Un entra?able cuento de Navidad. O no
Esta vez no hay milagro de Dickens ni de Capra. Solo racionalidad y decencia para luchar contra la intransigencia y el delirio de quienes quieren laminarnos, exterminarnos, como pretendi¨® el franquismo
Usted saluda al vecino del cuarto, al carnicero o a la farmac¨¦utica, tan amables, y quiz¨¢ han votado a Vox. Esa es la realidad.
Ha recordado esta ma?ana Jos¨¦ K., ya de memoria feble y selectiva, que un diciembre de hace m¨¢s de una d¨¦cada entr¨® en el chino de calle abajo. Todav¨ªa hoy mantiene en la retina aquella fabulosa mezcla de colores y texturas, de pl¨¢sticos y lentejuelas. De aquel d¨ªa le ha asaltado hoy el recuerdo de unos vistosos trajes de Melchor, Gaspar y Baltasar, ricas coronas incluidas, como de Pap¨¢ Noel, blanqu¨ªsimas barbas y sacos generosos. ?C¨®mo elegir entre unos y otros?
No duda nuestro amigo de que los votantes de Vox, ese fascinante descubrimiento antropol¨®gico surgido en las milenarias tierras andaluzas, crisol que se dice de b¨¢rcidas, romanos, fenicios, visigodos, bizantinos, ¨¢rabes y lo que ustedes gusten a?adir, pero m¨¢s espa?oles limpios de linaje que nadie, optar¨¢n por los Reyes de Oriente, rica tradici¨®n del bel¨¦n, mucho corcho y mucho papel de plata. ?Y zambomba? Pues claro, zambomba, y los peces en el r¨ªo y campana sobre campana.
De origen complejo, con muchos padres y muchas madres, el sagrado advenimiento de Vox tiene todas las trazas de haber venido, ay, para quedarse. Pero es curioso el fen¨®meno. Usted saluda a su vecino del cuarto, tipo afable y sonreidor, y lo mismo ha votado al novedoso partido de Abascal. Como el carnicero del mercado que le corta a Jos¨¦ K. su filetito de h¨ªgado, altos niveles de hierro y de vitamina C, ¨¢cido f¨®lico y vitamina B12, micronutrientes importantes para prevenir la anemia, tan frecuente en los ancianos. ?Por qu¨¦ no ha podido sumar su papeleta a los forofos de don Pelayo?
Nos hallamos ante un problema de muy dif¨ªcil soluci¨®n. Ellos son nosotros y nosotros somos ellos
Tambi¨¦n podr¨ªa gustar del mismo partido el juez que se ocupa de nuestro caso de las hipotecas, la maestra de nuestras nietas, o ese camarero que d¨ªa a d¨ªa lleva el cortadito, con sacarina, por favor, a la mesa de m¨¢rmol de nuestro hombre en su acostumbrado cafet¨ªn. No sabe Jos¨¦ K. si entre ellos se reconocen por un sexto sentido especial, como los enanos de Monterroso, pero el hecho es que son indistinguibles a primera vista y en silencio, que cuando hablan son m¨¢s reconocibles, por aquello de los negros, las mujeres, las autonom¨ªas y, sobre todo, los catalanes. Ayudar¨ªa que los votantes de Vox tuvieran el me?ique r¨ªgido, el pelo fosforito o los ojos amarillos. Pero no se da la circunstancia. Vulgares. Como los dem¨¢s.
Ha mencionado Jos¨¦ K. Catalu?a y no puede por menos que recordar que ese asunto ha sido, sin que la cosa necesite mayores explicaciones, uno de los principales padres de lo sucedido en Despe?aperros abajo, as¨ª que manda el sentido com¨²n que hablemos de ellos cuando hablamos de los otros. Y aunque la situaci¨®n, es obvio, requerir¨ªa un an¨¢lisis acad¨¦mico m¨¢s profundo, perm¨ªtanle a nuestro hombre la groser¨ªa de encontrar ciertas semejanzas. Tomen asiento en alguna terraza del paseo de Gracia, llenos los ojos de ese sue?o que se llam¨® Gaud¨ª, pidan ustedes una coca-cola zero con hielo y ver¨¢n que se la sirve una amable se?orita que a la salida se marchar¨¢ de piquete con sus amigos del CDR. Por no hablar del abogado al que ha ido a ver para un problema de su empresa, y al que mientras charla sobre una posible soluci¨®n jur¨ªdica, se le aparecen columnas de eslovenos en perfecta formaci¨®n militar caminando a paso firme Ramblas abajo hasta la estatua de Col¨®n ?Advertir¨ªa Jos¨¦ K. en los muy convencidos independentistas alguna se?al externa, un gesto esquivo, un rugido fiero en lugar de un educado Bon dia, com est¨¤ vost¨¨? En absoluto. Es m¨¢s, son igualitos, f¨ªsico y vestimenta, a los nativos de Medina de Rioseco, recios castellanos, o igualitas a las nacidas en Villanueva de la Serena, extreme?as estoicas.
