Traidores
El recurso a la difamaci¨®n de quien muestra su distancia respecto a un supuesto camino pol¨ªtico correcto es el arma m¨¢s eficaz para subvertir la libertad de pensamiento y el arraigo del pluralismo
A los traidores reservaba Dante el ¨²ltimo c¨ªrculo de su infierno, el noveno. Tan terrible consideraba el pecado de felon¨ªa, que les hac¨ªa compartir su espacio con el mismo Lucifer. A los peores de entre ellos, Judas, Casio y Bruto, el poeta los ubicaba incluso con la cabeza dentro de cada una de las bocas del tricef¨¢lico Satan¨¢s. ?Ah¨ª es nada!
En la pol¨ªtica espa?ola no hemos llegado a tanto. Pero casi. Este mismo domingo se celebra un auto de fe en la plaza de Col¨®n de Madrid en la que el ¡°traidor¡± S¨¢nchez va a ser quemado en la pira puesta al efecto por el bloque de derechas. Est¨¢ acusado, ni m¨¢s ni menos, que de ¡°alta traici¨®n¡± a la democracia espa?ola. Es tanta la desmesura, que uno se queda sin palabras.
Lo malo es que estas acusaciones de traici¨®n proliferan tambi¨¦n m¨¢s all¨¢ de la derecha nacional. Le ocurri¨® a Errej¨®n cuando hizo p¨²blico su compromiso con la lista de Carmena para la Comunidad. Y como todos sabemos, el evitar esta acusaci¨®n fue lo que llev¨® a Puigdemont a negarse a convocar elecciones inmediatamente antes de la aplicaci¨®n del 155. De hecho, es la gran coacci¨®n que cohesiona a todos los sectores independentistas. La traici¨®n como espantajo inhibidor de cualquier acci¨®n pol¨ªtica pragm¨¢tica. La acusaci¨®n de traici¨®n es tremendamente funcional para acallar la disidencia y mantener prietas las filas. Y su proliferaci¨®n es directamente proporcional a la polarizaci¨®n pol¨ªtica entre bloques.
Vistos de cerca, sin embargo, resulta que hay traidores buenos. Casio y Bruto participaron en la conspiraci¨®n contra C¨¦sar porque quisieron evitar su dictadura y retornar al gobierno republicano. En realidad eran patriotas. El traidor fue C¨¦sar. Dante se equivocaba, pues, al colocarlos en tan terrible lugar e inc¨®moda postura. Y el m¨¢ximo fel¨®n de la tradici¨®n cristiana, Judas Iscariote, probablemente sea, como dice P. Sloterdijk, el personaje m¨¢s tr¨¢gico de la historia. Sin ¨¦l no hubiera podido realizarse el plan redentor de Cristo, estuvo predestinado y seleccionado para hacer el mal, con la paradoja de que nunca una acci¨®n tan terrible ha producido presuntamente tan buenos efectos espirituales. Y miren c¨®mo se le pago.
Lo mismo ocurre con la disidencia pol¨ªtica, que en el fondo no es m¨¢s que una diferente evaluaci¨®n, errada o no, de lo que se presentan como presupuestos pol¨ªticos dogm¨¢ticos. Es parte de ese saludable ejercicio de la cr¨ªtica sin el cual no podemos imaginar el proceso democr¨¢tico. El recurso a la difamaci¨®n de quien muestra su distancia respecto a un supuesto camino pol¨ªtico correcto es, en consecuencia, el arma m¨¢s eficaz para subvertir la libertad de pensamiento y acci¨®n y el arraigo del pluralismo. Una pol¨ªtica que se llena de ¡°traidores¡±, considerados como tales por huestes indignadas que se arrogan la representaci¨®n de supuestas verdades, es s¨ªntoma seguro de que hay algo en ella que ya no funciona. Quien eleva la acusaci¨®n de traidor es as¨ª el verdadero traidor a una democracia bien entendida.
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