Patrocinada
Hoy, como cada fin de a?o, pienso en las necesidades subjetivas

Esta noche, antes y despu¨¦s de las uvas, en distintas cadenas de televisi¨®n se emitir¨¢n los anuncios m¨¢s caros del a?o. Recuerdo la publicidad del empalagoso bomb¨®n diplom¨¢tico, la telefon¨ªa neorrom¨¢ntica y filantr¨®pica, las entra?ables cenas regadas con refrescos azucarados y aquellas im¨¢genes de aviones sobre algodonosas nubes que nos dejan intuir el amor divino. Para una se?ora de 50 a?os a la que en el aeropuerto le cuesta trabajo sacar botellas de las m¨¢quinas dispensadoras ¡ªla se?ora se deja la pasta, los ri?ones y a veces hasta los dedos¡ª; pasa por el arco de seguridad, y recoge el equipaje de mano y las dos bandejas donde deposita su panacea hialur¨®nica y laxantes l¨ªquidos; permanece de pie m¨¢s de media hora para embarcar con el equipaje de mano sin que se lo retiren; sube la maleta al portaequipajes; come men¨²s aderezados con glutamato y sin yey¨¦¡ Para una se?ora as¨ª, la blandura deslizante del id¨ªlico avi¨®n termina siendo, m¨¢s que publicidad enga?osa, una burla. Aunque haya que reconocer que, por regla general, el avi¨®n no se cae.
As¨ª que hoy, como cada fin de a?o, pienso en la vida patrocinada y las necesidades subjetivas, el retrato que la publicidad esboza de nuestra civilizaci¨®n y por qu¨¦ los anuncios nos hacen parecer incluso m¨¢s gilipollas de lo que somos, y me estremezco por el cambio de paradigma y la alteraci¨®n de nuestro nivel de tolerancia: una mujer defeca bollitos marrones y, antes de cerrar la tapa del v¨¢ter, roc¨ªa el ba?o con un arom¨¢tico espray. M¨¢s all¨¢ de la invitaci¨®n a la coprofagia o a la sensata confusi¨®n entre mierda y boller¨ªa industrial, desconcierta ese rechazo a los olores que hace del hogar para¨ªso qu¨ªmico y ecosistema de alergias sostenibles. En Los asquerosos, Santiago Lorenzo, describe risibles h¨¢bitos actuales que, si fueran analizados por un extraterrestre, le har¨ªan desear volver a casa con una pastilla de turr¨®n de Jijona como souvenir. Escribe Lorenzo sobre la costumbre de lucir camisetas con esl¨®ganes: ¡°Otro muy asnal se presentaba con la leyenda de Oxford University, desprestigiando a un claustro que no le habr¨ªa admitido en la casa sabia ni como cad¨¢ver donado¡±. La cima de mi estupor llega cuando veo el anuncio del ni?o que cree que su padre es un personajillo fant¨¢stico y, en realidad, su padre es dependiente de un gran almac¨¦n. ?Alguien ha calibrado el nivel de terror que esconde esta historia con su musiquilla amable y hipster? Es casi tan escabroso como aquel v¨ªdeo humor¨ªstico en el que otro p¨¢rvulo sorprend¨ªa a sus progenitores colocando los regalos de Reyes. Mam¨¢ y pap¨¢ se quitaban la careta de mam¨¢ y pap¨¢ y, por debajo, aparec¨ªan los rostros de Melchor, Gaspar y Baltasar que revelaban: ¡°Los padres no existen¡±. A lo mejor era un alivio, pero normalmente estos anuncios freudianos, igual que los de colonias con su met¨¢fora de un paisaj¨ªstico coito perpetuo o de una feminidad adherida al desodorante y la crema depilatoria, son tan traum¨¢ticos como los publirreportajes con finalidad social o los programas del coraz¨®n que dosifican en la misma escaleta una apolog¨ªa de la Monarqu¨ªa espa?ola y una alabanza renovada del ¡°siente a un pobre a su mesa¡±. Lo vi yo, en Nochebuena, con mis ojitos. Hoy les deseo un 2019 estupendo en que estos horrores, punta del iceberg de muchos otros, no se repitan. Pero antes tendr¨¢n que comprarse ropa interior roja, meter el oro en la copa de champ¨¢n y comerse las doce uvas peladas. Porque las pieles son peligros¨ªsimas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
