De tascas

El domingo pasado coincidieron en su tema dos columnistas de este diario, un veterano maestro y otro de juvenil prestigio. Ambos hicieron un elogio del cl¨¢sico aperitivo dominical, frente a la manifestaci¨®n que se fraguaba en la plaza de Col¨®n. Uno ensalzaba al que pide su raci¨®n de boquerones o una de patatas bravas ante el exaltado que grita ¡°?viva Espa?a!¡±. El otro deseaba que fueran m¨¢s los espa?oles de las tascas que los del tumulto en las calles. Y yo los le¨ª ¡ªsiempre los leo¡ª mientras me dispon¨ªa a marchar bajo la lluvia a Andoain, lejos de Col¨®n y de las tascas madrile?as, para participar en nuestro homenaje anual a Joseba Pagaza y dem¨¢s v¨ªctimas del terrorismo etarra. Recordando, inevitablemente, tantas concentraciones pasadas en protesta por atentados y secuestros. Nosotros, un par de docenas, en la plaza de Guip¨²zcoa o del Buen Pastor, silenciosos (demasiado, para mi gusto), mientras riadas de gente con sano apetito discurr¨ªan rumbo al ritual del txikiteo y los pintxos: las gildas, los txampis, el chorizo cocido, la ropa vieja, los zuritos, cu¨¢ntas delicias. Pocas cosas me han gustado tanto, esa fue mi primera juventud... Y, en Andoain, lloviendo a mares.

Para qu¨¦ enga?arme, si estuviera en Madrid seguro que acabo en Col¨®n y no tapeando como el resto de espa?oles cazurros pero no ultrapatriotas ni ultra... nada. Ya s¨¦ que lo aconsejable es no salir a la calle dando gritos contra el Gobierno, si es de izquierdas, porque puede uno mezclarse sin querer con qui¨¦n sabe qu¨¦ indeseables, a lo mejor incluso partidarios de la ley mordaza. Te quedas sin aperitivo y adem¨¢s ensucias tu alma. Nada, la pr¨®xima vez me voy de tascas como los otros: ir¨¦ a la tasquita... pero de enfrente, eso s¨ª.