Quiere Jos¨¦ K. sacar alguna conclusi¨®n de esta indiscutible evidencia, que no puede ser otra que la melanc¨®lica constataci¨®n de que nos hallamos ante un problema de muy dif¨ªcil soluci¨®n, que ellos son nosotros y nosotros somos ellos. Que vivimos la vida de los otros, pero que los otros viven nuestra misma vida. Que no podemos separarnos con l¨ªneas divisorias definidas, que incluso en la misma familia, y es posible que hasta en la misma cama, se confundan deseos y votos, sue?os e ideolog¨ªas. Por eso es tan dif¨ªcil enfrentar este peligro que desde dentro amenaza con inocular virus tan peligrosos como el ¨¦bola. Porque no sabemos distinguirlos, porque nos parecen tan id¨¦nticos a nosotros mismos que nos cuesta deducir de cada individualidad la pesadilla que nos traen como partido o grupo organizado. Aqu¨ª, en Francia o en Italia.
En la misma familia, y es posible que en la misma cama, se confunden deseos y votos, sue?os e ideolog¨ªas
Porque es cierto que son intolerantes. Pero para esconder que nos desprecian. O nos odian. O nos repudian. Es buen padre el carnicero, buena madre la maestra, abuela amorosa la m¨¦dica. Pero Vox o los independentistas irredentos, el conjunto de todos ellos, la suma de esas individualidades, es atroz, por muy distintos que sean sus or¨ªgenes, sus causas y sus ambiciones pol¨ªticas.
El fanatismo uniformiza. Jos¨¦ K. quiere exagerar en el ejemplo, y para ello recuerda que su primera aparici¨®n fue para elogiar el panfleto y reivindicar la demagogia. As¨ª que se lanza, advirtiendo de que usa la hip¨¦rbole con fines pedag¨®gicos.
Por ejemplo: ?cu¨¢ntas veces han le¨ªdo c¨®mo quer¨ªan Joseph y Magda Goebbels a sus seis peque?os hijos, los mismos que luego envenenaron con cianuro, o lo cari?osos que eran con sus esposas los torturadores de Pinochet? ?Y quienes tiraban desde helic¨®pteros en Argentina a los opositores a Videla, no regalaban tiernos peluches a sus lindos nietecitos? Lejos, lej¨ªsimos de la intenci¨®n de Jos¨¦ K. achacar la capacidad de llevar a cabo esas barbaridades a nuestros ultras espa?oles, l¨ªbrenos el se?or, pero disc¨²lpenle por explicitar de tal manera la cient¨ªfica comprobaci¨®n de que sumar probidades individuales no lleva necesariamente a la probidad grupal.
?Y el cuento de Navidad? Pues no, esta vez no hay milagro de Dickens ni de Capra. Solo racionalidad y decencia para luchar contra la intransigencia y el delirio. ?Somos iguales? No, ellos quieren laminarnos, exterminarnos, como pretendi¨® el franquismo hace apenas unos pocos a?os. Nosotros queremos libertad, equidad y democracia, incluso para que ellos puedan agitar banderas y cantar himnos. Por eso hay que derrotarles en las urnas, nunca dejarse amedrentar por sus gestos amenazantes, ni encogerse ante su virulenta palabrer¨ªa, jerga rid¨ªcula de luceros y reconquistas. Desnudemos sus mentiras y denunciemos la colaboraci¨®n de quienes les engordan, pol¨ªticos pimpollos que presumen de derecha civilizada, todos ellos obsesionados con borrar a la izquierda de la faz de la Tierra, Aznar todopoderoso, s¨¢lvanos. Y por ¨²ltimo, but not least, tambi¨¦n podemos repetirles que en la calle, codo a codo, somos mucho m¨¢s que dos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.