La soledad de Pedro S¨¢nchez
No estar¨ªa de m¨¢s escuchar la voz de quienes parece, de momento, que van a votarlo

Es posible que no haya habido en la historia de la democracia espa?ola un presidente tan solo como Pedro S¨¢nchez. Pareciera que solo le hubieran amparado los ministros y las ministras que le rodeaban. S¨ª, se?oras y se?ores acad¨¦micos, contemplo los dos g¨¦neros, porque el n¨²mero de mujeres no era simb¨®lico y porque es probable que sean algunas de ellas las que m¨¢s (favorablemente) nos han sorprendido. En la vida, la soledad no la provocan los enemigos, aunque estos se hayan valido de la mentira y hayan difundido la idea t¨®xica de que el presidente era ileg¨ªtimo, como si ignoraran la Constituci¨®n que dicen defender; a S¨¢nchez le han condenado a la soledad los suyos, que desde una extra?a retaguardia han ido aportando munici¨®n a un enemigo que paladea esa falta indiscreta de apoyo como una victoria.
Y como en nuestro pa¨ªs la opini¨®n p¨²blica se nutre solo de las declaraciones de los pol¨ªticos y de las reacciones a ¨¦stas de los habituales tertulianos, cada vez que la voluntad popular ha contradicho los augurios de los expertos se ha producido un ambiente de desconcierto, de estupefacci¨®n. Tal vez sea esa la raz¨®n por la que a S¨¢nchez se le ha definido como al mago que saca de pronto un conejo de la chistera, como un ave f¨¦nix. Se dir¨ªa que el desd¨¦n de los detractores que cre¨ªan haberlo rematado para siempre provocaba que el incombustible personaje apareciera de nuevo en escena.
El h¨¢bitat ideal de los opinadores responde a un estrecho algoritmo: estamos tan ocupados en medir nuestras ocurrencias con las de otros colegas que a menudo no logramos captar el descontento popular. Y de no usar el o¨ªdo para el habla de la calle, lo perdemos. Observo los an¨¢lisis que ha suscitado la convocatoria de elecciones y veo que nos engolfamos con las encuestas m¨¢s que desentra?ar cu¨¢l es la raz¨®n por la que un presidente tan denostado por los medios a¨²n se mantiene el primero en intenci¨®n de voto: ?interviene tal vez que hay votantes que apreciaban en esos presupuestos tumbados una voluntad de mejora social; que hay espa?oles que se encuentran m¨¢s preocupados por el deterioro de la clase media, la precariedad del empleo o el futuro de sus hijos que por un debate, el catal¨¢n, que puede prolongarse d¨¦cadas? ?No puede ocurrir que sectores castigados, como la sanidad o la educaci¨®n, muestren m¨¢s inter¨¦s en la defensa de lo p¨²blico que en descubrir la esencia de lo que ya son, espa?oles?
Los trabajadores de la cultura siempre se movilizaron mayoritariamente a favor de presidentes progresistas o de partidos de izquierda. Pero intuyo que ahora las simpat¨ªas ideol¨®gicas se muestran con mayor precauci¨®n. El miedo al posicionamiento pol¨ªtico de quien se debe al p¨²blico ha crecido tanto como la virulencia en los ataques de que se puede ser objeto. Por tanto, el compromiso de los artistas ha dejado en gran parte de contar. Los han acaparado las campa?as humanitarias. El universo de la pol¨ªtica es demasiado ¨¢spero como para enredarse en sus trampas.
El resultado es que Pedro S¨¢nchez es un hombre solo. Ha aparecido en los medios, contrarios o menos contrarios, para ser juzgado con desprecio o con condescendencia. No estar¨ªa de m¨¢s escuchar la voz de quienes parece, de momento, que van a votarlo: ?por qu¨¦ lo hacen, por qu¨¦ act¨²an a la contra de lo que tantos expertos predican que deber¨ªan hacer? Si nos hici¨¦ramos eco de sus razones puede que observ¨¢ramos que est¨¢ menos solo de lo que parece.
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