La izquierda, ?o no?
Frente a la revoluci¨®n neoliberal y su contrapunto ultraderechista, la necesidad de un freno radical pasa por encontrar un punto de apoyo civilizatorio, una combinaci¨®n de rebeld¨ªa, reformismo y conservadurismo
Como bien explicaba el historiador Josep Fontana, fue la existencia de la URSS, dictadura imperial no socialista y no democr¨¢tica, la que permiti¨® que, a partir de 1945 y durante tres d¨¦cadas, la peque?a Europa capitalista viviese algo parecido al socialismo y bastante pr¨®ximo a la democracia. No es una casualidad, por tanto, que la derrota sovi¨¦tica en la Guerra Fr¨ªa coincidiese con la del esp¨ªritu del 45, con la explosi¨®n neoliberal (mal llamada globalizaci¨®n) y, tras sucesivos vaivenes, con la contracci¨®n al mismo tiempo de los derechos sociales y de los tabiques (y deseos) democr¨¢ticos. Casi treinta a?os despu¨¦s, y ahora en todo el mundo, la confusi¨®n entre capitalismo y mafia, la traum¨¢tica reconversi¨®n del Este, el fracaso del ¡°ciclo progresista latinoamericano¡±, la reversi¨®n tr¨¢gica de las revoluciones ¨¢rabes y el retorno del multimperialismo decimon¨®nico han activado una galopante desdemocratizaci¨®n general o Weimar global, traducida en una radicalizaci¨®n ¡ªreligiosa y laica, electoral y antropol¨®gica¡ª muy desalentadora. Aunque sigue habiendo muchas, hoy hay menos guerras que en 1989, pero hay muchos m¨¢s candidatos a la dictadura.
Establecer un paralelismo con el per¨ªodo de entreguerras del siglo pasado ha devenido casi un mantra. Hay dos semejanzas indudables. La primera es que los votantes del fascismo no votaban al ¡°fascismo¡±, que solo existi¨® como tal una vez vencido; era gente normal que no advert¨ªa el peligro que estaba convocando. La segunda es que, como entonces, la desdemocratizaci¨®n surgi¨® de manera natural como una reacci¨®n defensiva frente al tsunami del Mercado sin bridas. En cuanto a las diferencias, las m¨¢s profundas tienen que ver con la ecolog¨ªa y la tecnolog¨ªa, pero la m¨¢s decisiva en t¨¦rminos pol¨ªticos nos sit¨²a ya en otro mundo: porque mientras el indignado de 1930 pod¨ªa dirigir su malestar tanto hacia la izquierda como hacia la derecha, hoy solo puede hacerlo hacia la derecha. Se piense lo que se piense de las izquierdas de 1930, ofrec¨ªan un proyecto, un refugio y una cultura. Ya no existe. La mitad marxista de la izquierda qued¨® fuera de juego tras la experiencia sovi¨¦tica; la mitad socialdem¨®crata tras su cooptaci¨®n por las pol¨ªticas neoliberales de los a?os ochenta y noventa, responsables ahora del retorno de Weimar. Si a?adimos otro cuarto de kilo a esta unidad grande y confusa, lo ha dilapidado el llamado socialismo del siglo XXI, tan parecido en sus estertores a su renegado ancestro.
La izquierda ha elegido el campo de batalla en el que es m¨¢s vulnerable, el del puro reconocimiento comunitario
?C¨®mo valorar esta crisis sin precedentes de las izquierdas? Desde hace 15 a?os vengo resumiendo en una f¨®rmula resultona la triple vertiente que, a mi juicio, debe asumir una pol¨ªtica de cambio: revolucionaria en lo econ¨®mico, porque el capitalismo no conoce l¨ªmites, reformista en lo institucional, porque el derecho es un invento irrenunciable y mejorable, y conservadora en lo antropol¨®gico, porque el ser humano se rompe mucho antes que una rama seca. Pues bien, en la pugna realmente existente entre neoliberalismo y destropopulismo, el neoliberalismo se ha quedado con la revoluci¨®n; el destropopulismo con el conservadurismo (Trump o Bolsonaro, por cierto, se han quedado con las dos cosas), y en cuanto al reformismo, valga decir la democracia, empieza a ser un significante demasiado lleno que nadie quiere ya disputar. La izquierda ha abandonado los tres frentes y, a cambio, ha elegido el campo de batalla en el que es m¨¢s vulnerable: el del puro reconocimiento comunitario.
Soy optimista: el modelo revolucionario cl¨¢sico es ya inviable. Soy pesimista: el modelo revolucionario cl¨¢sico es inviable. El capitalismo no es un modo de producci¨®n ¡ªo no solo¡ª sino una civilizaci¨®n, y las civilizaciones no se derrocan mediante revoluciones, sino que ceden a su propia decadencia interna o al impulso saludable de los b¨¢rbaros. La decadencia del capitalismo no augura ninguna ¡°fase superior¡± del g¨¦nero humano, sino retrocesos, interdependencias feudales, violencias sin contratos, ecocidios apocal¨ªpticos. En cuanto a los b¨¢rbaros, tendr¨ªan que venir del exterior y el capitalismo ya no tiene exterior, salvo que confiemos, como cierta secta trotskista, en el desembarco liberador de extraterrestres.
