Un ni?o gordo que solo quer¨ªa leer
De ni?o, un libro le ense?¨® al escritor y profesor de Historia del Arte que leer era un modo de comprender que la vida propia ten¨ªa sentido
QUERIDO BALTIAN BALTASAR BUX: Han pasado casi 30 a?os desde que le¨ª por primera vez La historia interminable, pero todav¨ªa hoy soy capaz de evocar la agitaci¨®n y el estremecimiento que sent¨ª al llegar a casa y adentrarme en sus p¨¢ginas, escondido bajo la colcha del sof¨¢ del sal¨®n. Yo tambi¨¦n ten¨ªa 10 a?os, era un ni?o gordo que s¨®lo quer¨ªa leer, hu¨ªa de algo ¡ªaunque en ese momento a¨²n no tuviera claro exactamente de qu¨¦¡ª y quer¨ªa escapar hacia el mundo de los libros. Por eso entr¨¦ sin dudarlo en la tienda del se?or Koreander, rob¨¦ contigo aquel libro de color cobre y p¨¢ginas escritas en rojo y verde, y estuve a tu lado en el desv¨¢n del colegio mientras te sumerg¨ªas en el universo de Fantas¨ªa.
Yo fui t¨², querido Bastian. Pero t¨² tambi¨¦n fuiste yo. Tambi¨¦n t¨² estuviste conmigo, en la casa de la huerta, en el sof¨¢ granate de escay con los brazos craquelados. Todo el d¨ªa y toda la noche. Y aprend¨ª contigo que leer es una forma de no estar solo, un modo de vivir la vida de los otros, pero tambi¨¦n de comprender, a trav¨¦s de los dem¨¢s, que la vida propia tiene sentido.
Esta Navidad ¡ªquiz¨¢ porque pensaba escribirte¡ª he vuelto a abrir el libro m¨¢gico. He regresado a Fantas¨ªa, pero tambi¨¦n a la memoria de aquellos d¨ªas en los que te encontr¨¦ por primera vez. He regresado a aquella tarde en que saqu¨¦ prestado el libro de la biblioteca, me he visto a m¨ª mismo debajo de la colcha del sof¨¢, iluminando el texto con la linterna naranja de foco cuadrado que mi padre utilizaba algunos domingos para regar. He sentido la presencia cercana de mi madre. Y tambi¨¦n he visto de nuevo el patio de mi colegio, el d¨ªa que me llev¨¦ a clase el libro para finalizarlo en el recreo. All¨ª estaba todo de nuevo: el polvillo del chinarro en las manos y en los ojos, el sonido del papel de aluminio de mi bocadillo, las migajas del pan crujiente cayendo sobre las p¨¢ginas del libro, la sirena llamando a clase. Y yo, terminando de leer ese libro interminable. All¨ª, pero contigo. En el desv¨¢n de tu colegio. Atrapado por una imagen que me ha acompa?ado toda mi vida: un ni?o, en un lugar solitario, con un libro sobre las piernas. Todav¨ªa hoy, cada vez que leo, no importa d¨®nde est¨¦, mi mente se traslada a ese espacio. A ese tiempo maravilloso. El verdadero reino de Fantas¨ªa. Sigo siendo t¨², querido Bastian. A¨²n hoy.
Una ¨²ltima cosa: cuando le¨ª con 10 a?os La historia interminable, todav¨ªa no sab¨ªa que los libros los escrib¨ªan las personas. Lo ¨²nico que me importaba era lo que hab¨ªa entre las p¨¢ginas: las aventuras, las historias, los personajes. Tal vez por eso esta carta es para ti y no para Michael Ende. Porque en aquel momento t¨² eras lo ¨²nico importante para m¨ª. Bastian Baltasar Bux, no el autor que te hab¨ªa creado. El personaje, no el escritor. No pod¨ªa imaginar en aquel entonces que, mucho tiempo despu¨¦s, yo llegar¨ªa a escribir alg¨²n libro y tendr¨ªa la oportunidad de conocer el otro lado de Fantas¨ªa. Pero ¨¦sa es otra historia y debe ser contada en otra ocasi¨®n.?
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