La democracia como segunda oportunidad
El voto no responde a una valoraci¨®n racional de los programas electorales ni a una adhesi¨®n ideol¨®gica con el partido al que se otorga la confianza
![Mesa de votaci¨®n en un colegio electoral.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/W3PWZBSPOQKIUUZSHUPAQVVDWY.jpg?auth=dd1f3112563ad61abff038f247d944a3356984a1a903b205429b402425b5b384&width=414)
Empieza a ser habitual que a cada noche electoral le suceda una ma?ana de arrepentimiento. Muchos norteamericanos se despertaron un d¨ªa pregunt¨¢ndose c¨®mo era posible que Trump hubiera sido elegido presidente. No menos brit¨¢nicos se tiraron de los pelos por no haber ido a las urnas a decir que no al Brexit porque pensaron que el esfuerzo no ser¨ªa necesario. Y se cuentan por miles los andaluces que, aun con poco entusiasmo, hubiesen acudido a los colegios electorales hace un par de semanas si hubieran intuido que la extrema derecha pod¨ªa empezar en Andaluc¨ªa su delirio reconquistador.
Estos hechos ponen de manifiesto, al menos, cuatro cuestiones: La primera, que hemos generado el espejismo de que la democracia se mantiene por inercia. Quiz¨¢s as¨ª se explique que mientras el barco se hunde la orquesta siga tocando. Por otro lado, y a la luz de lo aprendido, no parece buena idea que las decisiones complejas y trascendentes se dejen en manos de una votaci¨®n m¨¢s, sin otros mecanismos que exijan mayor deliberaci¨®n, madurez y compromiso. La tercera es una derivada de ¨¦sta y tiene que ver con la necesidad de argumentar hasta el infinito las consecuencias de cada decisi¨®n. ?Se explic¨® suficientemente lo que el Brexit pod¨ªa acarrear, enfrentando a sus defensores a m¨ªnimos contrastes con la realidad? ?Y lo que supondr¨ªa derogar la ley de violencia de g¨¦nero, como propone Vox? Uno de los motivos por los que probablemente no se invierte suficiente esfuerzo en esto es porque tenemos la certeza, y esta es la cuarta constataci¨®n, de que en un buen n¨²mero de casos, al parecer de forma creciente, el voto no responde a una valoraci¨®n racional de los programas electorales ni a una adhesi¨®n ideol¨®gica con el partido al que se otorga la confianza. Se trata, m¨¢s bien, de una identificaci¨®n emocional; en ocasiones con un imaginario, pero en muchos casos en contra de otro. La encuesta de 40 dB sobre las elecciones andaluzas arroja datos significativos a este respecto.
Estos d¨ªas debatimos hasta qu¨¦ punto los cordones sanitarios son ¨²tiles para aislar las ideas de la extrema derecha. La Historia demuestra que incorporarlos a las instituciones tiene muchos riesgos, pero las pol¨ªticas de aislamiento en Pa¨ªses Bajos, Austria, Suecia o Alemania no est¨¢n dando mejores resultados. Aplicando estas cuatro lecciones aprendidas, tal vez debi¨¦ramos comenzar por poner en marcha mecanismos que permitan confrontar cada propuesta con la prueba de la realidad, mostrando a las claras sus consecuencias. Junto a ello, en el plano emocional, hemos de construir un imaginario atractivo en torno a los valores de los que nos sentimos orgullosos. La democracia no puede vivir de inercias. Ha de construirse cada d¨ªa mediante procesos de deliberaci¨®n, conformaci¨®n de la opini¨®n y toma de decisiones cada vez m¨¢s complejos.
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