La decadencia del capitalismo hace prever retrocesos, violencias sin contratos, ecocidios apocal¨ªpticos
Marx estaba convencido de que el capitalismo produc¨ªa a su propio sepulturero, pero produce m¨¢s bien sus propios adictos suicidas. Hoy no es apoyado por alienados a los que habr¨ªa que revelar la verdad; todos la conocemos ya y, en plenitud de facultades y con toda lucidez, nos entregamos a sus delicias autodestructivas. ?C¨®mo acabar con un sistema que ha sobrevivido a su propia transparencia? La vieja izquierda del largo siglo XIX y del corto siglo XX ha sido descarrilada por sus propios errores pol¨ªticos, s¨ª, pero tambi¨¦n, o sobre todo, por la consistencia misma de un capitalismo que ha borrado todas las fronteras: entre cosas de comer, usar y mirar, entre gesti¨®n y pol¨ªtica, entre trabajo y consumo, entre derecho y deseo. La ¨²nica fuerza revolucionaria que hay hoy en el mundo es el neoliberalismo, con su producci¨®n de ¡°hombres nuevos¡± y su destrucci¨®n de v¨ªnculos viejos. As¨ª que la izquierda no deber¨ªa estar pensando en una revoluci¨®n imposible, de un plumazo y desde cero, sino en un cuidadoso desmantelamiento democr¨¢tico, que es ¡ªpor cierto¡ª lo m¨¢s transformador y revolucionario que se puede proponer en estos momentos: desmontar en vez de demoler, seg¨²n sugiere el famoso aforismo de Lichtenberg. El programa social de la Democracia Cristiana europea de ¡ªpongamos¡ª 1973 bastar¨ªa hoy para poner en pie de guerra al Ibex 35, al FMI y a los marines. Para volver atr¨¢s 40 a?os, ahora a escala global, hace falta mucha ¡ªmucha¡ª compa?¨ªa.
Frente a la revoluci¨®n neoliberal y su contrapunto ultraderechista, la necesidad de un freno radical, previo a un posterior ¡°desmontaje¡±, pasa por encontrar un punto ¡ªuna meseta¡ª de apoyo civilizatorio. En Espa?a, pa¨ªs desmemoriado donde nadie era ya ni de izquierdas ni de derechas, lo ofreci¨® el 15-M, y Podemos ¡ªel partido que m¨¢s r¨¢pidamente vio la luz y m¨¢s r¨¢pidamente se ceg¨®¡ª supo explorar su indeterminaci¨®n cu¨¢ntica. ?Qu¨¦ hay de pol¨ªticamente verdadero en el malestar de 2019? Una combinaci¨®n de rebeld¨ªa, reformismo y conservadurismo; una ¡ªs¨ª¡ª rebeld¨ªa reformista conservadora a la que cabrean los clich¨¦s ret¨®ricos, que sospecha de las instituciones y que quiere recuperar las cortas distancias. Eso, si se recuerda bien, es lo que uni¨® a millones de espa?oles en 2011 en la Puerta del Sol.
?Por qu¨¦ hoy suena a muchos espa?oles, votantes de Vox o aleda?os, m¨¢s rebelde el machismo, el racismo y el nacionalismo que su contrario? ?Por qu¨¦ se ganan votos pidiendo derogar leyes progresistas o reclamando reformas penales populistas y antidemocr¨¢ticas? ?Por qu¨¦ el verbo ¡°conservar¡± se relaciona con la identidad nacional-imperial m¨¢s casposa y no con la vivienda, el puesto de trabajo, el planeta Tierra y sus l¨ªmites y, en general, los v¨ªnculos ¡°nupciales¡± de todo tipo? Frente a la revoluci¨®n neoliberal y la rebeld¨ªa ¡°franquista¡±, la izquierda ha entregado los tres campos de batalla. ¡°La paciencia¡±, dec¨ªa Gald¨®s, ¡°es el hero¨ªsmo disuelto en el tiempo¡±. Necesitaremos mucha paciencia para desmontar la civilizaci¨®n capitalista, pero ahora tenemos poco tiempo para frenar el batacazo civilizatorio. Urge ¡ªhar¨¦ una propuesta descabellada¡ª una alianza entre el capitalismo m¨¢s pragm¨¢tico, el marxismo m¨¢s ilustrado, el feminismo m¨¢s humanista, el ecologismo m¨¢s realista y el papa Francisco. ?Es eso de izquierdas? Tanto como un desfibrilador o un extintor de incendios.
Santiago Alba Rico es ensayista. Su ¨²ltimo libro es Ser o no ser (un cuerpo) (Seix Barral).
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