Un sacrificio ritual de 40 perros reescribe la historia de la cazadora de cobras
El hallazgo del cad¨¢ver de una mangosta dom¨¦stica en un mausoleo romano determina que se introdujo artificialmente hace 2.000 a?os en la Pen¨ªnsula
El gran fest¨ªn acab¨® con una monta?a de copas de vino tiradas al fondo de un gigantesco mausoleo funerario. Junto a los restos de esa bacanal funeraria, los cad¨¢veres de 40 perros de distintas razas sepultados en un extra?o sacrificio ritual. Sucedi¨® hace 2.000 a?os, en las primeras d¨¦cadas de la augusta M¨¦rida, una nueva ciudad que ser¨ªa capital de provincia romana. Y entre los despojos de ese macabro festival, los huesos de una mangosta egipcia, famosa por su impresionante capacidad para cazar cobras y otras serpientes. Y estaba all¨ª, enterrada como un animal dom¨¦stico m¨¢s, en este pante¨®n que seguramente perteneci¨® a una acaudalada familia lusitana.
"En el mundo mediterr¨¢neo, el perro adquiere un simbolismo muy espec¨ªfico y siempre en relaci¨®n con los muertos y el m¨¢s all¨¢", explica Javier Heras
Lo peculiar es que hasta ahora se pensaba que este animal, bien conocido en el entorno de Do?ana con el nombre de meloncillo, hab¨ªa llegado a la pen¨ªnsula ib¨¦rica m¨¢s o menos en la etapa musulmana. Pero la dataci¨®n de los huesos de esta mangosta, tanto por el contexto arqueol¨®gico como por radiocarbono, invalida esta posibilidad. Ese meloncillo viv¨ªa en Augusta Emerita hace 2.000 a?os y probablemente formaba parte de los animales de la casa, puesto que entr¨® en el enterramiento ritual junto a los perros. Es decir, todo apunta a que los romanos podr¨ªan haber introducido el animal para usarlo en el control de plagas de ratas o serpientes en el entorno urbano.
"El perro, en el mundo mediterr¨¢neo, adquiere un simbolismo muy espec¨ªfico y siempre en relaci¨®n con los muertos y el m¨¢s all¨¢", explica Javier Heras, uno de los arque¨®logos que ha participado en este hallazgo. Y a?ade: "Es un animal vinculado a las diosas grecorromanas y pr¨®ximo orientales asociadas a la ultratumba". Obviamente, Heras cita la figura del perro Cerbero que custodiaba mundo de los muertos. Eso explicar¨ªa un sacrificio ritual "nada habitual" como el encontrado en este enterramiento, con cuarenta perros y un meloncillo dom¨¦stico. ¡°Esta pr¨¢ctica nos indicar¨ªa la posibilidad de que fuera un animal de compa?¨ªa muy querido que acompa?ar¨ªa a sus due?os en su viaje en el m¨¢s all¨¢¡±, apunta la investigadora Macarena Bustamante, de la Universidad de Granada. Junto a la Junta de Extremadura, tambi¨¦n han participado en este trabajo investigadores de las universidades de Co¨ªmbra y Lisboa, con la arque¨®loga Cleia Detry a la cabeza. "Fue ella la que nos dijo, revisando los huesos: 'Tenemos un animal que se sale de lo com¨²n en ¨¦poca romana", recuerda Heras.
La posibilidad de que fuera una mascota m¨¢s de la casa se asienta en numerosas citas cl¨¢sicas y referencias hist¨®ricas que sugieren que la relaci¨®n entre meloncillos y humanos, sobre todo en Roma, era parecida a la que se encontraron siglos despu¨¦s en Egipto los viajeros europeos. "En el antiguo Egipto lleg¨® a tener un car¨¢cter bastante dom¨¦stico, es probable que viniera con los romanos acompa?ando a los humanos, no como viene un rat¨®n col¨¢ndose en el barco", asegura Miguel Delibes de Castro, quien ha investigado durante d¨¦cadas a estos animales en la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana, de la que fue director. El meloncillo segu¨ªa siendo silvestre, pero que era capaz de vivir amansado en las viviendas, criado y apreciado como mascota y para proteger la casa de las alima?as. Adem¨¢s, entre los animales sacrificados en la tumba hab¨ªa algunos de los que llamar¨ªamos perros falderos, lo que refuerza su papel de mascota. Estos perros, adem¨¢s, contaban con lesiones sanadas en sus huesos, lo que probar¨ªa que se trataba de animales de compa?¨ªa que recib¨ªan cuidados al herirse.?
