El crimen de Laura y la obscenidad pol¨ªtica
Vox calienta el debate social con la adhesi¨®n irresponsable de casi todos los partidos
La clase pol¨ªtica no ha desaprovechado la oportunidad de degradarse en el velatorio de Laura Luelmo. Empezando por Vox, cuyo l¨ªder justiciero, Santiago Abascal, ha exigido el escarmiento de la cadena perpetua y ha responsabilizado al PP y al PSOE de haber dise?ado un espacio de impunidad a los criminales, naturalmente para ofrecerse ¨¦l mismo como soluci¨®n a la inseguridad de nuestras calles en su cualificaci¨®n de l¨ªder armado con una Smith & Wesson.
Es un enfoque tan hiperb¨®lico y obsceno como el que ha expuesto Pablo Echenique (Podemos) en su cuenta de Twitter: ¡°Infinito desprecio a los miserables que desde la pol¨ªtica buscan votos ensangrentados en el antifeminismo¡±. No cabe contexto m¨¢s polarizado ni incendiario para malograr el sosiego de una sociedad que vuelve a sentirse vulnerable e indignada. Y que participa en las redes sociales de un debate visceral al que proporciona altavoz la piroman¨ªa pol¨ªtica.
Lo demuestra el oportunismo con que Pablo Casado ha restregado a Pedro S¨¢nchez esta ma?ana la temeridad de haber recurrido en el Constitucional la prisi¨®n permanente revisable, como si fuera la cadena perpetua encubierta la gran superstici¨®n contra el mal. Y como si no estuviera vigente, en su presunto efecto disuasorio, cuando el asesino de Laura Luelmo cometi¨® su crimen atroz. Que ella fuera una mujer teleg¨¦nica en la autopsia a cielo abierto de los plat¨®s, y que el criminal fuera gitano exageran la tormenta perfecta en el que prospera el discurso populista e hiperb¨®lico, no ya determinado en acosar el garantismo, sino maximalista, megal¨®mano, en su ambici¨®n definitiva: extirpar el mal, ya sea castrando el heteropatriarcado, como sostiene entre l¨ªneas Adriana Lastra, o bien con los grilletes de la c¨¢rcel eterna.
Las estad¨ªsticas pelean en desigualdad de condiciones frente a los instintos, pero conviene mencionarlas porque Espa?a, m¨¢s all¨¢ de un C¨®digo Penal sever¨ªsimo con los cr¨ªmenes de sangre, aloja un baj¨ªsimo ¨ªndice de criminalidad; porque los execrables cr¨ªmenes contra las mujeres no discrepan del promedio comunitario; y porque la reincidencia que se atribuye a los violadores est¨¢ muy lejos del alarmismo social que jalea Abascal.
Nadie ha llevado tan lejos como ¨¦l la f¨®rmula justiciera que emana del hedor social ¡ª¡°que se pudran en la c¨¢rcel¡±¡ª. Y nadie como ¨¦l va a rentabilizar pol¨ªticamente la psicosis en la providencia del autoritarismo. El problema es que los partidos ¡°convencionales¡± participan de la misma demagogia, se adhieren al peligro que supone exponer la naturaleza imperfecta de una democracia ¡ªen sus virtudes, en sus defectos¡ª al fielato de una soluci¨®n milagrera.
La prisi¨®n permanente revisable cuestiona la Constituci¨®n en sus ¡°preceptos¡± de reeducaci¨®n y reinserci¨®n ¡ªya es hora de que trascienda la sentencia del Tribunal Constitucional al respecto¡ª, y hab¨ªa sido rechazada por casi todas las fuerzas parlamentarias, pero ha ido obteniendo una extraordinaria popularidad entre los partidos pol¨ªticos porque abre las entra?as de la identificaci¨®n electoral.
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