A vueltas con el fascismo
Antes de alarmistas llamamientos contra la extrema derecha es conveniente mirar en cada uno de los pa¨ªses donde ese fen¨®meno crece y preguntarse qui¨¦n est¨¢ sembrando la divisi¨®n y qui¨¦n legitima el populismo
El retorno del fascismo ha sido ¨²ltimamente esgrimido con frecuencia tanto para describir la situaci¨®n a la que hoy se enfrentan muchos pa¨ªses del mundo como para alertar sobre el peligro que acecha a nuestras democracias. Aunque es cierto el incremento del apoyo a partidos de extrema derecha y el auge de propuestas autoritarias y demag¨®gicas, la recurrente alusi¨®n al fascismo, con la imagen de terror y espanto con la que est¨¢ asociado, puede ser equivocada en la medida que distorsiona los problemas, confunde sobre sus soluciones y tiende a establecer el debate en el err¨®neo y sobrepasado campo de la derecha y la izquierda. En el caso particular de Espa?a, donde ese t¨¦rmino viene utiliz¨¢ndose ya desde hace a?os con pretextos pueriles y prop¨®sitos intimidatorios, su uso es particularmente ineficaz.
No debe preocupar tanto el retorno del fascismo como la repetici¨®n de las circunstancias y las decisiones pol¨ªticas que dieron lugar al fascismo. Es muy improbable la reproducci¨®n hoy del modelo de dictadura brutal que conocimos en el pasado. Pero existe un riesgo mucho mayor de que el descalabro de la pol¨ªtica actual conduzca a la ca¨ªda o la crisis de los sistemas democr¨¢ticos. Lo que debe preocuparnos hoy no es el fascismo, sino la extrema polarizaci¨®n pol¨ªtica, el ascenso de los mediocres y demagogos, la descomposici¨®n de los partidos pol¨ªticos, el desprecio de la moderaci¨®n, el sectarismo, el recurso constante a la toma de las calles, la explotaci¨®n de los fallos del sistema democr¨¢tico ¡ªcorrupci¨®n, injusticia, inseguridad¡ª para combatir el conjunto del sistema, los llamamientos a la divisi¨®n entre los ciudadanos, la guerra cultural entre las ¨¦lites urbanas y el resto de la sociedad, la falta de horizonte de los j¨®venes, la ausencia de l¨ªderes mundiales y el desprecio a la cooperaci¨®n internacional. De ah¨ª surgi¨® el fascismo; eso es lo que tenemos que resolver ahora.
Pese a que se trata de un conflicto hist¨®ricamente europeo, Estados Unidos no es ajeno actualmente a este debate. Tambi¨¦n hay en EE?UU quienes ven pr¨®xima la amenaza del fascismo o incluso quienes ya lo ven instaurado en la Casa Blanca. Pero, por lo general, el estilo m¨¢s acad¨¦mico y contenido del debate en este pa¨ªs permite extraer algunas ideas que pueden ser v¨¢lidas en cualquier parte del mundo, puesto que as¨ª como la globalizaci¨®n nos ha igualado en los problemas, deber¨ªa tambi¨¦n servir para igualarnos en las soluciones. Curiosamente, nunca Estados Unidos y M¨¦xico, los dos grandes pa¨ªses fronterizos, ten¨ªan presidentes tan opuestos ideol¨®gicamente y tan similares al mismo tiempo.
La divisi¨®n, el extremismo pol¨ªtico es la respuesta falsa?a los problemas que
no se saben resolver
Esto ocurre entre otras razones porque, como dice Dan Balz en The Washington Post, "las l¨ªneas divisorias en este nuevo mundo de desorden no son ya simplemente las de izquierda-derecha, con conservadores peleando contra izquierdistas". "Esta l¨ªnea todav¨ªa existe, pero de forma creciente las fuerzas de la desestabilizaci¨®n vienen de otros ¨¢ngulos y de otras direcciones".
Jason Stanley, que es profesor de la Universidad de Yale e hijo de refugiados europeos que huyeron del fascismo, ha escrito un libro de ¨¦xito en EE?UU, cuyo t¨ªtulo es How Fascism Works, en el que analiza las similitudes del mundo actual con el que conocieron sus padres en Europa en los a?os treinta del siglo pasado y llega a la conclusi¨®n de que la mayor coincidencia es la repetici¨®n hoy de las pol¨ªticas de "nosotros contra ellos". Es la explotaci¨®n pol¨ªtica por parte de dirigentes mediocres de las divisiones normales en la sociedad o acentuadas por la crisis econ¨®mica la que conduce a un escenario en el que acaban triunfando los radicales y los impostores, tanto de derechas como de izquierdas.
