La luna
La felicidad consiste sobre todo en que el cuerpo guarde silencio por dentro
Los hombres mueren y no son felices, exclama el Cal¨ªgula de Albert Camus. Es evidente que el tiempo es un aliado natural de la muerte y en este combate contra el destino el resultado ya est¨¢ de antemano escrito, pero la felicidad puede conced¨¦rsela uno a s¨ª mismo si no pide m¨¢s de lo necesario. Cal¨ªgula solo era un inmaduro. Ped¨ªa la luna. Pero la luna dej¨® un d¨ªa de ser una met¨¢fora de lo inalcanzable y su conquista no ha a?adido a los mortales ni un gramo m¨¢s de felicidad. La luna de Cal¨ªgula est¨¢ aqu¨ª en la tierra donde cualquiera que remonte el r¨ªo de la memoria hallar¨¢ un aroma, el tacto en otra piel, un sabor en el paladar, el sonido de una m¨²sica evanescente o una imagen velada en el espejo del pasado cuyo recuerdo le nublar¨¢ el cerebro y le har¨¢ saltar las l¨¢grimas de placer. Un instante de esta felicidad da sentido a toda una vida y en esas sensaciones hay que apoyar la palanca para sobrevivir. No ser¨¦ yo quien se atreva a imponer a nadie una receta para ser feliz. Prohibido volver la vista atr¨¢s y hacer balances. Pero a la hora de alcanzar la luna de Cal¨ªgula en mi caso este a?o han sido suficientes dos o tres buenas pel¨ªculas, dos exposiciones de pintura, algunas sobremesas agradables con amigos, tres o cuatro libros, el mar gratuito, un jazz escogido para el crep¨²sculo, una radiograf¨ªa y una anal¨ªtica favorables como un viaje a ninguna parte en busca de dioses derribados en los intestinos. Considero que si estos fueran frutos agrarios no ser¨ªa una mala cosecha. La felicidad consiste sobre todo en que el cuerpo guarde silencio por dentro. ?Qu¨¦ te duele? Nada. ?Qu¨¦ esperas? Que suene el tel¨¦fono con una noticia agradable que te permita en medio de la basura tirar de la vida hacia una primavera inexorable hasta la sand¨ªa abierta del verano. Despu¨¦s nada, salvo un verso de H?rderlin, como si fuera siempre un d¨ªa de fiesta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.