El extra?o deseo de que Espa?a lo haga mal
La lucha aqu¨ª es para derribar un Gobierno que no es el de Maduro sino el de S¨¢nchez
La crisis venezolana requiere mucho tacto, en Espa?a particularmente; millares de emigrantes hallaron en aquel territorio hermano asilo laboral y humano, en ¨¦pocas de enorme penuria, en los a?os m¨¢s terribles de nuestra posguerra. La Guerra Civil hab¨ªa dejado aqu¨ª muchas regiones devastadas, y esa rep¨²blica, entre otros pa¨ªses iberoamericanos, acogi¨® a isle?os y peninsulares que abordaban de madrugada barcos humildes que cruzaban el oc¨¦ano con destino a La Guaira, sobre todo, en busca de lo que Dios quisiera.
Las cosas cambiaron tan velozmente en el ¨²ltimo medio siglo que Venezuela pas¨® a ser pa¨ªs de emigraci¨®n tan forzosa, y necesitada, como aquella emigraci¨®n espa?ola gracias a la cual, por otra parte, muchos ciudadanos hijos de los que desde aqu¨ª se fueron pudimos comer o estudiar. Ahora, desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, muchos de aquellos que fueron nuestros benefactores, o sus descendientes, han vuelto porque all¨ª no hay futuro. Y ese hecho no tiene ni ideolog¨ªa ni otros elementos que pudieran ser arbitrados por la pol¨ªtica de uno u otro signo: no hay futuro. Es, como dir¨ªa un pol¨ªtico muy notorio en su relaci¨®n con Venezuela, ¡°una situaci¨®n nefasta¡±.
Las noticias de estos d¨ªas son dram¨¢ticas para los que han vuelto y, como es natural, para los que viven all¨ª, espa?oles de cualquier sitio y venezolanos en general. Se impone, pues, un respeto para todos, para los que sufren fuera de Venezuela lo que ocurre en Venezuela y para los que all¨ª sufren una situaci¨®n que, como pa¨ªs, nos concierne y nos importa. A este respecto, cabe estimar en su valor la reacci¨®n escalonada del Gobierno espa?ol, que no ha precipitado acciones, o al menos no me parece a m¨ª que haya precipitado acciones, sino que ha esperado a conseguir ciertos consensos europeos para ir escalando actitudes que ya tienen un contenido que se puede definir: Espa?a tiene, como Francia, con Alemania y con otros pa¨ªses europeos, el acuerdo para proponer una soluci¨®n. Esta es obligar al presidente Maduro a convocar elecciones en un plazo r¨¢pido de tiempo, de modo que as¨ª se dirima una contienda que tiene que ver con la falta de representatividad del Gobierno que ¨¦l preside.
Espa?a se debe, en su pol¨ªtica exterior, a consensos europeos, y se debe a los espa?oles que, viviendo en Venezuela como hijos o nietos de aquellos emigrantes, tienen all¨ª intereses, el m¨¢s alto de los cuales es la vida. Parece que lo que ha hecho este Gobierno espa?ol, cuya ra¨ªz es socialista, es lo que hubieran hecho otros de centroderecha, como el alem¨¢n o el franc¨¦s, pues los dos apoyan esta postura, expresada el s¨¢bado por Pedro S¨¢nchez. Sin embargo, antes y despu¨¦s de que el mandatario espa?ol expresara sus acuerdos con parte de la comunidad internacional para poner, provisionalmente, en manos de Maduro el final de esta tragedia que ya lleva viva demasiado tiempo, partidos del centroderecha espa?ol, PP y Ciudadanos, especialmente el primero, han acusado a S¨¢nchez de cobard¨ªa y otras sevicias favorables al dictador venezolano.
Michiko Kakutani, escritora norteamericana que acaba de publicar La muerte de la verdad (Galaxia Gutenberg), escribe en ese libro sobre la ¡°decadencia de la verdad¡±, t¨¦rmino acu?ado por la Corporaci¨®n Rand ¡°para describir el papel, cada vez menor, de los hechos y el an¨¢lisis en la vida p¨²blica estadounidense¡±. Esa ¡°decadencia de la verdad¡± es un desfiladero por el que aquellos l¨ªderes de la centroderecha espa?ola deslizaron, antes y despu¨¦s de la declaraci¨®n de S¨¢nchez, la insinuaci¨®n grave de que este le estaba ¡°dando aire¡± a Maduro, sin expresar un hecho cierto: que otros colegas suyos de mayor potencia, y de la misma adscripci¨®n ideol¨®gica, hac¨ªan lo mismo que el tan vituperado presidente espa?ol.
Por el lado de la izquierda que se sit¨²a m¨¢s all¨¢ del PSOE, la postura alcanza desaf¨ªos similares. Se trata de un acuerdo goloso de las dos demagogias, que extra?a mucho m¨¢s en un partido de Gobierno como el que ahora dirige Pablo Casado, cuyos decibelios ya compiten tan solo con los que exhibe su compa?ero Teodoro Garc¨ªa Egea. Estos nuevos dirigentes pol¨ªticos no cesan, en las redes sociales, con admoniciones que parecen de barra de bar, donde la ¡°decadencia de la verdad¡± parece permitida. Al lado de ellos, y en defensa de Maduro, y tambi¨¦n contra S¨¢nchez, los gritos no son menos estridentes en su uso desvergonzado de la preverdad.
Este volumen heterog¨¦neo de desprop¨®sitos lanzados a voleo sobre lo que anunci¨® S¨¢nchez supone ese goloso encuentro de las dos demagogias, destinadas a confirmar que en este pa¨ªs siempre ha habido un extra?o deseo de que Espa?a lo haga todo mal para que, quienes ven los toros desde su barrera, se regocijen hasta con los fracasos de la selecci¨®n nacional.
En medio del barrizal Venezuela vive su tragedia, que parece, tristemente, una lucha que aqu¨ª se dirime para derribar un Gobierno que no es el de Maduro sino el de S¨¢nchez. Pobre Venezuela, tan violentamente dulce.
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