El poder y la lucha por conseguirlo
Del incidente de espionaje que afecta a uno de los primeros bancos del pa¨ªs merece la pena destacar un aspecto preocupante: los asaltos del poder pol¨ªtico al empresarial utilizando los mecanismos del Estado
Entre la multitud de afirmaciones pol¨ªticamente correctas con que los gobernantes y sus opositores suelen consolarse a s¨ª mismos est¨¢ la muy extendida de que ellos se dedican a oficio tan mal pagado e impopular por su vocaci¨®n de servicio a los dem¨¢s. Pero la suya es una lucha pura y dura, a veces hasta sangrienta, por conquistar el poder. Esto es algo muy mal visto por la opini¨®n general, pues, de acuerdo con el principio enunciado por Lord Acton, el poder es fundamentalmente una m¨¢quina de corrupci¨®n.
El populismo no es sino una enfermedad de la democracia que afecta a todos cuantos ejercen el poder
D¨ªas atr¨¢s diversas noticias han contribuido a potenciar la confusi¨®n y hasta el espanto de quienes se hacen cruces ante las trifulcas que acechan la inestabilidad del sistema espa?ol. Como es ya antigua la propensi¨®n de nuestros Gobiernos a limitar o eliminar los estudios de filosof¨ªa, los an¨¢lisis al respecto tienen m¨¢s que ver con la formulaci¨®n de esl¨®ganes que con la sencilla comprensi¨®n de que todo lo que ocurre se explica mayormente por la ambici¨®n de mando. Me refiero, desde luego, a las peleas que asolan los movimientos de izquierda, y a los impulsos irreprimibles de culto a la personalidad que la mayor¨ªa de los l¨ªderes exhiben, sin distinci¨®n de ideolog¨ªas.
Hace ya algunos a?os un ensayista de moda entre los j¨®venes, el alem¨¢n de origen coreano Byung-Chul Han, public¨® uno de sus manuales al uso sobre el poder. Constitu¨ªa el compendio y an¨¢lisis de lo que grandes pensadores, desde Hegel o Nietzsche hasta Hannah Arendt o Habermas pensaban al respecto, muchas veces con opiniones contradictorias. Parec¨ªan, no obstante, coincidir en dos hechos fundamentales: el poder se encuentra en la base de todas las relaciones sociales y se ejerce siempre sobre los otros, pero en nombre de los otros. Como tiende a prolongarse, tanto en el tiempo como en el espacio, su condici¨®n es extraordinariamente expansiva. De ah¨ª la exigencia democr¨¢tica de su fragmentaci¨®n. No solo en la distinci¨®n tradicional entre Legislativo, Ejecutivo y Judicial, sino en lo que se refiere a otros poderes sociales como el econ¨®mico o el de la comunicaci¨®n. Los movimientos y l¨ªderes populistas son quienes mejor entienden estos perfiles, y quienes m¨¢s acertadamente tratan de apoderarse del resto de los poderes con los que al fin y al cabo compiten.Pero el populismo no es sino una enfermedad de la democracia que afecta en uno u otro grado a todos cuantos ejercen el poder o aspiran a hacerlo, sea cual sea la caracter¨ªstica del mismo.
Los lugares en los que Espa?a tiene mayor presencia?inversora est¨¢n tocados por turbulencias pol¨ªticas
Estas reflexiones ayudan a comprender lo sucedido a?os atr¨¢s en las relaciones entre el poder pol¨ªtico y el de las grandes corporaciones y empresas. Las filtraciones sobre el espionaje a pol¨ªticos, periodistas y gobernantes por parte de una mafia policial contratada por uno de los primeros bancos del pa¨ªs han venido a a?adirse a otras informaciones de parecido g¨¦nero que vienen emponzo?ado la convivencia pol¨ªtica espa?ola. Su origen es espurio y su objetivo tambi¨¦n, pero eso no elimina el inter¨¦s de algunas revelaciones. La mayor¨ªa ha fijado su atenci¨®n en las pr¨¢cticas dolosas de una sociedad cotizada contratando detectives que cumplieron su misi¨®n vulnerando todos los l¨ªmites legales imaginables. Otros lo han hecho en la vigencia de las tramas policiales de la Transici¨®n, que comenzaron asaltando joyer¨ªas, continuaron organizando el terrorismo de Estado y han acabado por grabar conversaciones particulares de la familia real. La calidad de estos esp¨ªas y agentes encubiertos, ll¨¢mense Amedo o Villarejo, sonroja a quienes seguimos creyendo que Espa?a es una democracia respetable poseedora de una econom¨ªa avanzada. Nuestros hampones policiales se parecen m¨¢s a Pepe Gotera que a James Bond, y eso constituye un h¨¢ndicap serio para el desarrollo de nuestra cultura literaria y cinematogr¨¢fica. Pero del incidente de espionaje que afecta a uno de los primeros bancos del pa¨ªs merece la pena destacar un aspecto preocupante al que se le ha prestado relativa poca atenci¨®n: los permanentes asaltos del poder pol¨ªtico al empresarial al margen de, e incluso contra, los organismos reguladores y utilizando los mecanismos del Estado, la fiscal¨ªa incluida, para conseguir sus fines. Esto se ha producido, y se produce, sin distinci¨®n de ideolog¨ªas, con grave da?o para las instituciones democr¨¢ticas y en lo que constituye un aut¨¦ntico abuso de poder.
