Riqueza de una lengua
Un pu?ado de editores han luchado por la movilidad de la literatura en espa?ol a ambas orillas del Atl¨¢ntico

Pueden cambiar los acentos, unas cuantas palabras, pero todos los hispanohablantes saben lo que quiere decir el otro, de forma oral o por escrito. Por eso es una pena que el sector editorial no pueda aprovechar a fondo un inmenso mercado para sus libros, que se enfrentan a trabas burocr¨¢ticas y, a veces, a la indiferencia de los lectores a la hora de circular entre Espa?a y Am¨¦rica y viceversa. En todo el ¨¢mbito del espa?ol se editan al a?o unos 185.000 t¨ªtulos, de los que 79.000 llevaban ISBN de Espa?a, una cifra que supera una infinita biblioteca borgiana. Sin embargo, solo el 36% de las exportaciones espa?olas fueron a Am¨¦rica. El sector se ha quejado del desinter¨¦s administrativo o de la dificultad para adaptar los precios en un mercado formado por 20 pa¨ªses (incluyendo EE?UU), muy diferentes social y econ¨®micamente.
Sin embargo, a pesar de todo, los libros y los autores van y vienen de uno a otro lado del Atl¨¢ntico. Esto se debe al trabajo de un pu?ado de editores, de grandes y peque?as firmas, que han defendido con los hechos desde hace a?os que los lectores no deben ser tratados como meros consumidores, sino como parte fundamental de una conversaci¨®n ¡ªen espa?ol¡ª en marcha. El editor Claudio L¨®pez Lamadrid, cuya temprana y reciente muerte ha causado una tristeza un¨¢nime, luch¨® durante toda su carrera para que los libros circulasen igual que las palabras. Por ello entend¨ªa que el campo literario en espa?ol no corresponde a un pa¨ªs, sino a la suma de todos aquellos que hablan y escriben en esa lengua.
Los editores de los dos lados del Atl¨¢ntico se lamentan de que los autores espa?oles no interesan all¨ª y de que los latinoamericanos, m¨¢s all¨¢ del boom,no interesan ac¨¢. Sin embargo, muchos profesionales no se han dado por vencidos y nunca han confundido la cultura con el mercado. Este es uno de los retos del futuro inminente. El otro reto es comprender que la lengua que hablamos no tiene due?o, que la riqueza que genera un idioma tan extendido ha de ser el eje esencial de muchas de las pol¨ªticas ¡ªculturales o no¡ª de las pr¨®ximas d¨¦cadas.
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