Los botones negros
Ha habido nuevos muertos estos d¨ªas, pero hay quienes siguen ciegos ante el dolor de los venezolanos
Esto tiene que ver con los venezolanos, pero antes hace falta dar un rodeo por un rinc¨®n de la Rusia del siglo XIX. San Petersburgo, d¨¦cada de 1860: Lou Andreas-Salom¨¦ es todav¨ªa una ni?a que al irse a dormir le habla a Dios, le cuenta lo que ha hecho durante el d¨ªa, lo que ha pensado, lo que ha sentido. Siempre empieza con un ¡°como sabes¡±, porque es consciente de que el Se?or lo ha contemplado todo ya y conoce perfectamente cu¨¢nto ha sucedido.
Tambi¨¦n en las ideolog¨ªas pol¨ªticas opera ese ¡°como sabes¡±. Es lo que se da por sabido entre los que comparten una manera parecida de ver las cosas. Es el relato, la colecci¨®n de principios, los mitos que explican c¨®mo sucedieron y funcionan las cosas, los instrumentos de an¨¢lisis, una direcci¨®n hacia el futuro, propuestas de acci¨®n. Como sabes.
Pero a veces se producen quiebras. La escritora y pensadora Lou Andreas-Salom¨¦, que estuvo muy pr¨®xima a Nietzsche, Rilke y Freud, entre otros intelectuales de su tiempo, cuenta en su libro de memorias Mirada retrospectiva lo que la empuj¨® a romper con ese Dios que ten¨ªa pintado al lado de su cama y con el que hablaba todas las noches. Resulta que un mozo de labranza de la residencia de verano de su familia les llevaba de tanto en tanto huevos del campo a la ciudad. Un d¨ªa le cont¨® que hab¨ªa visto a una pareja delante de la casita en miniatura que su familia les hab¨ªa construido a los ni?os en el jard¨ªn. As¨ª que la siguiente vez que el muchacho pas¨® por San Petersburgo, la peque?a Lou se interes¨® por lo que les hab¨ªa pasado a esas personas. Cada vez se fueron volviendo m¨¢s peque?as, le contest¨® el mozo, hasta que ¡°una ma?ana, al barrer delante de la casita¡±, solo encontr¨® ¡°los negros botones del abrigo blanco de la mujer, y del hombre entero no quedaba m¨¢s que un sombrero abollado¡±. Se fundieron, se los trag¨® la nieve.
Aquella noche, Lou Andreas-Salom¨¦ esper¨® por primera vez alguna se?al de aquel Dios que todo lo conoc¨ªa. No esperaba mucho, una palabra, un signo, algo que le diera a entender que ese episodio que tanto la inquietaba estaba tambi¨¦n contemplado, y que no era tan terrible que aquella pareja desapareciera sin encontrar refugio en su casita. Pero no hubo respuesta de ning¨²n tipo. Lou Andreas-Salom¨¦ escribe que entonces ¡°no solamente de m¨ª desapareci¨® el Dios que hab¨ªa estado pintando sobre la cortina, sino que desapareci¨® del todo, para el universo entero¡±.
El director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel apoy¨® durante a?os el ¡°como sabes¡± de la revoluci¨®n bolivariana. Lo apoy¨® tanto que, incluso cuando en 2015 algunos l¨ªderes de la oposici¨®n hab¨ªan sido encarcelados, defendi¨® su posici¨®n neutral y afirm¨® en un art¨ªculo que respetaba a Maduro. Poco despu¨¦s, en 2017, uno de los alumnos del programa de educaci¨®n musical conocido como El Sistema, con el que Dudamel estaba profundamente comprometido, fue asesinado por las fuerzas de seguridad del Gobierno. El joven violinista cay¨® en una manifestaci¨®n contra Maduro, lo recuerdan Levitsky y Ziblatt en el ensayo donde analizan c¨®mo mueren las democracias, y Dudamel reconoci¨® entonces en otro art¨ªculo que Venezuela era cada vez m¨¢s una dictadura.
Los botones negros y el sombrero abollado, igual fue un estuche de viol¨ªn tirado en la calle el que quebr¨® la fe de Dudamel en el ¡°como sabes¡± de los chavistas. Ha habido nuevos muertos estos d¨ªas, pero hay quienes siguen ciegos ante el dolor de los venezolanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.