Brexit, Irlanda y la solidaridad europea
La UE debe minimizar el impacto del Brexit sobre Irlanda, pero la rep¨²blica tiene que enviar una se?al de solidaridad al resto de los Estados. El gorroneo fiscal no es aceptable en una uni¨®n solidaria
El punto crucial del acuerdo de retirada de Reino Unido de la UE (y tambi¨¦n el que ha causado mayor rechazo en el seno del partido conservador brit¨¢nico) es el denominado backstop;el mecanismo que impide que el mantenimiento de la supresi¨®n de controles fronterizos, acordado de forma transitoria, pueda ser derogado de forma unilateral por Reino Unido si no hay una alternativa acordada adecuada a la ausencia de los mismos (alternativa que ni el Gobierno brit¨¢nico ni nadie ha conseguido identificar de manera cre¨ªble). Mantener la libertad de circulaci¨®n mediante la Zona Com¨²n de Viaje (Common Travel Area, CTA) mencionada en el art¨ªculo 5 del acuerdo de retirada es bueno para la UE, pero, sobre todo, es la respuesta a la demanda irrenunciable de la que el Gobierno irland¨¦s ha hecho bandera.
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La uni¨®n aduanera y la CTA permiten la libertad de circulaci¨®n de mercanc¨ªas, pero, sobre todo, de personas, y esto es esencial para preservar la unidad legal del territorio de la isla y, por ello, para garantizar la vigencia de los Acuerdos de Viernes Santo que pusieron fin a los ¡°problemas¡± en el ?lster. Un aspecto esencial para el funcionamiento de aquellos acuerdos es la inexistencia de frontera entre ambos territorios: la pertenencia a la UE ampara la supresi¨®n de la frontera, en sentido estricto de control, y esto es valorado por los diversos actores involucrados como un elemento coadyuvante para conseguir la paz. La causa irlandesa es importante y justa y, correctamente, la UE ha mostrado una solidaridad profunda poniendo su peso negociador al servicio de la Rep¨²blica.
La centralidad de esta cuesti¨®n refleja un compromiso solidario de la UE no s¨®lo con la Rep¨²blica de Irlanda, sino tambi¨¦n con Reino Unido, y la lectura de este compromiso de solidaridad debe subrayar que ciertos objetivos, como el mantenimiento de la paz, merecen amplias concesiones por parte de la UE independientemente de los posibles costes. La referencia a Gibraltar en el mandato negociador, por ejemplo, reflejaba un similar gui?o de solidaridad con Espa?a (aunque su plasmaci¨®n en el acuerdo final no ha contado con el mismo grado de robustez que la cuesti¨®n irlandesa). Y los costes existen tambi¨¦n para otros Estados: por ejemplo, si se produjese una salida sin acuerdo de Reino Unido (precisamente porque la UE no renuncia al backstop), esto afectar¨ªa muy negativamente a Estados como Polonia. Un mill¨®n de polacos viven en Reino Unido y el pa¨ªs es el mayor receptor de fondos comunitarios, de los cuales Reino Unido es el segundo mayor contribuidor. As¨ª, el Gobierno polaco ha insinuado poner un l¨ªmite temporal al backstop (cinco a?os).
Irlanda ha aplicado un impuesto de sociedades en torno al 12,5%, frente a una media europea del 24%
Ahora bien, la solidaridad europea no es una avenida transitable en una ¨²nica direcci¨®n, en donde una parte sistem¨¢ticamente apoya a otra, pero no existe reciprocidad. M¨¢s a¨²n, la solidaridad como principio de relaci¨®n entre los Estados de la UE debe excluir las tentaciones de aprovecharse de posiciones de ventaja para explotar a los socios. Y, teniendo en cuenta las actuaciones de sucesivos Gobiernos irlandeses, parece que adoptan como propia esta visi¨®n unilateral y selectiva de la solidaridad europea.
