Luces largas
Los negocios de depredaci¨®n usan luces cortas para fascinar a los usuarios porque priman la comodidad inmediata sobre la sostenibilidad a medio plazo
El problema de la pol¨ªtica es que se invent¨® para lograr conquistas en el largo plazo pero se mide con ex¨¢menes electorales donde prima el corto plazo. Ganar las elecciones resulta pues complicado, pero ah¨ª no acaba lo malo, porque el problema es que perderlas es sencill¨ªsimo. Los oportunistas llevan ventaja. Si uno mira alrededor comprueba que existe un v¨ªnculo com¨²n entre los grandes movimientos de protesta que nutren situaciones tan grotescas como la llegada de Trump al poder en Norteam¨¦rica o la inenarrable gesti¨®n del Brexit. Se ha impuesto una incapacidad ciudadana para entender que democracia no es que el m¨¢s votado anule a los perdedores. A ratos, tantas expresiones de descontento parecen encubrir una negaci¨®n autoimpuesta para realizar alg¨²n an¨¢lisis profundo. Da la impresi¨®n de que si reflexion¨¢ramos un poco descubrir¨ªamos que protestamos contra nosotros mismos. Porque muchas de las fracturas sociales y econ¨®micas que nos perturban est¨¢n causadas por nuestra forma de consumir, por nuestra asumida forma de vivir, por la imposible ecuaci¨®n entre individualismo feroz y avances colectivos. Pero convendr¨ªa dar un paso m¨¢s all¨¢ y salir del terreno de las emociones propias. Pensar consiste en pensar desde otros puntos de vista.
Con el cambio de alcald¨ªas de la ¨²ltima legislatura, muchos Ayuntamientos importantes de Espa?a empezaron a preocuparse, por primera vez, de asuntos ecol¨®gicos. En Madrid, incluso, se han tomado medidas atrevidas pese al juego de front¨®n constante del Gobierno de signo opuesto en la Comunidad. Los usuarios del metro han comprobado que se degradaba el servicio para generar descontento ante las reformas o incluso se propugnaron batallas absurdas a favor de la libre circulaci¨®n de coches, como si conducir por donde te plazca fuera un derecho natural. Los comerciantes en las zonas de ampliaci¨®n de la almendra peatonal se asustaron, pero los datos de venta tras la Navidad han mejorado. Ha sucedido un poco a la manera de la peatonalizaci¨®n del centro de Pontevedra. A las quejas por los inconvenientes le ha seguido la asimilaci¨®n natural de las ventajas. Sucedi¨® algo id¨¦ntico con las leyes antitabaco. Cuando se aprobaron parec¨ªa que se acababa el mundo. Y es que el mundo, para algunos, se est¨¢ acabando cada cuarto de hora.
Sin embargo, estos procesos de cambio tienen un riesgo evidente. Si las restricciones y limitaciones de acceso no se ejecutan con un sentido igualitario, no ser¨¢ raro que pronto las personas menos favorecidas econ¨®micamente perciban un castigo doble a su escasez adquisitiva. Si las medidas son duras con el pobre, pero f¨¢ciles de cumplir para los ricos, capaces de cambiar de coche hacia modelos el¨¦ctricos e h¨ªbridos antes que el resto, toda pol¨ªtica ecol¨®gica pasar¨¢ a ser percibida como elitista, como un capricho de los privilegiados. En Francia, con esa canci¨®n del resentimiento, se consigui¨® despertar la furia de los chalecos amarillos. Lo mismo sucede con la reordenaci¨®n del centro de la ciudad. Si tan solo favorece al turismo masivo, a la franquicia imitativa y al negocio f¨¢cil de alquileres por d¨ªas estar¨ªamos repitiendo el error que ha enfrentado en otras ciudades a la industria tur¨ªstica con la vida vecinal. Los negocios de depredaci¨®n usan luces cortas para fascinar a los usuarios porque priman la comodidad inmediata sobre la sostenibilidad a medio plazo. Pero el futuro es m¨¢s complicado de ver, porque solo se alumbra con luces largas.
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