Las piedras sint¨¦ticas
Pilar y Marta hab¨ªan dividido en dos mitades religiosamente iguales la herencia de su madre. Hasta que llegaron a las joyas de la abuela
AL ESCUCHAR aquel adjetivo se qued¨® at¨®nita.
¡ªSint¨¦ticas¡ ¡ªrepiti¨® esas cuatro s¨ªlabas muy despacio, como si fueran las claves de un enigma cuyo significado jam¨¢s lograr¨ªa resolver¡ª. ?Y eso qu¨¦ quiere decir exactamente?
Al entrar en aquel despacho, su ¨²nica preocupaci¨®n hab¨ªa sido controlar las se?ales visibles de la c¨®lera. Porque estaba muy enfadada, tanto que ya ni siquiera se paraba a pensar si estaba siendo justa con su hermana. La verdad era que Marta ten¨ªa los mismos derechos que ella, aunque fuera tan bohemia, tan exquisita que nunca hac¨ªa nada. Siempre estaba ataread¨ªsima, siempre le dol¨ªa terriblemente algo, siempre ten¨ªa una agenda infernal que no le permit¨ªa ocuparse de cualquier gesti¨®n, por sencilla que fuera. ?Y yo qu¨¦?, pensaba ella entonces. ?Yo no trabajo, yo no me canso, yo no puedo llegar a mi casa por la tarde y tumbarme en el sof¨¢, en vez de ir a la gestor¨ªa, a la notar¨ªa, a todas las oficinas del Ayuntamiento? Todo eso lo hab¨ªa hecho la tonta de Pilar. Por lo dem¨¢s, hasta aquel momento hab¨ªan dividido en dos mitades religiosamente iguales la herencia de su madre. El saldo de la cuenta del banco, los objetos, los muebles, el dinero que cobraron por el piso, el joyero peque?o. Se hab¨ªan puesto de acuerdo sin discutir, porque ten¨ªan gustos muy diferentes, y las dos parec¨ªan igual de satisfechas despu¨¦s del reparto. Hasta que llegaron a las joyas de la abuela, y Marta, como si tal cosa, dijo que ella se quedaba con el collar.
?Con el collar? Ah¨ª se torci¨® todo, ?y por qu¨¦? Pues porque me encanta, siempre me ha gustado. Ya, y a m¨ª tambi¨¦n. ?A ti?, Marta abri¨® mucho los ojos, primera noticia. ?C¨®mo que primera noticia? Yo me lo pon¨ªa para jugar de peque?a. Y yo tambi¨¦n, m¨¢s que t¨²¡ El collar era la pieza principal de un aderezo de brillantes, el ¨²nico vestigio que conservaban de la remota riqueza de sus bisabuelos. Lo dem¨¢s, que viv¨ªan en un palacio imponente de la calle de Huertas, que ten¨ªan varios coches de caballos, que daban unas fiestas fastuosas, era leyenda, pero las joyas, lo ¨²nico que no hab¨ªa sucumbido al progresivo empobrecimiento de la familia, segu¨ªan en su poder. Su abuelo no hab¨ªa liquidado por completo la herencia de sus padres porque muri¨® joven, antes de que le diera tiempo a venderlo todo. Su viuda fue ejecutando poco a poco esa tarea, pero guard¨® las joyas de su suegra para su ¨²nica hija. Ella se cas¨® con un delineante, que con el tiempo llegar¨ªa a aparejador, y, despu¨¦s de que naciera Pilar, luego Marta, aport¨® a la econom¨ªa familiar su sueldo de profesora de Matem¨¢ticas. As¨ª hab¨ªan vivido, y nunca les hab¨ªa faltado de nada, pero tampoco les hab¨ªa sobrado. Las dos hermanas hab¨ªan llegado hasta la Universidad. Pilar hab¨ªa acabado la carrera, Marta no, pero las dos hab¨ªan logrado reproducir el dorado equilibrio de sus padres. No les sobraba, pero tampoco les faltaba. Estaban bien, y seguir¨ªan est¨¢ndolo a partir de aquel d¨ªa.
¡ªPues sint¨¦ticas quiere decir que no son aut¨¦nticas ¡ªel tasador hablaba en un tono primorosamente suave, tranquilizador como un sedante¡ª. Las monturas son originales, de platino, del siglo XIX, pero los brillantes fueron sustituidos hace relativamente poco por r¨¦plicas de muy buena calidad. Le puedo asegurar que el cambio fue reciente, porque el material con el que se fabricaron las copias no exist¨ªa hace 15 a?os. Pero, claro, aunque el aspecto de las joyas sea excelente, su valor no es muy alto¡
Mientras le escuchaba, como si su voz llegara de un lugar cada vez m¨¢s lejano, Pilar repas¨® los ¨²ltimos a?os de la vida de su madre. El abono del Real. El crucero que hizo con sus amigas. La semana que pas¨® en Nueva York con sus nietos. La casa que alquil¨® en la playa el ¨²ltimo verano para que se fueran de vacaciones todos juntos.
¡ªPerdone, se?ora, ?se encuentra bien?
¡ªMuy bien, muchas gracias.
La tenaza que hab¨ªa comprimido su est¨®mago durante los ¨²ltimos dos meses desapareci¨® tan deprisa como si la hubiera borrado con una goma. Le dio la mano a aquel se?or, pag¨® la factura del peritaje y, ya en la calle, llam¨® a su hermana.
¡ª?Marta? Soy Pilar, s¨ª, todo muy bien¡ Oye, que he pensado que te quedas t¨² con el collar¡ Que s¨ª, mujer, que tienes raz¨®n, que yo soy m¨¢s de pendientes.?
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