Una ni?a de bronce contra el machismo financiero
El toro de Wall Street y 'La ni?a sin miedo' protagonizan una ins¨®lita 'guerra' de esculturas en Nueva York
El primer golpe de mano tuvo lugar en 1989. El 15 de diciembre, a la una de la madrugada, un cami¨®n se deten¨ªa frente al edificio de la Bolsa de Nueva York y, en una operaci¨®n que dur¨® cinco minutos, depositaba la escultura de un toro de bronce de tres toneladas. Al d¨ªa siguiente por la ma?ana, la radio, la televisi¨®n y un ej¨¦rcito de periodistas y reporteros gr¨¢ficos se mezclaban con los turistas y la gente que trabajaba en Wall Street, contemplando el espect¨¢culo. Salvo alg¨²n alto ejecutivo, todo el mundo, incluido el alcalde, Ed Koch, estaba encantado. La polic¨ªa retir¨® la escultura a rega?adientes, exigiendo a las autoridades de la Bolsa que cubrieran los gastos de traslado a un patio de Queens. El confinamiento dur¨® poco. Haci¨¦ndose eco del clamor popular, el presidente de la Comisi¨®n de Parques de la Ciudad de Nueva York autoriz¨® la instalaci¨®n de la pieza en una isleta de tr¨¢fico situada en el extremo meridional de Broadway, frente al min¨²sculo parque de Bowling Green. Seg¨²n su autor, el escultor de origen siciliano Arturo Di Modica, la obra era una celebraci¨®n del esp¨ªritu del pueblo americano, aunque resulta dif¨ªcil no ver en el Toro de Wall Street un s¨ªmbolo del capitalismo. Adoptada por los neoyorquinos, a lo largo de tres d¨¦cadas, innumerables personas de todo el mundo se han fotografiado junto a la escultura.
El segundo golpe de mano tuvo lugar en 2017 la v¨ªspera del D¨ªa de la Mujer Trabajadora y como maniobra publicitaria fue a¨²n m¨¢s eficaz. Uno de los fondos de inversi¨®n m¨¢s potentes del mundo, State Street Global Advisors, encarg¨® a la escultora Kristen Visbal una estatua cuyo fin, afirmaron, era llamar la atenci¨®n sobre la escasez de mujeres en los altos puestos del mundo de las finanzas. La ma?ana del 7 de marzo, cuando la ciudad se despert¨® descubri¨® una segunda figura de bronce en Bowling Green: una ni?a de cuerpo fr¨¢gil y rostro agraciado, con la coleta ondeando al viento, que desafiaba al Toro de Wall Street con los brazos en jarra. Bautizada como La ni?a sin miedo, la escultura se gan¨® instant¨¢neamente la simpat¨ªa de los neoyorquinos, con la excepci¨®n de Di Modica, que interpuso un recurso exigiendo la inmediata retirada de la intrusa por distorsionar el sentido primigenio de su pieza, convertida por la aparici¨®n de la nueva figura en un s¨ªmbolo machista.
Fue un gesto in¨²til: la ni?a se hab¨ªa ganado el coraz¨®n de los neoyorquinos, y el alcalde, Bill de Blasio, se resist¨ªa a dar la orden de retirada. Tras una compleja negociaci¨®n, se lleg¨® a una soluci¨®n: la ni?a pod¨ªa permanecer en Bowling Green durante un a?o. Cuando se cumpli¨® el plazo, la pol¨¦mica se reaviv¨® y el permiso se extendi¨® seis meses m¨¢s. Por fin, a finales de noviembre se ejecut¨® la orden de destierro. Ir¨®nicamente, La ni?a sin miedo fue trasladada al lugar donde apareci¨® originariamente su escultura rival, frente al edificio de la Bolsa. La decisi¨®n no ha satisfecho a casi nadie. La sensaci¨®n general es que, separadas, las dos piezas carecen de sentido. De todos modos, aunque todav¨ªa es algo incierto, parece que hay un atisbo de soluci¨®n: las horas del toro de Bowling Green en su ubicaci¨®n actual est¨¢n contadas por razones de seguridad viaria. Todo apunta a que el Toro de Wall Street acabar¨¢ por reunirse con la ni?a que naci¨® para plantarle cara.
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