La divisi¨®n, el extremismo pol¨ªtico es la respuesta falsa a los problemas que no se saben resolver. El extremismo pol¨ªtico es el reconocimiento del fracaso de la verdadera pol¨ªtica, que por definici¨®n ha de buscar el punto medio, donde est¨¢ la mayor¨ªa de la sociedad a la que los pol¨ªticos deben representar y defender. La radicalizaci¨®n pol¨ªtica es especialmente peligrosa cuando se produce dentro de los partidos tradicionales, o bien cuando estos se implican en alianzas con partidos radicales y anticonstitucionales. "Cuando el miedo, el oportunismo o el c¨¢lculo err¨®neo conduce a los partidos establecidos a permitir la entrada de los radicales en el escenario principal, la democracia est¨¢ en peligro", aseguran Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en su libro How Democracies Die.
Los dos profesores de Harvard han estudiado a fondo lo que consideran la mayor amenaza para las democracias actuales: la desaparici¨®n del papel de los partidos pol¨ªticos como vigilantes y gestores del sistema. Desde la Segunda Guerra Mundial ¡ªm¨¢s recientemente en el caso de Espa?a¡ª, la democracia se ha sostenido sobre la base de que "los l¨ªderes de dos principales partidos aceptaban al contrario como leg¨ªtimo y resist¨ªan la tentaci¨®n de usar su control temporal de las instituciones para maximizar su rentabilidad partidista".
Son las decisiones pol¨ªticas?de ayer y de hoy las que?azuzan el monstruo?populista y autoritario
Pedirle a un pol¨ªtico sacrificar sus intereses personales o partidistas en beneficio de la democracia puede parecer absurdo. Desde luego lo es con la actual clase pol¨ªtica, incluso en momentos tan delicados como los presentes. Pero es necesario recordar el peligro que representa la legitimaci¨®n, el blanqueo por parte de los partidos tradicionales de las fuerzas antisistema mediante alianzas pol¨ªticas coyunturales. Levitsky y Ziblatt recuerdan que ni Alemania ni Italia en los a?os treinta ni Venezuela en los noventa, por mencionar un totalitarismo de otro signo, dieron mayoritariamente el respaldo a Gobiernos autoritarios: "A pesar de sus grandes diferencias, Hitler Mussolini y Ch¨¢vez siguieron similares rutas hacia el poder. No solo eran outsiders con capacidad de captar la atenci¨®n, sino que cada uno de ellos alcanz¨® el poder porque los pol¨ªticos establecidos desoyeron las se?ales de advertencia, les entregaron el poder o les abrieron las puertas para obtenerlo". En el caso de Venezuela, los dos autores mencionan el apoyo de Rafael Caldera a Hugo Ch¨¢vez ¡ªal que indult¨® cuando cumpl¨ªa condena por participar en un golpe de Estado¡ª, lo que permiti¨® a Caldera resurgir de su irrelevancia pol¨ªtica y ser elegido presidente en 1993, solo para allanar el camino al propio Ch¨¢vez, que gan¨® las siguientes elecciones e impuso el sistema que hoy ha arruinado econ¨®mica, pol¨ªtica y moralmente al pa¨ªs.
El fascismo no es un fantasma que se nos aparece de repente en medio de la noche. Son las decisiones pol¨ªticas de ayer y de hoy las que azuzan el monstruo populista y autoritario. Como dice Dan Balz, "el mundo ya estaba siendo crecientemente desordenado antes de que Trump fuera presidente y fue elegido precisamente por ese desorden". "La inestabilidad y el desorden son ahora moneda com¨²n en el mundo, poniendo a prueba la capacidad de los l¨ªderes de crear territorio f¨¦rtil en el que reaccionar".
La reacci¨®n que se requiere no es contra el fascismo. Es mucho m¨¢s urgente y mucho m¨¢s sencillo identificar a los verdaderos saboteadores de nuestra democracia a d¨ªa de hoy, los que se saltan a diario las normas de la convivencia y violan la Constituci¨®n, y los que lo toleran con indiferencia para no perder el poder. Antes de alarmistas llamamientos contra la extrema derecha es conveniente mirar a nuestro lado en cada uno de los pa¨ªses donde ese fen¨®meno crece y preguntarse qui¨¦n est¨¢ sembrando la divisi¨®n, qui¨¦n est¨¢ legitimando el populismo y el nacionalismo ya, en este momento, desde las instituciones establecidas, qui¨¦n est¨¢ ya utilizando el poder en beneficio personal, qui¨¦n est¨¢ sembrando la semilla para la quiebra del sistema. "Nadie que est¨¦ dispuesto a hacer cualquier cosa por ser presidente merecer¨ªa ser nunca presidente", dice George Will en The New York Times como consejo al Partido Dem¨®crata, en busca del candidato presidencial m¨¢s adecuado frente a la extrema derecha en EE?UU.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.