Este banquete mortuorio con matanza de animales se produjo alrededor del a?o 60 de nuestra era, en un robusto pante¨®n de cuatro metros de alto hallado en 2005 en las obras previsas para una construcci¨®n. En esa finca (el Corral¨®n de los Blanes), ubicada en el centro de M¨¦rida, se encontr¨® este gran mausoleo bajo unas cuadras. En el momento de su construcci¨®n, el pante¨®n familiar estaba justo a la salida de las murallas de la ciudad, en una v¨ªa funeraria con m¨¢s tumbas, que poco despu¨¦s se convertir¨ªa en zona de vertido de basuras, que sepultaron todo.
Se pensaba que este animal, conocido con el nombre de meloncillo, hab¨ªa llegado a la pen¨ªnsula ib¨¦rica m¨¢s o menos en la etapa musulmana
Dentro de la monumental tumba de granito, abajo del todo, cuatro urnas para tres cuerpos incinerados, que seguramente pertenecieron a la misma familia. Sobre ellas, los restos de animales y del fest¨ªn, que se produjo unos cuarenta a?os despu¨¦s de la incineraci¨®n de las personas all¨ª enterradas. Y en ese momento se sell¨® el mausoleo definitivamente. "Hay evidencias de que han comido y bebido, posiblemente en honor de una divinidad, y dejaron decenas de copas tiradas dentro", se?ala Heras, del Consorcio de la Ciudad Monumental de M¨¦rida.
"No podemos saber si corresponden a una ¨²nica familia, aunque lo m¨¢s l¨®gico es que as¨ª sea, pues estos mausoleos suelen ser panteones familiares", apunta el arque¨®logo, ya que al estar los huesos quemados no podr¨ªan hacer an¨¢lisis de ADN. En esa avenida funeraria hab¨ªa incineraciones individuales o en grupo, pero tambi¨¦n edificaciones que corresponder¨ªan a familias poderosas que pueden permit¨ªrselo. "Este que excavamos debi¨® ser muy relevante, por su porte y materiales", apunta Heras, que lamenta que no se haya conservado la placa en la que figur¨® el nombre de los difuntos (su hueco permanece en la fachada del edificio, como se ve en la foto).
El hallazgo de este meloncillo se public¨® en la revista Science of Nature junto al de otros dos ejemplares hallados en Portugal. Uno en un contexto medieval del castillo de Palmela y otro en una gruta en Vila Franca de Xira, en las inmediaciones de Lisboa. Este ¨²ltimo fue datado en la misma ¨¦poca que el meloncillo de M¨¦rida y apareci¨® en una cueva, un contexto aislado ¡°que nos permite definir la tambi¨¦n aparici¨®n de esta especie en su h¨¢bitat salvaje¡±, seg¨²n apunta Bustamante en una nota de su universidad. Es decir, en ese momento habr¨ªa en la Pen¨ªnsula mangostas amansadas y salvajes, en la naturaleza, lo que no descarta su introducci¨®n previa, ya fueran los cartaginenses o, quiz¨¢, de forma natural a trav¨¦s del estrecho de Gibraltar durante el Pleistoceno, como han sugerido otros investigadores.
Dos milenios de invasi¨®n
En la actualidad, el ¨²nico lugar en el que se encuentran mangostas fuera de ?frica y el Mediterr¨¢neo oriental es la zona suroccidental de la Pen¨ªnsula, aunque lleg¨® a poblarla casi entera, desde Galicia, Asturias y Le¨®n hasta Andaluc¨ªa. Y aunque hace dos milenios era una especie invasora, se trata de un animal completamente incorporado al ecosistema de la regi¨®n, incluso protegido por las leyes. "Tenemos el conflicto t¨ªpico de este tipo de especies, ?hay que dejar de cuidarlas porque fueron introducidas por los humanos y no estaban aqu¨ª hace miles de a?os?", se pregunta Miguel Delibes de Castro, presidente del Consejo de Participaci¨®n de Do?ana. "Pero nos hemos acostumbrado a verlos", a?ade.
Precisamente, Delibes de Castro ha investigado c¨®mo fue la introducci¨®n del ¨²nico otro carn¨ªvoro afrotropical de la Pen¨ªnsula: la gineta o gato almizclero. Igual que el meloncillo, la gineta solo vive en esa parte de Europa y es probable que fuera introducida en la ¨¦poca musulmana o quiz¨¢ anteriormente, con fenicios o cartaginenses. Tambi¨¦n hay grabados antiguos de ginetas semidomesticadas para el control de plagas en las casas en Egipto.
Los meloncillos est¨¢n generando una "situaci¨®n especialmente pol¨¦mica" en la actualidad, seg¨²n Delibes, porque "se ha vuelto muy com¨²n y los cazadores reclaman que se pueda cazar". "Pero est¨¢ protegido", zanja Delibes, aunque sea una especie invasora... desde hace dos mil a?os, m¨ªnimo.
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