Contra el odio
Para Pasionaria, ¡°reconciliaci¨®n nacional¡± era un proyecto de futuro cuyo eje es el abandono del esp¨ªritu de revancha
El acto de profanaci¨®n que descubr¨ª el lunes, al haber sido degradadas las tumbas de Dolores Ib¨¢rruri y de Pablo Iglesias en el cementerio civil de la Almudena, ante todo?suscit¨® en m¨ª una profunda tristeza, atenuada luego por la sensibilidad de los medios y la profesionalidad de la polic¨ªa. Visito con suma frecuencia el sepulcro de mi abuela, en especial a partir de la muerte en diciembre de mi madre, Amaya, y por eso puedo decir que el ataque tuvo lugar el lunes, en la fecha simb¨®lica del 11 de febrero. Cierto que en una revisi¨®n del cementerio han sido descubiertas otras profanaciones, como la de la tumba de los espa?oles que combatieron en la Divisi¨®n Azul al lado de Hitler. Es tambi¨¦n un hecho condenable, pero resulta err¨®neo deducir de ah¨ª, como de la pintada sobre las Trece Rosas, con las adyacentes esv¨¢sticas, que forman parte del mismo acto vand¨¢lico, ya que incluso la pintura empleada es diferente. De color blanco roto en nuestro caso.
Cabe pensar en cambio que tal acci¨®n tiene que ver con un clima de crispaci¨®n pol¨ªtica y social dominante en estas ¨²ltimas fechas. Los problemas de la Espa?a actual son reales, pero nada se gana acudiendo al procedimiento que Goya reflejara en las terribles im¨¢genes de la lucha a garrotazos. Si quienes promueven una determinada estrategia pol¨ªtica, a sabiendas de que existen otras alternativas, se proclaman a s¨ª mismos ¡°Espa?a¡±, esta autodefinici¨®n implica que sus adversarios pol¨ªticos no son Espa?a. Y sabemos ya de sobra, desde las tr¨¢gicas experiencias acumuladas a lo largo del siglo XX, cu¨¢les fueron los resultados de designar a medio pa¨ªs como la antiEspa?a. No se ha llegado a tanto, pero el camino parece estar abierto, y lo que es peor, quienes se dirigen inconscientes hacia ¨¦l se muestran satisfechos de s¨ª mismos, ignorando los riesgos que para todos entra?a el discurso del odio. No solo en Espa?a, sino en toda la Europa del pasado siglo, la elaboraci¨®n de un imaginario apocal¨ªptico supuso convertir los problemas reales en conflictos insolubles, cerrados con millones de muertos.
Cualquiera que sea el juicio sobre la actuaci¨®n de mi abuela, que corresponde a los historiadores, resulta innegable una aportaci¨®n suya que ahora viene perfectamente al caso: la propuesta de ¡°reconciliaci¨®n nacional¡±, que se convirti¨® en el emblema pol¨ªtico de su partido desde 1956. Puedo decir, por los recuerdos de mi madre, que Dolores apreci¨® la necesidad de una reconciliaci¨®n entre los espa?oles, una vez desaparecido Stalin en marzo de 1953. Sus palabras, por desgracia a¨²n de actualidad, eran una exhortaci¨®n a poner fin al enfrentamiento cainita, heredado de la contienda y de la dictadura de Franco: ¡°Con nuestro llamamiento a la reconciliaci¨®n nacional para imponer un nuevo rumbo a la pol¨ªtica espa?ola, abrimos el camino a un reagrupamiento de las fuerzas nacionales interesadas en la realizaci¨®n de los cambios pol¨ªticos que aseguren la continuidad pol¨ªtica de Espa?a¡±. Hab¨ªa que acabar con ¡°20 a?os de discordia, de esp¨ªritu de Guerra Civil¡±.
Las profanaciones de las tumbas de Dolores Ib¨¢rurri y Pablo Iglesias reflejan una atm¨®sfera inducida de tensi¨®n
La novedad del concepto fue tal, seg¨²n contaba Manuel Azc¨¢rate, que los sovi¨¦ticos no lo entendieron, si bien el hallazgo era l¨®gico y respond¨ªa a la tradici¨®n cristiana subyacente a su pensamiento. Es lo que represent¨® ya el discurso de despedida a las Brigadas Internacionales, pronunciado en Barcelona en noviembre de 1938: la esperanza en un porvenir de ¡°paz, bienestar y libertad¡±, cuando el rencor se aten¨²e y ¡°el orgullo de la patria libre sea sentido por todos los espa?oles¡±. Por todos.
¡°Reconciliaci¨®n nacional¡± no era entonces para ella, ni deb¨ªa ser ahora, un ejercicio de amnesia colectiva, sino un proyecto de futuro cuyo eje ser¨ªa y es la cohesi¨®n de las fuerzas democr¨¢ticas y el abandono del esp¨ªritu de revancha. As¨ª lo hubiera querido tambi¨¦n, y lo explic¨® de forma m¨¢s extensa, Manuel Aza?a. Siempre aqu¨ª es preciso volver a los recuerdos y a las admoniciones expresadas por Primo Levi, frente a la tentaci¨®n de las j¨®venes generaciones a ignorar lo ocurrido bajo el fascismo y endulzar la imagen de las dictaduras, mostrando su ¡°verdadero rostro ilegal y sanguinario¡± de destrucci¨®n de la patria. La recusaci¨®n del esp¨ªritu de revancha supone asimismo el reconocimiento de todos los actos de barbarie, quienquiera que los cometiese, pero obviamente procediendo a ponderar las responsabilidades, y la de los art¨ªfices de la guerra ha de figurar en primer plano. Esto no debiera irritar a nadie.
Lo m¨¢s grave a mi juicio es que como s¨ªntoma, las profanaciones reflejan una atm¨®sfera inducida de tensi¨®n, susceptible de desembocar en odio entre los espa?oles. Hace alg¨²n tiempo ya record¨¦ la funci¨®n humanizadora de los sepulcros. Ant¨ªgona sigue vigente. Profanar las tumbas es un signo alarmante.
Dolores Ruiz-Ib¨¢rruri es nieta de Pasionaria.
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