Coraje, obstinaci¨®n e infortunio
Si la cobard¨ªa y el desaliento no pudieron con May, tampoco ha podido Corbyn con su moci¨®n de desconfianza
La fortuna suele estar mal repartida. Hay gobernantes que tropiezan con ella con ins¨®lita frecuencia y no saben aprovecharla, mientras que otros se arrastran toda la vida sin que ni por asomo les sonr¨ªa la suerte, y en cambio persisten obstinados y valientes en sus combates en pos de la oportunidad definitiva que les sirva para alzarse con el triunfo.
Entre los primeros se halla David Cameron ¡ªprobablemente uno de los gobernantes m¨¢s fr¨ªvolos e irresponsables de una ¨¦poca plet¨®rica de gobernantes fr¨ªvolos e irresponsables¡ª, al que la fortuna le ha regalado casi todo, desde su origen familiar y su formaci¨®n elitista hasta la oportunidad de convocar un refer¨¦ndum arriesgado sobre la independencia de Escocia y ganarlo para la causa del mantenimiento de la uni¨®n. Entre los segundos se cuenta Theresa May, tibia partidaria de mantener a su pa¨ªs integrado en la UE y obligada a gestionar el Gobierno conservador tras una derrota ajena y la posterior deserci¨®n de sus responsables, empezando por Cameron, el primer ministro que convoc¨® otro refer¨¦ndum, este sobre el Brexit, porque crey¨® que se puede volver a vencer por el mero hecho de haber vencido.
El fracaso de May ha sido colosal. Entero y desde el primer d¨ªa. No ha logrado nada de lo que se propuso. Ni en la negociaci¨®n con Bruselas, ni en la convicci¨®n de sus conciudadanos. Al contrario, los 27 han exhibido una envidiable unidad de criterio y de posiciones negociadoras frente a Londres en el preciso momento en que se hallaban divididos en casi todas las otras cuestiones estrat¨¦gicas. En cuanto a los brit¨¢nicos, habla por s¨ª sola la cifra hist¨®rica de la votaci¨®n del martes, un repudio pol¨ªtico ins¨®lito en la historia parlamentaria de Westminster.
La tarea con que se enfrent¨® la primera ministra desde el primer d¨ªa no era para esp¨ªritus pusil¨¢nimes o impacientes, como demostr¨® la deserci¨®n inmediata de los personajes m¨¢s ruidosos y ligeros en su trato con la verdad y con las promesas electorales. Gracias a su coraje y a su obstinaci¨®n, May se atrevi¨® a buscar la imposible coalici¨®n que reuniera a los partidarios del Brexit y a los partidarios de quedarse, aun a riesgo de obtener lo que ha obtenido, esa enorme y terrible coalici¨®n de todos los enemigos de la propuesta, necesariamente pragm¨¢tica y posibilista y probablemente el ¨²nico Brexit posible. La crueldad de esta vasta coalici¨®n es extrema, puesto que niega a May los votos para el acuerdo, pero tambi¨¦n se los niega a Corbyn para abrir el camino a unas nuevas elecciones. Quieren sencillamente que May siga tost¨¢ndose en esa sucia e intratable parrilla heredada.
Tambi¨¦n le salieron mal las cosas cuando disolvi¨® el parlamento y convoc¨® elecciones anticipadas para reforzar la base parlamentaria de su Gobierno y perdi¨® en cambio la mayor¨ªa absoluta legada por Cameron. De los 10 votos de los ultraconservadores norirlandeses que necesita para mantener su gobierno en minor¨ªa deriva la salvaguarda o backstop pactada con los 27 para garantizar que la Rep¨²blica de Irlanda no quedar¨¢ separada del Ulster por una frontera dura, y a la vez que no ser¨¢ Reino Unido el que quedar¨¢ separado del Ulster por la futura aduana exterior europea. Gracias a este mecanismo sin credibilidad, cabe la posibilidad exasperante de que Londres quede en el limbo de una provisionalidad sin fin, en la que no tendr¨¢ ni una sola ventaja de la permanencia en la UE ni tampoco ninguna de la separaci¨®n.
Si la cobard¨ªa y el desaliento no pudieron con ella, tampoco ha podido Corbyn con su moci¨®n de desconfianza. Theresa May, determinada como los personajes tr¨¢gicos regidos por el destino, prosigue su incierto camino en busca del imposible tropiezo con esa fortuna que nunca llega.
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