente bajo para el Gobierno: la salida ¡°dura¡± no podr¨ªa ser imputada a May sino a los euroesc¨¦pticos. Adem¨¢s, May puede verse tentada a convocar elecciones anticipadas si pierde la votaci¨®n en el Parlamento, con el fin de que un nuevo Gobierno y mayor¨ªa tome la decisi¨®n definitiva sobre el Brexit. May ha anunciado que no se presentar¨¢, as¨ª que lo importante es determinar qu¨¦ factores integrar¨¢n el c¨¢lculo pol¨ªtico sobre el que basar¨ªa su decisi¨®n. Lo que se trasluce del acuerdo y la actitud de May es que ha comprendido que los costes de un Brexit duro, aunque desconocidos, se barruntan descomunales. ?Querr¨¢ asumir personalmente pasar a la historia como la l¨ªder que, intuyendo los enormes costes del Brexit, tom¨® la decisi¨®n en ausencia de mayor¨ªas claras a favor tanto en el pa¨ªs como en el Parlamento? Mi percepci¨®n, puramente especulativa, es que no, porque no hay beneficios claros (m¨¢s all¨¢ de satisfacer al ala radical de su partido que la ha combatido intensamente) derivados de la misma.
En este supuesto, se abre un tercer escenario: la permanencia efectiva en la UE. La reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Uni¨®n Europea (TJUE) ha dejado claro que Reino Unido puede revocar unilateralmente la notificaci¨®n de retirada antes del d¨ªa 29 de marzo aunque no podr¨¢ hacerlo si el acuerdo de retirada se ratifica antes de esa fecha (y es precisamente esta advertencia la que puede estimular una intensa movilizaci¨®n de los euroesc¨¦pticos m¨¢s radicales para impedir la ratificaci¨®n y as¨ª favorecer el escenario de salida dura). El Gobierno probablemente no encontrar¨ªa tampoco apoyo mayoritario en el Parlamento para esta decisi¨®n. Pero s¨ª en la creciente movilizaci¨®n ciudadana en favor de un segundo refer¨¦ndum sobre el Brexit.
Muchos atribuyen propiedades taumat¨²rgicas al refer¨¦ndum. No es as¨ª. Un refer¨¦ndum depende esencialmente de los consensos previos y posteriores sobre su valor y la puesta en pr¨¢ctica de los resultados. Y en el caso de un segundo refer¨¦ndum, est¨¢ claro que no existe un amplio consenso sobre su celebraci¨®n. Pero es que, adem¨¢s, la consulta tendr¨ªa que ofrecer respuestas m¨²ltiples con el resultado conocido de que la opci¨®n final ser¨ªa muy minoritaria. As¨ª que este escenario parece dif¨ªcil de concretar.
Los pol¨ªticos y ciudadanos brit¨¢nicos deben disfrutar el privilegio de explorar los efectos de sus decisiones
?Queda alguna opci¨®n? S¨ª. El Gobierno brit¨¢nico puede solicitar una continuaci¨®n del periodo de negociaci¨®n y el Consejo Europeo puede concederlo por unanimidad. La UE ya ha hecho saber claramente que no hay nada m¨¢s que negociar, pero de lo que se trata es de pretender que se negocia. Tan c¨ªnico como pueda sonar, es la opci¨®n con menos costes (no cierra la puerta al hard Brexit, permite mantener el acuerdo y puede permitir tambi¨¦n la continuidad de la pertenencia brit¨¢nica a la UE), y los traslada a los euroesc¨¦pticos radicales brit¨¢nicos (que, en cualquier caso, mantendr¨¢n abiertas opciones futuras m¨¢s radicales). Reino Unido se colocar¨ªa en una posici¨®n de pertenencia en el limbo (limbo membership): siendo un miembro de pleno derecho del club, muy probablemente adoptar¨ªa la actitud distanciada que ha seguido desde julio de 2016. Naturalmente, hay escollos pol¨ªticos y jur¨ªdicos (por ejemplo, ?qu¨¦ ocurre con la elecci¨®n del Parlamento Europeo de 2019?) y la continuidad de la pertenencia en la UE estar¨ªa en manos de los otros 27, pero con costes comparativamente menores que los planteados en los otros escenarios (ya que mantiene abiertos todos ellos).
Llegados a este punto, la cuesti¨®n importante es ?qu¨¦ le conviene a la UE? En el corto plazo, la evidencia de los costes en comercio, movilidad de ciudadanos, cuestiones territoriales, etc¨¦tera, indican que los escenarios de permanencia son los m¨¢s ventajosos para los Estados y los ciudadanos. Pero estos c¨¢lculos descuentan los enormes costes de asumir un gran Estado miembro cuya clase pol¨ªtica ha sucumbido a un debate ag¨®nico que ella misma ha alentado durante varias d¨¦cadas (recordemos que Reino Unido ya celebr¨® un refer¨¦ndum sobre su pertenencia en 1975) y que no ha sido capaz de resolver. M¨¢s a¨²n, parece que esta agon¨ªa se instalar¨¢ a medio y largo plazo en la vida pol¨ªtica brit¨¢nica y tampoco es descartable que los euroesc¨¦pticos controlen en un futuro no muy lejano el Gobierno brit¨¢nico. En este caso, las consecuencias para la UE pueden ser impredecibles pero no son de descartar bloqueos institucionales, contagios de ret¨®ricas nacionalistas, etc¨¦tera.
Neutralizadas las externalidades que el Brexit crea para la UE, el tratamiento de la UE es obvio: Reino Unido es una democracia madura que no necesita ser tratada como una democracia adolescente o Peter Pan, inconsciente e irresponsable de las consecuencias de sus actos. Al contrario, la clase pol¨ªtica y la ciudadan¨ªa brit¨¢nica deben disfrutar el privilegio de explorar plenamente las consecuencias de sus decisiones democr¨¢ticas. Y los dem¨¢s podremos aprender mucho del ejercicio, como hemos hecho hist¨®ricamente. Y si una nueva generaci¨®n de brit¨¢nicos decide reintegrarse al club, recuperar¨¢n, obviamente, el lugar que leg¨ªtimamente les pertenece.
Carlos Closa es profesor de Investigaci¨®n del IPP-CSIC.
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