Espec¨ªficamente, la asimetr¨ªa en la concepci¨®n de la solidaridad se pone de manifiesto en materia fiscal. Irlanda ha aplicado, hist¨®ricamente, un impuesto de sociedades mucho m¨¢s bajo que otros Estados miembros de la UE (en torno al 12,5%, frente a una media del 24%). Evidentemente, esto hace muy atractivo el establecimiento de compa?¨ªas multinacionales en la isla, con la ventaja de que el mercado ¨²nico europeo les permite operar en toda la UE pagando el impuesto s¨®lo en la sede de su matriz. A ello se une un r¨¦gimen muy permisivo de ciertos artificios fiscales. La atracci¨®n es todav¨ªa mayor para las compa?¨ªas de base tecnol¨®gica o de la nueva econom¨ªa: una enorme cantidad de empresas, como Amazon, Apple o incluso alguna espa?ola, han establecido all¨ª sus sedes fiscales atra¨ªdas por el r¨¦gimen fiscal irland¨¦s.
La Comisi¨®n reaccion¨® a esta situaci¨®n y en una decisi¨®n capital consider¨® que el r¨¦gimen fiscal que Apple ha disfrutado en Irlanda puede ser considerado ayuda de Estado, ordenando a Apple que pague 13.000 millones de euros en impuestos (m¨¢s intereses) a la Rep¨²blica. En una posici¨®n que podr¨ªa sorprender, el Gobierno irland¨¦s, respaldado por su opini¨®n p¨²blica, se neg¨® en principio a ejecutar o solicitar el pago, se?alando as¨ª su compromiso con un r¨¦gimen fiscal que ¡°vampiriza¡± a los otros Estados miembros: los impuestos pagados en Irlanda corresponden a la actividad econ¨®mica realizada en toda la UE, por la cual aquellos Estados en los que se realizan las transacciones efectivamente recaudan escas¨ªsimos impuestos.
Dubl¨ªn se ha alineado con las posiciones duras de la llamada Liga Hanse¨¢tica en el debate sobre la reforma del euro
Hasta el momento, el Gobierno irland¨¦s se niega rotundamente a revisar su impuesto de sociedades. La Comisi¨®n ha reaccionado proponiendo una base com¨²n consolidada del impuesto de sociedades (CCCTB, en sus siglas inglesas), cuya adopci¨®n Irlanda ha bloqueado con el apoyo de la autodenominada Liga Hanse¨¢tica (autora tambi¨¦n de propuestas restrictivas sobre el presupuesto de la zona euro). Los Gobiernos de Alemania, Espa?a, Francia e Italia han explicitado su apoyo a la CCCTB. El problema es que estas tasas deben ser aprobadas por unanimidad y mientras la Comisi¨®n tiene expectativas fundadas de que se pueden producir progresos en ¨¢mbitos tales como la fiscalidad medioambiental, la tasa digital ha visto pospuesta la decisi¨®n de terminar el veto a 2025 (del objetivo inicial de 2020). Naturalmente, el veto s¨®lo se puede suprimir por¡ unanimidad.
Los ¨²ltimos Gobiernos irlandeses tambi¨¦n se han alineado con las posiciones m¨¢s duras sostenidas por la autodenominada Liga Hanse¨¢tica en el debate sobre la reforma de la gobernanza del euro. As¨ª, el Gobierno irland¨¦s, junto a los hanse¨¢ticos, cuestiona la creaci¨®n de un presupuesto propio del euro, la creaci¨®n de eurobonos y, sobre todo, aboga por reforzar los controles sobre los presupuestos nacionales para evitar excesivas alegr¨ªas con el gasto p¨²blico. Gran paradoja: mientras se ¡°vampirizan¡± los ingresos fiscales de otros Estados (que sirven para sostener el Estado de bienestar en esos pa¨ªses), se exige en paralelo mayor disciplina fiscal con el gasto.
La UE debe estar dispuesta a minimizar el impacto del Brexit sobre Irlanda (incluyendo tambi¨¦n el impacto econ¨®mico) y debe involucrarse en la b¨²squeda de soluciones imaginativas a la cuesti¨®n de la frontera que deben considerar, incluso, si es necesario, modalidades de semipertenencia a la UE de Irlanda del Norte. Pero la Rep¨²blica de Irlanda debe estar dispuesta a enviar una se?al de solidaridad al resto de los Estados, porque el gorroneo fiscal no es aceptable en una uni¨®n solidaria. Y quiz¨¢s sea el momento de enviar una se?al clara a Irlanda sobre los l¨ªmites a una solidaridad entendida de manera unilateral.
Carlos Closa es profesor de Investigaci¨®n del IPP-CSIC.
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