?ngeles de la revoluci¨®n
El arte s¨ª puede transformar nuestra percepci¨®n de la realidad
Hubo un tiempo, all¨¢ por las primeras d¨¦cadas del siglo XX, en el que se pens¨® que el arte pod¨ªa transformar no s¨®lo la percepci¨®n del mundo, sino la realidad en s¨ª misma, y que los artistas, desde los acr¨®batas de circo a los novelistas, deb¨ªan poner su talento al servicio de esa transformaci¨®n.
Algunos creadores sintieron que a trav¨¦s de su arte ser¨ªan capaces de mejorar las condiciones materiales en las que viv¨ªan sus conciudadanos. La revoluci¨®n pol¨ªtica fue de la mano de la revoluci¨®n art¨ªstica: as¨ª como el fascismo italiano tuvo su futurismo, la revoluci¨®n bolchevique tuvo su suprematismo. Si la revoluci¨®n pol¨ªtica en la mayor¨ªa de las ocasiones devino en tragedia, derrota brutal, r¨¦gimen totalitario o dictadura, la art¨ªstica evidenci¨® los peligros del compromiso art¨ªstico cuando ¨¦ste se convierte en dogma. Llego a esta reflexi¨®n despu¨¦s de ver una pel¨ªcula bella, inteligente, conmovedora y extra?a: ?ngeles de la revoluci¨®n (2014), de Alex¨¦i Fedorchenko.
Esta pel¨ªcula rusa se mueve en dos ejes temporales: 1919 y principios de los a?os treinta. En el primero se presenta la historia de un grupo de artistas vanguardistas rusos: un director de cine, un compositor, un arquitecto, un escultor y un director de teatro. En el segundo, Polina, una mujer carism¨¢tica que conoce a cada uno de los artistas, los liderar¨¢ en una misi¨®n cultural a la taiga de Siberia, donde su poblaci¨®n ind¨ªgena se resiste a la colectivizaci¨®n sovi¨¦tica. Son los a?os que preceden a la rebeli¨®n de Kazym, que comenzar¨¢ en 1933 y que se saldar¨¢ en masacre y la prohibici¨®n de todos los ritos y manifestaciones culturales de los pueblos khanty y nenet.
No es esta, sin embargo, una pel¨ªcula realista que muestra un evento hist¨®rico. Todo lo contrario. No hay en ella una narrativa expositiva ni mucho menos una tesis, sino una serie de escenas en las que predomina el lenguaje simb¨®lico, a veces incluso surrealista. Y a pesar de su falta de realismo y lo desconcertante de muchas de las situaciones y di¨¢logos, es una profunda reflexi¨®n sobre la historia y su representaci¨®n, sobre la libertad art¨ªstica y sobre la imaginaci¨®n como fuente de conocimiento. Un ejemplo: Polina se disfraza de diosa khanty y representa un pasaje ritual con sus compa?eros, tambi¨¦n disfrazados, mientras el director de cine los graba. La escena cambia del color al blanco y negro, se cubre de la bruma del r¨ªo, los personajes act¨²an como protagonistas de una pel¨ªcula muda. Al final del filme nos damos cuenta de la trascendencia de esta escena que en principio parec¨ªa un juego vanguardista: la historia se nos desvela en toda su crueldad sin se?alar culpables ni inocentes, buenos ni malos, sino personajes atrapados en un momento hist¨®rico en el que incluso las mejores intenciones acaban en violencia. A trav¨¦s de una imaginaci¨®n desbordante, la belleza de im¨¢genes inusitadas y la exacerbaci¨®n de los sentidos, Fedorchenko nos invita a entrar de forma diferente en la ya muy transitada historia del estalinismo.
Cuando el arte se ha limitado a seguir o reproducir las consignas de un proyecto pol¨ªtico, ha fracasado en lo pol¨ªtico y, en muchos casos, en lo art¨ªstico. Sin embargo, el arte s¨ª puede transformar nuestra percepci¨®n de la realidad y, con ello, inspirarnos a incidir en ella. El impacto de la obra art¨ªstica ser¨¢ siempre m¨¢s profundo, duradero y transformador cuando no intente imponer una visi¨®n de la realidad presente o pasada, sino ofrecer formas novedosas desde d¨®nde mirarla.
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