Conversaciones presentes y ausentes
No pretendo hacer de futur¨®loga, pero me resulta interesante intuir de qu¨¦ hablaremos, para ver de qu¨¦ podr¨ªamos hablar
Entidades dedicadas al uso del lenguaje y analistas de distintos ¨¢mbitos celebran el fin de a?o seleccionando los t¨¦rminos que mejor califican el periodo que termina. Es una fant¨¢stica costumbre si tenemos en cuenta que el lenguaje configura el pensamiento. Estudiar c¨®mo nos expresamos ha sido siempre una suerte de indagaci¨®n en las sociedades poni¨¦ndonos ante el espejo que supone lo que decimos y c¨®mo lo decimos.
Hoy ya estamos en un a?o nuevo y resulta sugerente empezar a vislumbrar por qu¨¦ ra¨ªles discurrir¨¢ la conversaci¨®n p¨²blica en Espa?a en ese ciclo que traspasa el calendario arrastrando lo que dej¨® el anterior. No pretendo hacer de futur¨®loga, pero me resulta interesante intuir de qu¨¦ hablaremos, para ver de qu¨¦ podr¨ªamos hablar. Inventariar las conversaciones previsibles para identificar las que pueden quedarse al margen.
Sabemos que hablaremos de elecciones: Municipales en todo el pa¨ªs, auton¨®micas en buena parte, europeas trascendentales y qui¨¦n sabe si generales. Sin embargo, es posible que hablemos poco de pol¨ªtica. Es decir, de ese ejercicio que supone acordar con los otros, con los diferentes, para identificar objetivos comunes. Es mucho m¨¢s f¨¢cil lo primero y hace falta mucha inteligencia para lo segundo, as¨ª que ser¨¢ posible que nos quedemos en la espuma electoral sin descender a las profundidades de las posibilidades reales de transformaci¨®n. Lo estamos viendo ya en muchos discursos que buscan estrechar la Constituci¨®n solo a una interpretaci¨®n cerrada e inerte de la misma en lugar de vislumbrar los m¨¢rgenes que permitan encontrar formas de renovarla de manera que quepamos todos en ella.
Tambi¨¦n es casi seguro que mencionaremos muchas veces la palabra polarizaci¨®n. La realidad publicada y la que alimentamos cada d¨ªa en las redes sociales generan una imagen de confrontaci¨®n permanente que los partidos incorporar¨¢n a sus estrategias electorales. Posiblemente dedicaremos menos tiempo a analizar los indicadores que nos muestran que la sociedad percibe m¨¢s esta polarizaci¨®n en los partidos que en s¨ª misma. Y quiz¨¢ no demos la relevancia que merecen los datos demosc¨®picos que nos advierten que, en relaci¨®n con el conflicto catal¨¢n, van en aumento aquellos votantes que optan, tanto desde el independentismo como fuera de ¨¦l, por opciones m¨¢s tendentes a explorar los acuerdos que a seguir explotando una confrontaci¨®n sin salida razonable.
Por supuesto, populismo seguir¨¢ siendo otra palabra estrella. Acompa?ada de otras como iliberalismo o los m¨¢rgenes del sistema, ser¨¢n muchas las p¨¢ginas que llenaremos asombr¨¢ndonos de hasta d¨®nde pueden resquebrajarse los cimientos que cre¨ªamos s¨®lidos. No ser¨¢n tantas, me temo, las dedicadas a entender las causas del cuestionamiento de las reglas del juego en las que se basa nuestra convivencia.
Estos son solo unos ejemplos de lo que ¡ªquiz¨¢s¡ª hablemos y de lo que ojal¨¢ podamos incorporar a la conversaci¨®n. El a?o no ha hecho m¨¢s que empezar.
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