La cosa empez¨® a gran escala despu¨¦s de la victoria del Partido Popular de 1996, cuando Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar decidi¨® colocar a un grupo de amigos en importantes empresas cotizadas. Su Gobierno invadi¨® con descaro el sector financiero, el de las comunicaciones y el de la energ¨ªa, y gener¨® contenciosos tan singulares como el de la guerra de las plataformas de televisi¨®n, que viv¨ª en primera l¨ªnea de fuego. La lecci¨®n fue aprendida por Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, cuya obsesi¨®n por destruir lo que ¨¦l consideraba el felipismo m¨¢s all¨¢ de la estructura del Partido Socialista, le llev¨® a tomar decisiones aut¨¦nticamente monstruosas, en el sentido de que facilitaron la emergencia de verdaderos monstruos, alguno de los cuales todav¨ªa deambula por ah¨ª. En ning¨²n caso se acudi¨® a consideraciones ideol¨®gicas, o de beneficio social o econ¨®mico; se trataba de complacer a unos amigos y, de paso, controlarlos.
Con todo, hay que decir en beneficio de Aznar que continu¨® la pol¨ªtica emprendida por Felipe Gonz¨¢lez de ayudar a la expansi¨®n empresarial fuera de nuestras fronteras. Uno de los pilares m¨¢s s¨®lidos de nuestra sociedad civil, con todas las imperfecciones y abusos que se quieran, es la existencia de compa?¨ªas transnacionales que nos permiten desempe?ar alg¨²n papel, por marginal que parezca, en el ¨¢mbito de la globalizaci¨®n. Pero eran las relaciones de poder, la subyugaci¨®n del ajeno y la exaltaci¨®n del propio, las que finalmente motivaron aquellas decisiones. Hasta extremos incluso tan rid¨ªculos que los asesores de comunicaci¨®n de Zapatero sustituyeron las siglas del PSOE en el podio de las tribunas que ocupaba por aquellas letras gigantescas, ZP, lo que ni siquiera Trump ha conseguido para s¨ª mismo por el momento.
Los errores cometidos por otros en el pasado deber¨ªan ayudar al actual presidente a comprender los condicionamientos del poder, su estructura y finalidad. En lo que se refiere a la relaci¨®n con el poder econ¨®mico tiene por delante una oportunidad de oro para hacerlo. La pol¨ªtica trasnacional de nuestras corporaciones ha derivado en el hecho de que gran parte del PIB espa?ol, y, desde luego, casi toda la proyecci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica del pa¨ªs, est¨¢ en manos de empresas de marca espa?ola que operan en el exterior. Los lugares en los que Espa?a tiene mayor presencia inversora son precisamente los m¨¢s afectados por las diferentes turbulencias pol¨ªticas del momento: Brasil, M¨¦xico y el Reino Unido. En el pa¨ªs azteca, que S¨¢nchez visitar¨¢ en breve, somos el segundo inversor extranjero, con importante presencia en las finanzas y la energ¨ªa, principales objetos de atenci¨®n por parte del Gobierno mexicano. De las conversaciones que tenga con L¨®pez Obrador y los acuerdos que establezcan depende en gran parte no solo el bienestar de los mexicanos, sino el de los espa?oles. Ambos presidentes tienen mucho en com¨²n: son imprevisibles, por lo que est¨¢n ya acostumbrados a rectificar, pese al escaso tiempo que llevan en el puesto; tambi¨¦n son supervivientes de sus respectivos fracasos previos, han demostrado tener una enorme intuici¨®n de poder y han luchado hasta la extenuaci¨®n por conseguirlo. Pero ninguno de los dos ha presentado todav¨ªa un proyecto definido de c¨®mo lo piensan emplear. Si leyeran a los fil¨®sofos sabr¨ªan que el poder es en gran medida organizaci¨®n y estrategia. Su pr¨®ximo encuentro deber¨ªa servir para demostrar que tienen las dos cosas.
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