Cuando yo, una gata, descubr¨ª que era adoptada
M¨ªa se decide a escribir para aconsejar a los humanos que en vez de comprar un animal, opten por adoptar
Hola. Soy M¨ªa. Una gata (nada) com¨²n europea. Creo que tengo dos a?os y medio. Vivo en Madrid con Pedr¨ªn, un se?or mayor encerrado en el cuerpo de una persona de 37 a?os. No es mal compa?ero de piso pero, como todos los humanos, a veces resulta un poco plasta. Que si no hagas esto, que si no te subas ah¨ª¡ chico, soy una gata y hago lo que me da la gana.
El otro d¨ªa vinieron unos amigos suyos a comer a casa (¨¦l s¨ª puede traer amigos, yo no) y, mientras tomaban el caf¨¦, se pusieron a hablar de m¨ª. Cuando esto sucede (el 100% de las veces) me hago la dormida. Me s¨¦ de memoria el cuento de lo buena, lo lista y lo guapa que soy (insisto, soy una gata). Pero esta vez hubo algo diferente en la conversaci¨®n, porque le preguntaron por mi origen. Les explic¨® que, antes de llegar, hab¨ªa pasado por dos casas: en la que hab¨ªa nacido y en otra en la que ya hab¨ªa una gata y a la que, por lo visto e incomprensiblemente, no le hac¨ªa mucha gracia mi llegada. Y luego lo de siempre: que soy muy cari?osa (cierto), que a veces soy un poco torpe (falso), que rasco los sof¨¢s (pasa palabra)¡ Hasta ah¨ª todo m¨¢s o menos bien.
Pero hubo una palabra que me hizo levantar las orejas y centrar la atenci¨®n en las tradicionalmente aburridas conversaciones humanas. Al vuelo, escuch¨¦ ¡°adoptada¡±. ?Qui¨¦n es adoptada? ?Yo? Un poco fuerte enterarse as¨ª, ?no? La verdad, hubiera preferido que Pedr¨ªn me hubiera sentado un d¨ªa en el sof¨¢ que no ara?o nunca y me lo contara. Una conversaci¨®n sincera entre amigos.
Pero la forma es accesoria. No sab¨¦is el orgullo que me entr¨® cuando me enter¨¦ de que era adoptada. Me levant¨¦ de mi postura de siesta y me frot¨¦ contra las piernas de mi compa?ero de piso. ¡°Muchas gracias por adoptarme. Y muchas gracias por adoptar¡±, le estaba diciendo. Aunque me quejo bastante y, en ocasiones, soy un poco arisca, he de reconocer que he tenido mucha suerte. Tengo un hogar en el que me quieren y me cuidan. Incluso juegan conmigo un rato cada d¨ªa. Pero no todos tienen la misma suerte. Seg¨²n un estudio de la Fundaci¨®n Affinity, en 2017 se recogieron 138.000 perros y gatos abandonados en Espa?a. Y ahora que me he enterado de que soy adoptada y llega la Navidad y mucha gente se plantea pedirle una mascota a los Reyes Magos, me gustar¨ªa lanzaros unas advertencias felinas.
La primera es que no somos un juguete. Somos seres vivos y tenemos sentimientos. Incorporar una mascota a tu vida implica una responsabilidad. Nos tienes que cuidar, alimentar, educar, sacar de paseo, tratar con respeto y jugar con nosotros de vez en cuando. Y somos para toda la vida. ?Qu¨¦ es eso de dejarnos en una cuneta o en un contenedor? Me sumo con mis cuatro zarpas a la campa?a #nosoyunjuguete.
La segunda es que, entre las muchas responsabilidades que conllevamos, hay una que es muy importante: la econ¨®mica. Implicamos una serie de gastos importantes. El veterinario, la comida, los premios¡ Que somos parte del presupuesto familiar, vaya.
Si con estad dos advertencias contin¨²as pensando en sumar a tu vida un animal, un ¨²ltimo consejo-petici¨®n-mandato felino: no compres, adopta. Hay miles y miles de animales esperando por una familia que los acoja. Si adoptas, estar¨¢s d¨¢ndonos una oportunidad y aumentando las posibilidades para que otros la tengan. Yo tengo una vida moderadamente feliz (pod¨¦is seguir mis andanzas en mi cuenta de Instagram) y me gustar¨ªa que fuera as¨ª para muchos m¨¢s animales del mundo (as¨ª somos los gatos, magn¨¢nimos).
Estoy muy contenta de saber que soy adoptada. Y tambi¨¦n muy orgullosa de Pedr¨ªn, por haberlo hecho. Y, por qu¨¦ no decirlo, aliviada por la econom¨ªa familiar. Todos sabemos que, si hubiera acudido al mercado a comprarme, no hubiera podido. Somos impagables. Los animales no tenemos precio.
Fdo: M¨ªa
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.